El sorprendente giro de Alfonso Rueda: hace suya una propuesta histórica de la izquierda
Volantazo del presidente de la Xunta de Galicia, el popular Alfonso Rueda. En el día de ayer, tras un “retiro de trabajo” con doce de sus conselleiros en el pazo de Sober (Lugo), anunció por sorpresa que la Xunta de Galicia impulsará la creación de una comercializadora propia de energía para “vender energía 100% renovable por debajo de los precios de mercado”. La comercializadora contará con una participación de la Xunta del 30% en su accionariado y se prevé que se ponga en marcha en 2025.
Llama la atención esta medida, que ya ha sido aplicada a nivel municipal por impulso de los gobiernos de Ada Colau en Barcelona o Kichi en Cádiz. Es una de las reivindicaciones fundacionales de Podemos desde sus inicios, y fue tachada de comunismo bolivariano por el conglomerado político-mediático.
Llama todavía más la atención, teniendo en cuenta que el BNG llevó en el mes de junio de este año al pleno del Parlamento de Galicia una proposición de ley para crear una empresa pública de energía, que fue vetada y rechazada por el Partido Popular de Galicia.
Este giro de guion debe de haber cogido con el pie cambiado a la planta noble de la calle Génova, y a buen seguro que ha encendido las alarmas para las grandes compañías eléctricas que sirven como refugio a los dirigentes del PP que abandonan la política (Endesa, Iberdrola, Naturgy, Repsol).
Parece que Rueda, sorprendentemente, se aleja de los marcos madrileños (dictados no por Feijóo, sino por Ayuso), que sitúan a la inmigración como el gran foco de la batalla cultural e ideológica. Aunque la explicación tiene más de pragmatismo y lógica que lo que aparentemente pueda suponerse desde la Corte madrileña.
El marco de criminalizar la inmigración no funciona en Galicia. La nuestra es una tierra de emigrantes, en la que no hay una sola familia que no tenga algún miembro o antepasado que no haya tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Entre 1860 y 1935 fueron más de 1.240.000 gallegos los que emigraron hacia tierras americanas y, entre 1941 y 1986, se marcharon 587.000 gallegos hacia diversos países europeos, así como a otras ciudades de España que contaban con mayores oportunidades laborales.
Esta es una de las razones por las que Vox es una fuerza política residual en Galicia, criminalizar la inmigración es criminalizar a los gallegos; el presidente Rueda lo sabe, por lo que ha buscado otros marcos, y en un inesperado giro de guion, y al más puro estilo de Manuel Fraga (cuando pedía desde Galicia la administración única o la reforma del Senado, en contra de los criterios de su dirección estatal), sale con un anuncio rimbombante de una medida que hasta hace dos días era tildada como propia de la izquierda radical.
El que peor parado sale de este movimiento es el PSOE, que ve como en Galicia hasta los populares lo adelantan por la izquierda. Con los socialistas gallegos sumidos en su peor crisis, y los nacionalistas del BNG acomodados, como líderes de una oposición sin esperanza alguna de alternancia, es más necesario que nunca la reconfiguración de un espacio de ruptura en Galicia, que agite el tablero político de país para romper con la hegemonía de los populares en la política gallega.