A 50 años de la caída del líder del MIR chileno: Miguel Enríquez es “memoria de futuro”
La historia reciente de Chile ha quedado registrada en más de quince libros de Amorós, con biografías de figuras que influyeron en el desarrollo de los procesos políticos, sociales y culturales del país suramericano.
Eres un conocedor de la historia política chilena reciente, tus investigaciones y biografías sobre Allende, Pablo Neruda, Víctor Jara, Antonio Llidó y otros son ineludibles para una mejor comprensión del periodo político que se abre en los años 60 en adelante. En ese contexto ¿Qué explica la aparición del MIR en 1965 y la rápida influencia que ejerce Miguel Enríquez en la izquierda?
El origen del MIR es el producto de la confluencia, esencialmente, de dos generaciones de militantes de izquierda. Por un parte, los estudiantes de la Universidad de Concepción encabezados por Miguel Enríquez, la mayoría procedentes de la Juventud Socialista. Por otra, veteranos militantes de identidad trotskista o libertaria o escindidos o expulsados del Partido Comunista y del Partido Socialista.
La fecha de fundación del MIR no es casual, agosto de 1965, casi un año después de la derrota de Salvador Allende ante Eduardo Frei en la elección presidencial de 1964, que originó una severa autocrítica dentro del Partido Socialista. El MIR se fundó a partir de una crítica absoluta a la estrategia del entonces Frente de Acción Popular, que se aglutinaba en torno al liderazgo de Salvador Allende, quien había logrado el 38,9% de los votos en 1964, y la línea política del Partido Comunista.
Miguel Enríquez tuvo la suerte de nacer en un hogar donde los libros ocupaban un espacio primordial
No podemos olvidar tampoco el contexto latinoamericano y mundial de la época. Miguel Enríquez asumió un compromiso político, que marcó el curso de su vida, en los años de fulgor de la Revolución cubana, en la década de la independencia de Argelia y otras naciones del Tercer Mundo y de la guerra de Vietnam, en los años en que Ernesto Che Guevara convocaba ardientemente a los revolucionarios a hacer la Revolución, en el tiempo de la invasión de Checoslovaquia por los tanques del Pacto de Varsovia, acción que el MIR condenó, al igual que Allende. En los años en que en Chile se fue gestando un impresionante movimiento popular que llevó a Allende a La Moneda y abrió paso a un singular proceso de transformaciones. Aquella fue la época histórica de Miguel Enríquez, cuando “tomar el cielo por asalto” parecía posible. Decidió consagrar su vida a hacer posible la utopía socialista y con él al frente el MIR fue parte y se convirtió en un actor relevante de la Revolución chilena. Ahora bien, la influencia del MIR creció a partir de 1972 y, en todo caso, en septiembre de 1973 aún era un partido “en construcción”.
Miguel Enríquez fue un militante marxista, pero que convivió con otras corrientes. Si hubiera que hacer un perfil de su pensamiento político y de las influencias que recibió ¿qué destacarías?
Miguel Enríquez tuvo la suerte de nacer en un hogar donde los libros ocupaban un espacio primordial. Hijo de don Edgardo Enríquez, militante del Partido Radical, masón ilustre y rector de la Universidad de Concepción desde 1968 (y último ministro de Educación del presidente Allende), y de doña Raquel Espinosa, licenciada en Derecho, recibió de sus padres un interés notable por la cultura. Y de su hermano mayor, Marco, militante trotkista, le llegó la primera aproximación a las ideas revolucionarias y lecturas muy diversas del pensamiento crítico con el capitalismo, desde Lenin hasta Fanon. Fue una persona de una inteligencia notable, con una formación política sobresaliente, fruto de unas lecturas muy diversas,
Durante los años de la Unidad Popular, el empeño de Miguel Enríquez y el MIR fue unir a las fuerzas de dentro y fuera de la UP que planteaban superar la “vía chilena al socialismo” y apostaban por una radicalización del proceso de transformaciones y de prepararse para el enfrentamiento, que consideraban inevitable, con las clases dominantes. Tuvo entonces una relación cercana con intelectuales militantes latinoamericanos como Ruy Mauro Marini o Marco Aurelio García, uno de los principales asesores del presidente Lula en sus dos primeros mandatos.
La corta vida de Enríquez de alguna forma siempre se caracterizó por la reflexión teórica y analítica de la situación política y la acción revolucionaria, previo al triunfo electoral de Allende ya estaba en las ocupaciones de terrenos con los pobladores, las huelgas de trabajadores, recuperación de tierras con los mapuche, los asaltos a bancos y la propaganda armada, ¿Crees que esa forma de militancia fue beneficiosa para la izquierda que, en su mayoría, apostó por el camino electoral de Allende?
Ciertamente, en 1969 y principios de 1970 el MIR desarrolló un conjunto de acciones armadas (básicamente asaltos a bancos y armerías, sin víctimas), que tuvo una amplia repercusión en la prensa de la época (en el diario Clarín, por ejemplo) y que complicaba la estrategia de Allende y la UP. Unos meses antes de la elección, Salvador Allende les pidió que pusieran fin a estas acciones y lo hicieron y tuvo el potente gesto de confiarles su seguridad personal, en lo que sería la gestación del GAP, su escolta personal
Tras el triunfo de la UP, el MIR estimuló en el sur las tomas de tierras por los campesinos mapuche, unas acciones que, como otras que promovieron, sobrepasaban el programa de la UP. Hubo un periodo de diálogo entre la UP (incluido el PC) y el MIR entre diciembre de 1970 y junio de 1971, pero este entendimiento se fue enfriando y, sobre todo, a partir del discurso de Miguel Enríquez en el homenaje a Moisés Huentelaf en Temuco, el 1 de noviembre de 1971, el MIR planteó abiertamente la estrategia citada anteriormente.
En 1972, la polémica entre el MIR y el Partido Comunista (y en ocasiones también con Salvador Allende) se fue agudizando y expresaba las dos estrategias ante el proceso de construcción del socialismo, que llevarían a la abrupta división del MAPU en marzo de 1973. El MIR se opuso al ingreso de los oficiales de las Fuerzas Armadas en el Gobierno en noviembre de 1972 y, al igual que la dirección del Partido Socialista, rechazó siempre los intentos de Allende y el PC de lograr un acuerdo con la Democracia Cristiana que hiciera más sencillo el proceso de transformaciones, porque, lógicamente, implicaba ralentizar el programa de la UP.
Allende le propuso a Miguel Enríquez designarle como ministro de Salud (el mismo cargo que él tuviera entre 1939 y 1942), pero este lo rechazó
Miguel Enríquez y sus compañeros de la dirección del MIR eran muy jóvenes… Miguel fue elegido secretario general del MIR en su III Congreso, en diciembre de 1967, cuando aún no había cumplido 24 años y estaba concluyendo sus estudios de Medicina. La falta de experiencia política y vital suya y de sus compañeros, derivada de su juventud, influyó seguramente en su discurso y sus posiciones dogmáticas o poco flexibles en varios momentos. Por ejemplo, el MIR no llamó a votar por Allende en 1970.
Según cuentan testigos, Allende y Enríquez tenían un diálogo directo y fluido, de mucho respeto mutuo, ¿en tus investigaciones qué has conseguido saber de esto?
Fue una relación de respeto y aprecio mutuo, en la que Beatriz Allende, la hija mediana del presidente, compañera de estudios de Miguel Enríquez en la Universidad de Concepción, tuvo un papel central. En enero de 1971, después del indulto presidencial que favoreció a los principales dirigentes del MIR, Allende le propuso a Miguel Enríquez designarle como ministro de Salud (el mismo cargo que él tuviera entre 1939 y 1942), pero este lo rechazó. Nunca se rompió el diálogo entre ellos, a pesar de las crecientes discrepancias, que además eran públicas, como quedó claro, por ejemplo, en el debate entre el dirigente estudiantil Nelson Gutiérrez y Allende en la Universidad de Concepción en mayo de 1971.
El MIR fue parte del movimiento popular que inició la construcción del socialismo en Chile
A pesar de las duras críticas del MIR al Gobierno de Allende en julio y agosto de 1973, la noche del 9 de septiembre, a treinta y seis horas del inicio del golpe de Estado, el presidente informó al secretario general del MIR de su intención de convocar el plebiscito la mañana del 11 de septiembre. Y conocemos también las palabras de Allende a Miguel en la mañana del golpe de Estado a través de su hija Beatriz: “Dile a Miguel que ha llegado su turno”. Pero tampoco el MIR, como el Partido Comunista o el Partido Socialista, estaba preparado para enfrentar una sublevación militar como aquella.
La política del MIR frente a la Unidad Popular y Allende, ¿fue una contribución?, ¿qué impacto tuvo en el mundo popular, en su organización y despliegue de fuerzas revolucionarias?
Además de lo ya señalado, quiero destacar que el MIR fue parte del movimiento popular que inició la construcción del socialismo en Chile. Obviamente, fue un proceso histórico apasionante y muy complejo, con múltiples variables (la agresión encubierta de la CIA, el papel de los medios de comunicación, la organización y movilización de masas de la burguesía, el rol de la DC, las diferencias crecientes en la izquierda…) y el MIR, sobre todo a partir de 1972, tuvo un crecimiento notable en sectores populares sin militancia previa, a los que dotó de una identidad y de una dignidad desconocidas hasta entonces. Uno de sus militantes, Carlos Liberona, lo explicó de manera bellísima en la biografía sobre él que escribió la periodista y militante del MIR Lucía Sepúlveda Ruiz.
El MIR fue también el único partido de la izquierda chilena que intentó hacer un trabajo político en el seno de las Fuerzas Armadas y el que más insistió en julio y agosto de 1973 en llamar a los soldados a no disparar contra el pueblo…
¿Cómo fueron los últimos días de Miguel Enríquez? ¿en qué contexto y momento se produce su muerte? ¿Cuál fue la suerte del MIR?
El cerco sobre Miguel Enríquez se estrechó a partir del 21 de septiembre de 1974, cuando vivía en la calle Santa Fe de San Miguel. El 5 de octubre, agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), el principal organismo represivo de la dictadura de Pinochet, descubrieron aquella casa y, tras un combate desigual en el que protegió hasta el final la vida de su compañera, Carmen Castillo, quien estaba embarazada, murió asesinado a sangre fría por agentes de la DINA, como ha establecido la justicia chilena.
Más de seiscientos militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria perdieron la vida en la lucha contra la dictadura. Fueron ejecutados o hechos desaparecer. Miles sufrieron la prisión política, la tortura, la persecución y el exilio. La represión de la DINA llegó a diezmar al MIR, que en 1977 apenas quedó con unos sesenta miembros activos dentro de Chile, que se dedicaron a la reconstrucción del partido, tarea que permitió en 1978 el retorno clandestino de decenas de militantes desde el exilio y su participación en la lucha contra la dictadura durante los años ochenta. Y en la larga pugna por la verdad, la justicia y la reparación quienes sobrevivieron a la represión, sus familiares y sus compañeros y compañeras han contribuido decisivamente al derrumbamiento de la impunidad.
El MIR es parte de la historia de la izquierda chilena y latinoamericana. Miguel Enríquez es quien representa esa memoria, como vemos estos días con la gran cantidad de actividades que evocan el 50º aniversario de su asesinato
El 8 de mayo de 2010, en su discurso con motivo de la inauguración del memorial del MIR en Villa Grimaldi, la periodista Gladys Díaz, superviviente de aquel centro clandestino de tortura y exterminio, afirmó: “Nadie les puede quitar a nuestros hermanos desaparecidos y asesinados la memoria de lo que fueron. Y a ellos y a nosotros mismos nada ni nadie nos puede quitar el inmenso orgullo de haber sido los revolucionarios de nuestro tiempo, forjadores de futuro, de sueños inconclusos que aún esperan ser retomados por las nuevas generaciones”.
¿Enríquez y el MIR dejaron algún legado? ¿la izquierda qué rescata de esa generación?
El MIR es parte de la historia de la izquierda chilena y latinoamericana. Miguel Enríquez es quien representa esa memoria, como vemos estos días con la gran cantidad de actividades que evocan el 50º aniversario de su asesinato. Una memoria de futuro, que sigue nutriendo al conjunto de la izquierda. En enero de este año, en la Fiesta de los Abrazos del Partido Comunista, escuché decir a un dirigente universitario de las Juventudes Comunistas que ellos eran “hijos de Recabarren” y, tras reivindicar a otros dirigentes históricos del PC, señaló que también eran “hijos de Miguel Enríquez y de Bautista Van Schouwen”.