El alquiler y la energía: Los dos principales causantes de la pobreza en España
A pesar de ser la cuarta economía más grande de la UE, España se mantiene entre los países europeos con mayor índice de pobreza
La Memoria sobre la situación socioeconómica y laboral de España de 2023, publicada en junio de este año por el Consejo Económico y Social (CES), nos ha revelado datos sorprendentes sobre la realidad económica de los hogares españoles. A pesar de ser la cuarta economía más grande de la Unión Europea, esto no se ha traducido en un aumento de la calidad de vida de la mayoría de la población. Un 48,5% de los hogares españoles admiten tener algún problema para llegar a fin de mes, y un 9,3% tiene muchas dificultades para ello, comparado con el 7,4% de 2019.
Además, según el informe del Estado de la Pobreza 2024 elaborado por la European Anti-Poverty Network (EAPN), un 26,5% de la población española, lo que se traduce a casi 13 millones de personas, se encuentra en riesgo de pobreza o exclusión social. Esto le colocaría como el tercer país con mayor tasa de pobreza, solo por delante de Rumanía y Bulgaria. Dentro de este indicador se encuentran las personas pobres, las que se encuentran en una situación de privación material y social severa, y las que pertenecen a hogares con baja intensidad de empleo. Este número es mayor en la población joven, en la que alcanza el 27,4%, y especialmente en niños menores de quince años, en los que uno de cada tres menores se encuentra en riesgo de pobreza o exclusión social.
Esto entra en contraste con los datos macroeconómicos del Gobierno de España, en los que se han celebrado el aumento del PIB, el descenso del desempleo y el aumento de la capacidad adquisitiva de las familias. Parece que, sin embargo, esta bonanza económica no se ha redistribuido entre las capas sociales más amplias de la población. En especial, el aumento de la capacidad adquisitiva no ha sido suficiente para seguirle el ritmo al encarecimiento del coste de vida.
La pobreza y la exclusión social está repartida de manera desigual entre los distintos grupos poblacionales, siendo las mujeres ligeramente más propensas a estar en riesgo de exclusión social
La vivienda es resaltable como factor contribuyente a la pobreza, especialmente la vivienda de alquiler. Según la EAPN, cada vez más personas viven de alquiler (un 19,2% en 2023 frente al 14,3% en 2008) y cada vez aumenta más el precio de este, a un ritmo tres veces mayor al aumento de las rentas reales. Vivir de alquiler está correlacionado con la pobreza, con una tasa de pobreza del 33,1% y un 20,1% de carencias materiales y sociales severas entre personas que alquilan, comparado con un 15,8% y un 6% respectivamente de propietarios de viviendas. Otro factor a destacar en la economía española es la pobreza energética, con un 27,3 por ciento de la población siendo incapaz de calentar correctamente su vivienda durante los meses de invierno.
La pobreza y la exclusión social está repartida de manera desigual entre los distintos grupos poblacionales, siendo las mujeres ligeramente más propensas a estar en riesgo de exclusión social (27,5 contra el 25.5 de los hombres), junto con las personas con nacionalidad extranjera, donde la diferencia es más grave (un 22,3 por ciento de la población de nacionalidad española frente al 57 por ciento de la población extracomunitaria en situación de pobreza o exclusión social). Además, la composición de los hogares también es un factor contribuyente, siendo los hogares monoparentales los más propensos a estar en riesgo de pobreza, con un 52,7 por ciento de hogares en riesgo de pobreza.
Todas estas realidades, que entran en contradicción con los datos macroeconómicos españoles, deben ir acompañadas de un análisis en profundidad sobre las políticas de protección social que toma el Gobierno español. Comparado con las estadísticas sobre pobreza y desigualdad del resto de economías europeas, España no refleja el peso de su economía en sus políticas redistributivas y reguladoras de problemáticas como la vivienda.