Pablo Tigani: “El kirchnerismo hoy sería un modelo económico exitoso pero cala el mensaje de chorros y vagos”
El economista, docente y consultor Pablo Tigani (Buenos Aires, 1955) ejerce, entre sus varias ocupaciones, de profesor de postgrado y Maestría de la Universidad de Buenos Aires o de director ejecutivo de la Fundación Esperanza. Hijo y nieto de delegados sindicales peronistas, se define también como “peronista rabioso” y concede esta entrevista durante la resaca de la inapelable victoria de Javier Milei en las Elecciones Presidenciales, con los argentinos informándose a cuentagotas de los duros ajustes que prepara el libertario a dos semanas de tomar posesión el próximo 10 de diciembre. “Creo que la mitad de los que votaron por La Libertad Avanza tiene un anti-peronismo visceral, pero no van a acompañar a Milei cuando les despidan del trabajo, no les salgan las cuentas y vean que el país se pone bravo en las calles. Me preocupa la otra mitad, los que le votaron a conciencia de lo que puede pasar”.
Pregunta: ¿Qué ocurrió en Argentina para que llegue al poder alguien que reconoce ajustes que harán sufrir al país, que advierte de la paralización de la obra pública, que se ha lanzado a anunciar privatizaciones y que amenaza con romper con China?
Respuesta: Primero hay que tener en cuenta la situación mundial de un auge de los populismos de extrema derecha que llegan al poder. Tenemos el caso de Trump y el caso de Bolsonaro, y en Europa no hace falta que le diga cómo está la cosa. En segundo lugar, hay una especie de hartazgo potenciado por los medios hegemónicos en Argentina, que han instalado desde hace 15 años letanías hipnóticas en la mente de las personas y perturbando su capacidad de razonar. Durán Barba, asesor de Macri, decía que la audiencia de televisión tiene el nivel de comprensión de un niño de 8 o 9 años. En este tiempo ha calado el mensaje de chorros, de vagos contra el kirchnerismo. Sin embargo, el kirchnerismo hoy sería un modelo económico exitoso: el PIB creció entre un 70% y un 80%, el consumo alrededor del 85%, la inversión 23 puntos del PIB, el desempleo cayó a un tercio y se generaron cinco millones de puestos de trabajo, aumentaron las reservas, se canceló la deuda con el FMI y se reestructuró exitosamente la deuda contraída con los gobiernos neoliberales. La verdad contrasta con la posverdad.
¿La inflación y la incapacidad de ahorro de la población ha marcado esta última elección? Otros indicadores, como la deuda, el desempleo o el PIB mejoraron los de la etapa de Macri
En el periodismo es muy normal hacer trucos al explicar las cosas por los intereses acumulados detrás de los medios. Pero en Argentina también hay economistas del establishment que informan de acuerdo con las necesidades de sus clientes. Macri toma el poder el 10 de diciembre de 2015. Cuando se va, el 10 de diciembre de 2019, el PIB per cápita ha caído un 11% según Federico Sturzenegger, entonces presidente del Banco Central. La inflación era del 10% mensual de acuerdo con el Índice Nacional de Estadística, pero las consultoras privadas hablaban del 25%. Desaparecieron 25.000 empresas, hubo recesión, 700.000 puestos de trabajo menos y la vuelta del FMI como acreedor, lo que hacía 13 años no pasaba. Desembolsaron alrededor de 45.000 millones de dólares para respaldar la deuda que ellos mismos habían creado, una deuda en pesos que termina en default según Standard & Poor’s. El gobierno de Macri es la tragedia más extraordinaria de los 40 años de democracia.
¿Y sobre el mandato de Alberto Fernández?
Sigamos con los números. En el primer año de pandemia, el PIB cae el 9%, en 2021 crece por encima del 10%, por encima del 5% el año pasado y luego vendrá la caída de este año, entre el 1% y 2%: esto quiere decir que el mandato de Alberto termina en positivo frente a Macri negativo. Seamos justos: Alberto no pudo arreglar muchas cosas pero pudo evitar que muriera mucha gente en la pandemia y se hizo cargo de una herencia que dejó Macri de alrededor de 154.000 millones de dólares que vencían en los primeros tres años. Una bomba para Alberto Fernández. Después tenemos los dos años y pico de pandemia, estalla la guerra en Europa que a los argentinos nos pega mal porque nosotros exportamos lo mismo que comemos, soja, no somos Italia que exporta coches de lujo y consume fideos (pasta): al aumentar los precios internacionales de los alimentos se produce un impacto muy fuerte en los precios internos y se deteriora el poder adquisitivo de la población. Y sumémosle la sequía del año pasado que restó de la caja 22.000 millones de dólares.
¿Cómo se llegó a la crisis de 2018?
A partir de un juego muy sencillo. En el año 2016 y 2017 entraron a la Argentina alrededor de 100.000 millones de dólares. Aquí cuando el superávit de divisas supera los 10.000 o 12.000 o 15.000 millones, se plancha el dólar. ¿Qué quiere decir? Que el dólar queda quieto en una cifra fija. ¿Y qué pasó? Que el Banco Central aplicó lo que en economía se llama el trilema: fijar el tipo de cambio; pagar alta durante dos años, al 38%, la tasa de interés en Lebacs, que son letras del Banco Central de la República Argentina; y liberar la salida y entrada de capitales. Lo que sucedió es que los fondos cambiaban dólares a pesos, invertían en Lebacs, obtenían ganancias y las reconvertían a dólares a la misma tasa original. Finalmente retiraban el dinero en una operación que se llama bicicleta financiera y de la que todo el mundo era consciente. Cuando los fondos de inversión al cabo de dos años se dan cuenta de que esta situación tan rentable finaliza, se marchan masivamente y resulta que hay 40.000 o 50.000 millones de dólares de los inversores enganchados en esta espiral. Ahí es cuando Macri llama a Donald Trump y cuando Larry Fink, CEO de Blackrock, le pide que EEUU facilite vía FMI un préstamo rápido a Argentina de 45.500 millones de dólares para resolver este problema. La fuga de capitales fue de 86.000 millones de dólares. Y Argentina queda en bancarrota.
¿Qué nos deparará Milei?
Es un fenómeno inédito, ¿no? Lo más extravagante que pasó en Argentina es que un neoliberal declarado como Macri se imponga en elecciones libres. Pero que un neofascista o posfascista acceda en elecciones libres no había pasado nunca. Estos días vemos que Milei probablemente ha sido un Caballo de Troya que encontró hueco en una ciudadanía exhausta a bordo del cual viaja el mayor saqueador de Argentina, Macri. Ya le está eligiendo los ministros y aportando moderación para hacer sus negocios.
¿Un lavado de cara para realizar drásticos ajustes económicos?
Para Macri las reformas económicas son de segundo orden porque lo que él ha hecho son grandes negociados. La diferencia entre el gobierno de Cristina Kirchner y el gobierno de Mauricio Macri es que el gobierno de Cristina hubo actos de corrupción y personas que fueron enviadas a prisión, mientras que el gobierno de Macri fue un gobierno corrupto al 100%. No hubo hechos de corrupción, sino que todo el gobierno fue corrupto.
¿Qué espera que suceda?
Yo le pido a Dios por su salud que no se vaya a caer de ninguna escalera ni nada, porque su vicepresidenta [Victoria Villarruel] ha reivindicado la dictadura militar y el genocidio. Ella no ha contestado a la pregunta si sería capaz de proponer una amnistía general de todos los detenidos por crímenes aberrantes. Si uno le pone una gorra y un uniforme, con ese discurso se parece mucho a los militares que veíamos en 1976. El mismo lenguaje y la misma prepotencia. Milei quizá podría llegar a ser más flexible que esa mujer. Y por supuesto, está el encantador de serpientes que saca víboras de la madriguera con las manos de otros, que no es sino Mauricio Macri…
¿Pero qué podemos esperar de la economía?
En los primeros meses vamos a ver una liberación de las variables. Cuando en un país como este con tantos controles y regulaciones se liberan las variables, lo primero que va a pasar es que va a haber una fuerte devaluación con un traslado a los precios, lo que va a disparar la inflación y provocar la caída de salarios. Probablemente los empresarios tengan que hacer ajustes en sus empresas, porque la empresa privada no tiene la lógica del Estado, está para ganar plata y si no gana plata los empleados que le sobran van a ser despedidos. De esto no tengo ninguna duda. También prometen que van a revisar toda la ley laboral y si en el Congreso [con mayoría peronista] eso no prospera querrán hacerlo vía decreto, lo que puede desatar una ola de protestas que en Argentina pueden terminar mal. Ya tenemos la experiencia de 2001 de Fernando de la Rúa, un Gobierno que venció en primera vuelta con casi el 49% de los votos, instauró el Estado de Sitio, reprimió las protestas con más de 40 muertos y huyó a mitad de mandato. Argentina no es Grecia: aquí hay una conciencia social histórica muy fuerte desde el punto de vista laboral.
Milei insiste en que los ajustes los asumirá la clase política.
Eso es muy absurdo, porque cuando uno mira el presupuesto, los gastos de la política son el cero coma algo por ciento. Eso no resuelve ningún problema.