Clarín y La Nación jugaron para Milei
Javier Milei salió al escenario en el búnker electoral de La Libertad Avanza tras conocerse su clarísima victoria en el balotaje y protagonizó unas breves palabras de celebración en las que calcó dos ideas fuerza del discurso de la Junta Militar de Videla: Reconstrucción Nacional y Argentina Potencia. Además, amenazó claramente con represión contra quienes protesten o resistan la aplicación de su programa ultraderechista. Milei tiene el mismo discurso que la dictadura militar; un discurso y un programa que en el pasado, para ser instalado en Argentina, siempre tuvo que ser por la fuerza, en contra de la voluntad popular, con “los milicos”. Hoy, ese discurso ha llegado al poder porque lo ha votado la gente.
Ese es el primer elemento sobre el que hay que reflexionar y que tiene que ver, por una parte, sin duda, con la crisis económica crónica encarnada en este momento por el gobierno saliente y el deseo por parte de la población de un cambio radical que hoy, por desgracia y para reflexión de todos los progresismos y las izquierdas del mundo (porque esto no es cosa solo de Argentina), representa —falsamente— la ultraderecha. Y por otra parte tiene que ver, sobre todo y a su vez, con una honda derrota cultural e ideológica del progresismo y del peronismo en el caso de Argentina, y de todo su viejo ecosistema político, sindical y organizacional, a manos de un vector ideológico y comunicacional ultracapitalista, ultraneoliberal, ultraindividualista y de tintes fascistas que ha capilarizado completamente la sociedad mediante su irradiación desde los grandes poderes mediáticos y el trabajo en la comunicación digital.
El triunfo electoral de Javier Milei habla de una nueva época en la que hay que pensar la política en otras claves. Que un fenómeno político que es básicamente comunicación (un discurso enunciado en medios y redes sociales) haya triunfado en una sociedad articulada como la argentina, derrotando además por paliza a uno de los aparatos partidarios más grandes del mundo como el es del PJ y el peronismo (llegando incluso a empatar nada menos que en la provincia de Buenos Aires), señala claramente que estamos en una fase histórica diferente. El éxito de Milei representa ante todo el éxito de la ultraderecha en la batalla cultural y señala dónde está la caja de herramientas de la política en el siglo XXI, la caja de herramientas para aupar al personaje Milei y también, es justo recordarlo hoy, para destrozar y proscribir a la que podría haber sido una candidata con más enjundia para enfrentarlo: Cristina; porque la competición electoral del domingo también es resultado de haber dejado fuera de juego a Cristina y al kirchnerismo, algo para lo que el papel de los poderes mediáticos ha sido también fundamental.
Ya intentamos explicar recientemente en La Base cómo Javier Milei es básicamente un producto mediático, curtido en los platós de televisión y cuya praxis política ha estado centrada en un 95% en la comunicación en medios y redes. Ya escuchamos, por ejemplo, cómo el propio Milei, tras ganar las Primarias en agosto, agradeció a los peces gordos mediáticos Alejandro Fantino y Mauro Viale por haber sido “los padres de la criatura” y haberlo “puesto a jugar en primera división”. Y no está de más recordar hoy también aquel momento bizarro que protagonizó Milei en una de sus entrevistas más sonadas de la campaña, en la que, además de escuchar voces y delirar, habló sobre el impacto en redes sociales del anuncio de su pacto con el macrismo. “Frente al anuncio de Bullrich yo posteé un meme —el León con el Pato—. Una pregunta: ¿alguien vio las métricas de ese tuit? Tiene más de 250.000 likes, tiene casi 16 millones de impresiones; solo en mi cuenta de instagram el posteo tiene 1 millón de likes”. Los entrevistadores lo despreciaban: “pero eso no son votos, Javier...” Y muchos se rieron de él. Mucha risa. Bueno, pues más allá de la locura del personaje y de todo lo que se vio en aquella entrevista, al final resulta que quien se equivocaba no era Milei por sobrestimar la importancia de Instagram, Tiktok y las redes sociales: quienes se equivocaron fueron quienes se rieron de todo eso, lo infravaloraron y pensaron que iban a ganar la elección con los punteros, los aparatos partidarios, los anuncios de la dirigencia del radicalismo y los arreglos por arriba.
Pero más allá de la cuestión de la comunicación digital, un par de ejemplos de cómo han operado los poderes mediáticos tradicionales de cara a esta segunda vuelta: el grupo Clarín y el grupo La Nación, los dos principales grupos mediáticos del país. Clarín lleva muchos años siendo uno de los principales actores de la oposición al kirchnerismo, en especial a la figura de Cristina Fernández y en particular desde 2009, a raíz de la Ley de Medios que aprobó el gobierno cristinista para luchar contra la concentración mediática.
En la primera vuelta, la candidata de Clarín era la macrista Patricia Bullrich; pero cuando quedó fuera de la carrera, Clarín pasó a apoyar claramente a Milei. Esto se puede percibir fácilmente mirando, por ejemplo, cómo el periódico de Héctor Magnetto se refería a la campaña de Massa en los últimos días: “campaña del miedo”. Piezas de la última semana, en la recta final: “La campaña del miedo contra Javier Milei llegó a los clubes de fútbol”. Otra, de este mismo sábado, en la víspera de la votación: “La campaña del miedo también llega al Congreso y rompe la veda”. “A horas de la elección que definirá entre Javier Milei y Sergio Massa el próximo presidente, la campaña del miedo tuvo su réplica en el Congreso de la Nación, donde el director de Seguridad transmitió a sus empleados, a través de las redes sociales, que no se puede dar "un salto vacío" y también habló del "Falcón verde", un símbolo de la dictadura”.
¡Qué vergüenza, alertar a la gente de que Milei representa la reivindicación de la dictadura, además de su mismo programa económico! Eso, para Clarín, era “la campaña del miedo contra Milei”. Lo que pase en Argentina a partir de ahora será también responsabilidad de Héctor Magnetto y del Grupo Clarín, que no han dudado en jugar a favor de la llegada al poder de un lunático ultraderechista como es Javier Milei.
No lo vamos a olvidar, y tampoco lo de La Nación. Al igual que en el caso de Clarín, la candidata de La Nación era Patricia Bullrich, pero cuando quedó descalificada, movieron sus fichas y las pusieron en Milei. “Un país harto eligió otra cosa”, decía el lunes La Nación. “La sociedad argentina decidió abandonar el territorio conocido para adentrarse en un tiempo político cargado de innovaciones”.
“Innovaciones”. El discurso de la dictadura, privatizaciones, neoliberalismo salvaje, Cavallo, Macri... todo muy innovador. Y enfrente, lo mismo de Clarín: “la campaña del miedo”. La Nación el 16 de noviembre, a 3 días de las elecciones: “Recta final. El Gobierno intensifica el uso del Estado para la campaña del miedo contra Javier Milei”. La Nación el domingo, en la misma jornada electoral: “Busquen en Google” | “La campaña digital millonaria para agitar el miedo a Javier Milei”.
Este comportamiento de Clarín y La Nación tampoco es sorprendente, pero por eso mismo es importante constatarlo. Porque quienes pensaron que la manera de ganar esta elección era poner un candidato como Massa que apelara al centro, se ganara el apoyo del establishment y al supuesto votante de derecha moderada del radicalismo pues ahí tienen la realidad de a favor de quién ha jugado ese establishment político y mediático tradicional: Clarín y la Nación, con Milei, y el voto íntegro de Juntos por el Cambio, con Milei.
Y la derecha mediática en España, ¿Cómo ha reaccionado a la victoria de la ultraderecha en Argentina?
Como era previsible, incluso tratándose de una figura tan delirante como Milei que deja a Trump y Bolsonaro como unos señores templados y razonables, la derecha mediática en España celebra la victoria de Javier Milei. El Mundo le dedica varias piezas positivas y se refiere a él como candidato “ultraliberal”: “Javier Milei, el ultraliberal que promete poner patas arriba a Argentina y llevar a mínimos el vínculo con España”; “Javier Milei, el candidato ultraliberal que cautivó a la juventud argentina” —y a El Mundo—.
La Razón, por su parte, ni siquiera dice “ultra”, dice simplemente “liberal”. “Milei consigue derrotar al izquierdista Massa y acaba con la etapa corrupta del peronismo” / “La candidatura de La Libertad Avanza consigue ilusionar a los votantes” / “el nuevo presidente argentino ha hecho frente a las duras campañas de la izquierda política y mediática”, dice en su portada. Y en el interior: “Milei arrasa y acaba con la etapa de la corrupción peronista en Argentina. El candidato liberal logra una histórica victoria con una ventaja de casi tres millones de votos”.
Nada de ultraderechista: “liberal”... Fiesta hoy en el periódico de Paco Marhuenda. Y esa fiesta liberal —acabo con esto— al big boss de toda esta gente en España le parece poco. Federico Jiménez Losantos afirmó este lunes en su programa que había dormido poco porque trasnochó disfrutando los resultados y celebró exhultante en Esradio el triunfo de Milei, que ve como la victoria más importante de su campo político en América Latina “en los últimos 20 años”. Losantos también acusó a diarios de la derecha mediática como El Mundo o ABC, que hoy celebran la victoria de Milei, de ser “basura peronista” cuyos departamentos de Internacional están en manos de “comunistas”, por calificar a Milei como “ultraliberal”, lo cual le parece inaceptable. Si Losantos dice esto es porque tiene clarísima la batalla cultural e intenta avanzar las líneas una y otra vez, y por eso escucharlo también es importante para entender lo que significa la victoria de Milei. Porque no son las condiciones socioeconómicas que genera el neoliberalismo por sí mismas lo que provoca el éxito de proyectos como el de Milei; el malestar se puede declinar de formas muy diferentes. La clave es ideológica. Son los losantos los que generan las condiciones para la llegada de los mileis.
Este texto es una adaptación del análisis de Manu Levin en La Base, puedes ver el episodio completo aquí: