Injerencia e intento de golpe de Estado en Honduras
La intentona golpista, en la que presuntamente estarían involucrados altos mandos militares y personal del Comando Sur del Ejército de Estados Unidos, se habría fraguado tras el anuncio del Gobierno de la cancelación del tratado de extradición con el Ejecutivo norteamericano.
El plan de sublevación coincide con un fuerte recrudecimiento del frente mediático y judicial contra Xiomara Castro y su entorno
El motivo de la clausura del acuerdo de extradición, según el Gobierno hondureño, era cortar de raíz el intento de emplear esta herramienta judicial contra militares leales. "Ratifico que la paz y la seguridad interior de la República están en riesgo [...] por un nuevo golpe de Estado que el pueblo debe detener", señaló la presidenta en su alocución del 3 de septiembre.
El plan de sublevación coincide con un fuerte recrudecimiento del frente mediático y judicial contra Xiomara Castro y su entorno. La propia Castro explicó el modus operandi del alzamiento, que sigue el patrón repetido en los últimos años contra los gobiernos progresistas de Latinoamérica:
- Acusaciones de corrupción por parte de estamentos judiciales, tanto internos como externos.
- Amplificación y bombardeo mediático del tema.
- Culminación del golpe inhabilitando judicialmente las candidaturas progresistas (Lula da Silva, Rafael Correa, Cristina Fernández de Kirchner) o mediante la intervención del Poder Legislativo (Paraguay, 2012; Brasil, 2015).
Por el momento, Xiomara Castro ha detenido el golpe en su fase más incipiente y convocó a sus seguidores a un acto multitudinario en Tegucigalpa, el pasado 14 de septiembre, en el que recalcó que las elecciones son el único camino democrático para acceder al poder. En este sentido, hizo un llamamiento a aumenta su respaldo en los próximos comicios, previstos para noviembre de 2025.
Cabe destacar el respaldo de los sectores más reaccionarios de la política estadounidense a la derecha hondureña
Desde su llegada al poder en 2022, Xiomara Castro ha enfrentado una oposición no solo desde los partidos políticos de la derecha, sino también desde las estructuras oligárquicas empresariales. Asimismo, el intento de golpe evidenció la existencia de sectores desestabilizadores dentro de los aparatos militar y policial, así como de actores externos. «Nosotros hemos visto toda una serie de acciones de presión de parte de los Estados Unidos que han venido escalando en contra de las decisiones de la presidenta Xiomara Castro», señaló el vicecanciller Gerardo Torres.
En este sentido, cabe destacar el respaldo de los sectores más reaccionarios de la política estadounidense a la derecha hondureña. Un grupo de congresistas norteamericano pidió al Ejecutivo de Joe Biden que interviniera para proteger los intereses de Estados Unidos frente a unas supuestas “expropiaciones”, agitando el fantasma del “comunismo expropiador”, uno de los mantras del conservadurismo hondureño.
Otro foco de presión es el Congreso, donde la derecha viene bloqueando las medidas gubernamentales y la renovación de instituciones claves como la Fiscalía. El transfuguismo de un grupo de diputados de Castro rompió los equilibrios en la Cámara y permitió la emergencia del conocido como Bloque de Oposición Ciudadana. No obstante, los avances sociales puestos en marcha desde el Ejecutivo han logrado evidenciar las tácticas obstruccionistas del conglomerado de derechas, en el que se encuentran el histórico Partido Nacional, el Partido Salvador de Honduras y el oportunista Partido Liberal.
En lo que va de su gestión, Castro ha reducido la deuda externa, impulsado programas de apoyo al sector agrario y exonerado del pago de tarifas de luz a las 850.000 familias de menores recursos. Asimismo, este año el Gobierno anunció la construcción del Tren Interoceánico, una obra estratégica para el desarrollo y la logística del país. También ha habido avances significativos contra la impunidad y hechos simbólicos en este tema, como la condena en Estados Unidos a 45 años de prisión por narcotráfico del expresidente Juan Orlando Hernández.
Honduras ha sido un punto neurálgico de tensiones políticas especialmente tras el derrocamiento de Manuel Zelaya en 2009. Este primer golpe dio inicio a una serie de procesos de desestabilización en América Latina y marcó un antes y un después en la política hondureña. La destitución de Zelaya, cónyuge de Castro y un presidente que impulsó políticas progresistas y redistributivas, dio paso a un Gobierno de facto que instauró un clima de represión y violencia, marcado por la criminalización de la oposición política y la violación sistemática de los derechos humanos.