Gonzalo Bernardos negó la burbuja inmobiliaria hace 20 años
Poco ha tardado el nuevo matinal de Radio Nacional Española (RNE) en viralizar uno de sus primeros momentos de tensión, pues en su segundo programa, el economista y profesor de la Universidad de Barcelona arremetía contra el exvicepresidente de Gobierno y actual profesor de Ciencia Política de la Universidad Complutense Pablo Iglesias cuando trataban el problema de la vivienda en el Estado Español.
El colaborador Bernardos comenzaba el ataque en el programa contando que “Pablo Iglesias no da soluciones” para luego pedirle “coherencia” en su discurso. Josep Cuní, presentador del matinal de RNE, no se tomaba muy en serio estas palabras, tampoco podía imaginarse hasta dónde iban a llegar las críticas del economista catalán. Cuando Bernardos comenzaba a hablar desde el punto de vista del arrendador – un perfil que maneja con facilidad, como se explicará más adelante –, en relación con el control de los alquileres, enseguida embiste contra las personas vulnerables y la Administración Pública: “como a la persona vulnerable no se la puede echar, y si se le echa, el que paga el pato no es la Administración Pública, sino el ciudadano corriente…Pues con el control de alquileres no voy a escoger al inmigrante que acaba de llegar; no a la familia que va muy justa de dinero, voy a escoger al que tiene más dinero”. Se entiende perfectamente que “el que paga el pato” es el casero y no la mayoría de ciudadanos que no tienen un piso en alquiler. La escalada de tensión comenzaba cuando Gonzalo Bernardos definía que “ese que tiene más dinero es el ‘pijo progre’”, afirmando que estas personas son los verdaderos votantes de Podemos. Y no acaban aquí sus afirmaciones, sino que incluso llega a desprestigiar las medidas propuestas por el colaborador Pablo Iglesias afirmando que “no ha estudiado economía capitalista”.
Con la ola de ofensas al colaborador y la formación morada, Cuní trataba de llamar a una vuelta a la calma, aunque ha sido Pablo Iglesias quien ha sostenido que “no he insultado a nadie, ni tengo que aguantar que la gente me insulte. Yo a este señor no le he llamado facha o pijo”. Iglesias le ha recordado, entre otras cosas, que es Doctor en Ciencia Política y que se debería “mantener el respeto” entre los que están discutiendo.
No resulta novedosa la postura que defendía Gonzalo Bernardos, pues poco después de la discusión en RNE se compartía en masa un vídeo de hace veinte años que mostraba al economista en otro programa de Televisión Española, negando la burbuja inmobiliaria que quebraría en 2008, cuando otros reconocidos economistas y movimientos sociales por la vivienda sí lo hacían. Bernardos, que solo un año antes del crack de la burbuja publicaba el libro ¿Cómo invertir con éxito en el mercado inmobiliario?, parece no haber sido capaz de comprender o pronosticar con precisión la evolución del mercado de la vivienda y la peligrosa especulación a la que se somete, tanto en la época de la crisis financiera de hace más de una década, como en la actualidad. Si en el mes de agosto el precio de la vivienda en España subía otro 8,6%, haciendo cada vez más inalcanzable la independencia de la mayor parte de los jóvenes del país, la posición de Bernardos en contra de reformas a favor del control de los alquileres o la eliminación de pisos turísticos en ciudades como Barcelona solo es capaz de entenderse a partir de factores personales y profesionales, como se ve en sus continuas conferencias de la mano de Fotocasa, Grupo Renta Vitalicia Mayores e incluso Idealista.
A estos hechos parece referirse Pablo Iglesias al final de su intervención en RNE, cuando comentaba que en España, aunque también se puede aplicar a Europa, “los políticos de toda tendencia lo que han hecho es defender a una minoría de propietarios que en general no son ciudadanos, sino fondos de inversión, como Black Rock, principal casero de España”. Después de mencionar que en el estado español “solamente el 6% de los adultos son arrendadores, con al menos una vivienda en alquiler” parece obvio que lo más pragmático a la hora de votar sea decantarse por aquellos partidos que consideran “que la vivienda es un derecho y no un bien de mercado”. El politólogo pone de relieve los ejemplos de Alemania y Austria, en los que “las intervenciones en los precios del alquiler han funcionado”. Iglesias también hablaba del poco valor productivo que genera la vivienda, mientras que la especulación con el alquiler “impide la emancipación de los jóvenes y aumenta los beneficios de los bancos, en contra de los derechos de la mayoría de la ciudadanía”.