Feminismo, deuda y organización contra la extrema derecha argentina
Resistiendo la guerra de Milei contra las mujeres y la clase trabajadora
Como parte del colectivo Ni Una Menos en Argentina, hemos estado organizando huelgas y acciones feministas contra el plan de austeridad de la extrema derecha y sus ataques a los derechos de las mujeres y personas LGBTQI+. En este artículo esperamos ofrecer un análisis desde una perspectiva feminista que pueda aportar en la lucha contra la deuda bajo la nueva administración de extrema derecha del presidente Javier Milei.
Milei asume el cargo a fines de 2023 prometiendo desregulación y “recortes con motosierra” y rápidamente comenzó a introducir una serie de medidas de austeridad dirigidas a recortar la inversión del estado en salud, educación y prestaciones sociales. Tambien cerró el Instituto contra la discriminación y el Ministerio de Mujeres, géneros y diversidad, entre otras medidas que apuntan a transformar al estado en cómplice de la violencia por razones de género.
La lucha contra la deuda sigue siendo fundamental para enfrentar el programa de la ultraderecha. La contracara de la “motosierra” es el pago de los intereses de la deuda con el FMI y los acreedores privados
En este contexto adverso, hemos estado desarrollando estrategias para la organización colectiva contra la deuda y la colonización financiera de la vida cotidiana. Este análisis fue pionero en Argentina, y nos parece fundamental para comprender este momento de ascenso de Milei.
La lucha contra la deuda sigue siendo fundamental para enfrentar el programa de la ultraderecha. La contracara de la “motosierra” es el pago de los intereses de la deuda con el FMI y los acreedores privados. Así, por primera vez en nuestra historia, el Estado argentino gasta más en pagos de deuda que en pagos de pensiones. Al mismo tiempo, bajo el gobierno de Milei, la deuda de los hogares también se ha intensificado, consecuencia de la desregulación de los precios de bienes y servicios básicos.
En el año 2018, al investigar para nuestro libro, Una Lectura Femenista de la Deuda, encontramos que un gran número de mujeres estaban endeudadas “para vivir”, es decir que se endeudan para la compra de bienes y servicios asociados a la reproducción social (como el cuidado de familias y el pago del alquiler, entre muchos otros), una situación exacerbada por el acuerdo de Argentina con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en 2018. A esto lo llamamos “endeudamiento para sobrevivir”. Y, más tarde, Junto a Silvia Federici, definimos la colonización financiera de la reproducción social como la invasión del sistema financiero en áreas cada vez más amplias de la vida.
Nos negamos a permitir que Mile oculte sus relaciones íntimas con los poderes financieros y corporativos, algo que oculta redefiniendo el lenguaje de su conservadurismo capitalista
Ese es el contexto en que abordamos el antagonismo inherente del término “casta financiera”. Usamos el término en un sentido muy preciso, que debe contrastarse con como Milei y su fuerza política libertaria han popularizado el uso de la palabra “casta”. Ellos utilizan este (y otros términos) para autopostularse como “outsiders”, señalando a la clase política como la causante de todos los problemas que enfrenta el pueblo trabajador en Argentina, lo que excluye a los directores de las grandes corporaciones, los elites financieras y sus instituciones (los bancos, el FMI, administradores de fondos de inversión, empresarios ligados a la finanzas digitales) que se benefician de las crisis de la economía argentina.
Nos negamos a permitir que Mile oculte sus relaciones íntimas con los poderes financieros y corporativos, algo que oculta redefiniendo el lenguaje de su conservadurismo capitalista. Nos vemos obligadas a subrayar el verdadero significado de “casta” para él, y marcar un antagonismo concreto entre la lucha femenista y quienes intentan lucrar con la especulación financiera a expensas de nuestros cuerpos y territorios.
Vamos a compartir en los párrafos siguientes algunas de las lecciones que hemos aprendido en la resistencia a las políticas de schock neoliberal aplicadas por la extrema derecha—y esperamos que puedan asistir a otros en sus luchas contra la extrema derecha y sus planes de austeridad.
Para Milei, gobernar es destruir, producir caos y ejercitar la crueldad
Las dos características novedosas del plan ultraneoliberal que estamos viviendo son su velocidad y su violencia. Milei deriva su poder de sus vínculos con fondos de inversión (como BlackRock) y con poderosas corporaciones con intereses extractivistas (de ahí sus frecuentes visitas a Elon Musk). Estos profundos vínculos se hacen evidentes al mismo tiempo que la sociedad argentina está siendo reconfigurada por nuevos extremos del capitalismo, hacia un modelo extractivo y bélico.
Este sistema de gobernanza se sostiene a través de tres vectores: la capacidad de destrucción (despidos masivos, la eliminación de órganos del estado enteros, la destrucción de los vínculos sociales fomentados por grupos comunitarios); la creación del caos (políticas de shock neoliberales, y la imposición de nuevas políticas y normas, algunas de ellas inconstitucionales); y el despliegue de crueldad (retener alimentos de los más pobres, y vanagloriarse de ello, festejar los despidos estatales).
No se trata de excesos o insuficiencias, sino de una forma de política necesaria para fomentar la crisis y la guerra.
Tenemos que centrar la descolonización
No sirve de mucho discutir de forma dicotómica si Milei es el efecto local de un fenómeno mundial o una singularidad extrema nacional. Para comprender mejor lo que realmente está sucediendo, debemos considerar que es lo novedoso sobre Milei, y en qué sentido se produce su arraigo en la política nacional y, al mismo tiempo, el contexto global de su emergencia.
El apoyo que extrae Javier Milei del plano internacional, por ejemplo, supera al del expresidente brasileño Jair Bolsonaro, porque la crisis del genocidio en Gaza y el alineamiento de Estados Unidos e Israel le han permitido exacerbar su inserción en un polo de fuerzas directamente asociado al sostenimiento de la guerra. Pero Milei también puede diferenciarse de los exponentes de la extrema derecha del Norte Global, como el expresidente estadounidense Donald Trump, porque no es nacionlista, sino que es un intensificador de relaciones neocoloniales.
Como hemos argumentado anteriormente, el neoliberalismo en nuestra región es inherentemente violento desde sus orígenes. La dictadura militar de 1976—el momento en que se aplicó por primera vez el modelo neoliberal—no puede entenderse separada de la represión masiva de la organización popular. De este modo, este autoritarismo no es una desviación a posteriori, y de la misma manera, la violencia derivada del neoliberalismo en Argentina está ligada a procesos de recolonización.
Ahora somos testigos de una nueva fase de esa recolonización en nuestra región que combina una “colonización financiera” (a partir de la presencia de los programas de austeridad del FMI en varios países, y el papel cada vez más importante de los fondos de inversión ligados al extractivismo), y una “colonización militar” (ejemplos de ello son países como Ecuador y Haití, donde agitación desde los poderes estatales de una guerra interna da paso a la dominación colonial y a la presencia de fuerzas armadas de EE.UU).
Las feministas han sido las pioneras en usar la categoría de guerra para conceptualizar las nuevas formas de la violencia
En Argentina, el gobierno está fomentando a través de legislaciones, una forma de disolución nacional que segmenta el país en zonas de sacrificio (con provincias enteras vinculadas a la actividad de corporaciones extractivistas), por lo que se hace más necesario que nunca recuperar un vocabulario y unas prácticas que hagan eje en la descolonización.
Construyendo poder y redefiniendo la violencia
Las feministas han sido las pioneras en usar la categoría de guerra para conceptualizar las nuevas formas de la violencia. Nosotras hablamos de una guerra contra las condiciones de reproducción social (retención de alimentos, liberalización de los precios de bienes y servicios fundamentales, el congelamiento de salarios), así como de una guerra contra las condiciones para la reproducción de las luchas (la crisis económica vuelve cada vez más difícil la tarea de organizarse y asistir a manifestaciones), que se articulan con la guerra como escenario global.
La militarización es la etapa superior de la guerra financiera, que está apareciendo en Ecuador, Haití y Argentina (entre otros) en condiciones similares a las circunstancias en África en los años 1980. Federici, utilizando esta perspectiva, destaca la necesidad de generar un movimiento feminista contra la guerra para resistir esta militarización y guerra financiera.
Afirmar que el régimen de Milei tiene elementos fascistas no es decir que la mayoría de sus votantes sean fascistas
Como activistas y militantes, nos hemos visto obligadas a repensar cómo categorizamos y definimos la violencia. Llevamos mucho tiempo diciendo que la violencia alimentada por una masculinidad autoritaria es incomprensible sin estar integrada en un sistema de “violencia económica”, que se ha transformado e intensificado en “violencia financiera”, que (para invocar la formulación de Étienne Balibar) se ha convertido en “violencia absoluta”.
Argentina es un laboratorio para el resto del mundo
La extrema derecha de Milei emerge como una respuesta a un neoliberalismo en crisis relanzando un proyecto y una agenda neo-extractivista vinculada al mercado global, particularmente en torno a la energía, los minerales raros como el litio y el agronegocio. Una novedad es que el gobierno de Milei no está dispuesto a hacer concesiones ante el aumento de la conflictividad social evidenciando una radicalización de las elites económicas en su proyecto de avanzada con los derechos de las clases trabajadoras.
En el movimiento feminista hemos situado este vínculo entre el fascismo y la economía cotidiana como una perspectiva fundamental para comprender la violencia económica que sufren los que sostienen la economía doméstica, quienes se endeudan solo para sobrevivir
Afirmar que el régimen de Milei tiene elementos fascistas no es decir que la mayoría de sus votantes sean fascistas. De hecho, gran parte de su apoyo puede explicarse a través de la economía cotidiana. Es un terreno que parece ser ignorado una y otra vez en su inexorable materialidad y, como tal, en su racionalidad política.
En el movimiento feminista hemos situado este vínculo entre el fascismo y la economía cotidiana como una perspectiva fundamental para comprender la violencia económica que sufren los que sostienen la economía doméstica, quienes se endeudan solo para sobrevivir. Esto ha producido una cristalización del ajuste permanente en la vida cotidiana que explica en parte que el lenguaje de la austeridad de Javier Milei pueda ser audible.
Y aquí se nos presenta un desafío como militantes anti-deuda: ¿Cómo hacemos política cuando el lenguaje de la austeridad se convierte en el lenguaje popular?
Las calles son un espacio vital
Las marchas feministas que contaron con la participación de cientos de miles de mujeres en ciudades de América Latina el 8 de marzo de 2024 (Dia Internacional de la Mujer), incluyendo a decenas de miles en Buenos Aires, fueron importantes por varias razones. Las realizamos contra un gobierno de extrema derecha que nos ha declarado públicamente como enemigas con un discurso racista y misógino. Nos organizamos a pesar del protocolo represivo que criminaliza la protesta, lo que hizo que el autocuidado fuera esencial. Y todo fue en medio de que el gobierno de Milei libraba una guerra económica contra la población argentina, lo que hace que organizarse y movilizarse sea una tarea enorme.
Para concluir, es importante destacar que los mayores beneficiarios de este gobierno de la violencia y la crueldad es la casta financiera. Las políticas de shock neoliberal solo se pueden aplicar partiendo del conocimiento de que los cuerpos feminizados, en condiciones cada vez más precarias, asumirán más trabajo para sustentar la vida.
La tarea del feminismo popular como fuente de insubordinación y desobediencia es más importante que nunca.