Miguel Ángel Rodríguez recurre al “eres activista” para desprestigiar al periodismo que le incomoda
A raíz de las recientes investigaciones publicadas por el Eldiario.es sobre la corrupción del hermano de Ayuso en relación a los delitos de fraude fiscal y falsedad documental, Miguel Ángel Rodríguez atacaba por WhatsApp a la periodista adjunta a dicho medio, Esther Palomera, de la siguiente forma: “Ya no eres periodista, eres activista a sueldo”. Le decía entre otras amenazas y calificativos machistas como “Adiós, preciosa”.
Pero, quedémonos con el “Ya no eres periodista, eres activista a sueldo”, ya que el ataque ha pasado bastante desapercibido, pero, sin embargo, revela gran parte de la estrategia de la derecha a la hora de intentar denigrar y deslegitimar al periodismo que le hace daño.
Y es que, el uso del calificativo “activista” para cargar contra el periodismo incómodo es una estrategia de manipulación global y utilizada hasta la saciedad. En la actualidad podemos ver cómo se lleva aplicando de una forma bochornosa para desacreditar a los periodistas injustamente encarcelados, Julian Assange y Pablo González.
También esta técnica de manipulación ha sido utilizada por la propia Ayuso para criticar a la prensa hablando de “periodistas activistas” que sacan sus palabras de contexto, o por el autoritario presidente de El Salvador, Nayib Bukele, contraponiendo el periodismo con el activismo: “No te hagas llamar periodista si solo eres un activista”. En consonancia con estos planteamientos, el periodista de El Confidencial vinculado a las cloacas y a Villarejo, José María del Olmo, afirmaba en una entrevista para Ethic que “los periodistas no podemos ser activistas”.
Este ejercicio de manipulación que distingue entre “periodismo” y “activismo” parte de la premisa falsa de que puede existir una “neutralidad absoluta” en el periodismo y, básicamente, busca generar un marco mental en donde, por un lado, existiría un periodismo válido por ser “neutral” y completamente “puro” al margen de cualquier influencia ideológica y, por otro lado, en contraposición, un periodismo tildado de “activismo” por estar totalmente impregnado de ideología y de influencia política.
Pero la realidad es bien distinta, ya que todo periodismo tiene intencionalidad y la neutralidad absoluta es como el cangrejo en los palitos, solo existe en tu imaginación.
En relación con eso, el politólogo alemán Jan-Werner Mueller, afirmaba que “la distinción convencional entre ‘periodista’ y ‘activista’ está mal concebida, porque nunca ha habido nada de pasivo en la función de los periodistas”. De igual manera, la periodista Rosa Maria Calaf en una entrevista para Público afirmó: “el periodismo en sí es activismo”.
Y es que, el debate en torno a si el periodismo es activismo o no, está viciado desde el momento en que sistemáticamente se tilda de “activista” aquel que se hace desde los postulados de la izquierda, comprometido con los Derechos Humanos.
Por ello, las palabras de Miguel Ángel Rodríguez nos brindan una enorme oportunidad para replantearnos el terreno de juego de la batalla semántica y, a este respecto, quizás conviene recordarles a quienes utilizan el mantra de “activista” para atacar al periodismo de verdad, al que fiscaliza al poder, al que no guarda silencio ante los casos de corrupción, que ellos también lo son, pero de la oligarquía, de la corrupción, del poder…
Si Susanna Griso da voz de forma continua a los ultraderechistas de Desokupa, ¿no sería razonable afirmar que es una periodista activista de los desahucios? Cuando Ana Rosa Quintana justifica golpes de Estado como el que dieron en Bolivia en el 2019 o blanquea el franquismo, ¿no sería razonable afirmar que es una activista de los golpes de Estado de extrema derecha? Cuando Ferreras publica información falsa a sabiendas de que es falsa, ¿no sería razonable afirmar que es un activista de los bulos? Cuando Jano García en el panfleto The Objetive hace un artículo defendiendo la evasión fiscal, ¿no sería razonable afirmar que es un activista de la corrupción?