Retrato de la desigualdad en Galicia
Según los datos de la última EPA, Galicia cerró el 2023con 34.400 ocupados más de los que había a finales del año anterior, el mejor registro en 17 años, lo que eleva la cifra de gallegos con empleo hasta 1.138.900. La reforma laboral pactada en 2022 por el gobierno de coalición PSOE-UP con CCOO, UGT y la CEOE parece ir dando sus frutos; resulta curioso recordar que el BNG casi la tumba en el Congreso y que salió adelante gracias a que el diputado del PP Alberto Casero se equivocó en la votación.
Ahora bien, el crecimiento económico no sirve de nada si no va acompañado de mecanismos de equidad que combatan la desigualdad. Según la última Enquisa Conxuntural a Fogares elaborada por el Instituto Galego de Estatística, casi un 46.38% de los hogares gallegos declaran llegar con dificultad a fin de mes y un 9.17% con mucha dificultad.
El informe “Estado de la pobreza en Galicia 2023”, elaborado por EAPN Galicia (integrado en la Red Europea contra la pobreza), indica que 636.000 personas, el 23.6% de la población de Galicia, estaba en riesgo de pobreza o exclusión social en 2022, son 42.000 menos que en el año anterior, pero esta tasa podría llegar a casi la mitad de la población llegando al 48.6% si no hubiese transferencias públicas, de lo que se infiere el importante papel de lo público como mecanismo corrector de la desigualdad.
Según dicho informe, la inflación, el aumento del precio de los combustibles o de la energía eléctrica, y muy especialmente, los elevados precios de la vivienda,agravaron la llamada “Privación Material y Social Severa”, que se situó en el 6.3% de la población en 2022,unas 170.000 personas, superando ligeramente la cifra del año anterior (6.2%), al contrario que la tendencia en el conjunto del Estado. Lo más preocupante es que empeoraron 11 de los 13 ítems que componen este indicador. Aumentaron las personas que no pueden permitirse mantener la vivienda a una temperatura adecuada, alcanzando el 19.4 %, así como las personas que no tienen la capacidad para afrontar gastos imprevistos, que pasa de un 24.7% a un 29.7%, o también el aumento de personas que no pueden permitirse una comida de carne, pollo o pescado cada dos días, que aumenta del 2.1 % al 4.4%.
El Ingreso Mínimo Vital, el tope del gas o las ayudas al transporte son medidas que sirvieron para amortiguar el impacto de una serie de excepcionalidades como la pandemia del covid o la guerra de Ucrania, pero hay que ser más ambiciosos e intervenir de una vez los precios bienes básicos como los alimentos o la vivienda, cuya alza descontrolada está asfixiando a las familias gallegas.
Unos buenos datos de empleo no sirven de mucho si lo que se crea es una masa de trabajadores pobres, a los que un salario no les garantiza llevar una vida digna. El empleo sigue tirando gracias sobre todo a sectores bastante precarizados como la hostelería o el turismo, es necesario apostar por empleos de calidad y acordes a la formación recibida, ya que Galicia es la tercera comunidad de España con la mayor tasa de sobrecualificación con un 35% y los salarios son los sextos más bajos del Estado, cuestiones íntimamente relacionadas.
El crecimiento con desigualdad es una ilusión macroeconómica que enmascara la dura realidad de las clases populares y de la mayoría social; desde la Xunta de Galicia ni los gobiernos del PP ni el bipartito PSOE-BNG han conseguido cifras desigualdad tolerables en casi 43 años desde la aprobación del Estatuto de Autonomía, lo que necesita el país son políticas revolucionarias en lo social, molesten a quien molesten.