La clase media agoniza en Argentina ante el disparatado aumento de la sanidad privada, clubes sociales, colegios o gimnasios
Hace dos semanas, la Dirección General de Estadística y Censos de la Ciudad de Buenos Aires estimó que para ser parte de la clase media en la capital porteña hacía falta ganar unos 888.000 pesos mensuales, unos 750 euros aproximadamente en el cambio paralelo. Hoy esa cantidad probablemente sea de un millón de pesos o incluso más ante el disparatado aumento de los servicios que contrata este segmento de la población para diferenciarse del resto: las prepagas —seguros privados de salud— han crecido un 70% en el acumulado de enero y febrero, los gimnasios han duplicado su precio respecto a diciembre, los restaurantes crecen por encima de la inflación y están menos llenos, y lo mismo ocurre con los clubes privados que se localizan en el selecto barrio de Belgrano, el transporte escolar, los colegios privados, los fisioterapeutas…
En definitiva, hay un trasvase cada vez más fuerte de la clase media hacia la pobreza, que se disparó 13 puntos en febrero respecto a diciembre alcanzando al 57% de la población. “La clase media la está pasando muy mal”, explica el economista y consultor Pablo Tigani. “Los sueldos quedaron fijos en diciembre y la inflación acumulada fue del 50% en enero. Además de eso, se ha restablecido el Impuesto a las Ganancias a los que cobran más de 1,7 millones de pesos, un 35% de descuento del sueldo. Y respecto a los servicios que consume este sector, la inflación ha sido muy superior a la oficial. La medicina prepaga por ejemplo aumentó en más de un 100% desde diciembre. También la contratación de televisión por cable, Internet, los celulares, etcétera”.
Habla un periodista que trabaja en la televisión y que pide anonimato. “Si te sirve mi testimonio, creo que soy un retrato de la clase media que sufre. Tengo tres hijos, la inflación en dos meses fue del 50% y mi sueldo creció solo un 10%. Antes, en 2023, yo llegaba justo, con una pequeña capacidad de ahorrar. Ahora es imposible: mis tres pibes van a escuela privada y, por primera vez, estoy buscando fórmulas para ahorrar en comida. No dejar de comer pero sí decir: bueno, a ver, vamos a acotar un poco la compra de carne y de otros productos. Estoy viendo cómo achicar los gastos fijos porque no sé cuánto puede durar esto y no me cuadran los números”.
El director del Observatorio de la Deuda Social en Argentina de la UCA, Agustín Salvia —el organismo que mide mensualmente la pobreza y que la elevó hasta el 57% recientemente—, ha publicado un artículo según el cual, dentro de ese 57% de pobres, “un 15% serían indigentes y un 50% trabajadores informales de bajos ingresos y sin seguridad social”. La fotografía general, según Salvia, arroja que “cuatro de cada 10 familias dependen de la asistencia pública, y surgen nuevos pobres de clase media con muchas dificultades para revertir la caída”.
En la red de gimnasios Megatlón, una suscripción en una sede ubicada en una zona noble entre Palermo y Recoleta ha pasado de costar al año 210.000 pesos en octubre —menos de 200 euros— a casi 500.000, un precio que supera al de muchas cadenas low cost de Madrid. Un masaje en una clínica de fisioterapia junto a los Bosques de Palermo ha pasado de valer 8.000 pesos a 20.000. Los más de 300 kilómetros de bicisendas —carriles bici— que diseñó el ex gobernador Horacio Rodríguez Larreta cada vez están más llenos. El transporte ha subido más del 200%.
En una vereda junto al café-bar Tabac, la cafetería emblemática de la derecha macrista, dos madres cuyos hijos van a un colegio privado de la zona de Belgrano cuentan que han decidido no contratar este curso el transporte escolar. Señalan que las tarifas han pasado de 53.000 pesos en diciembre a 144.000 pesos, tras la tremenda devaluación llevada a cabo por el Gobierno libertario y ultraderechista de Javier Milei nada más arrancar su mandato. Las clases recién arrancan ahora, ya que Argentina está terminando el verano. Y las mamás razonan que será más barato llevarles en coche a pesar de la subida de los combustibles.
“En Argentina la clase media cuando tiene, o cuando tenía, un excedente, ahorra en dólares. Y con Alberto Fernández ahorraba, sí: no mucho, pero ahorraba. Ahora están vendiendo sus dólares para pagar sus cuentas y llegar a fin de mes. Y el presidente se está burlando de ellos”, indica Pablo Tigani en referencia a uno de los tweets en la red social X del inclasificable presidente en el que ironizaba precisamente sobre la venta de dólares por parte de una clase social que le votó masivamente en la segunda vuelta de las presidenciales de noviembre.
“Yo la llamo la clase media pelotuda”, prosigue Tigani. “Le dio el sustento político a un señor que se burla de ellos y con el que van a empezar a tener problemas. Por descontado que esos problemas van a multiplicarse en las villas de emergencia, donde también hubo quien votó a Milei y ahora comprueban cómo los alimentos no llegan a los comedores”.
Según una reciente encuesta de CEOP, la popularidad de Milei ha caído 15 puntos en dos meses. El 54% tiene una mala opinión de él y tres de cada cuatro argentinos creen que los ajustes los está pagando la gente y no “la casta”, el abstracto calificativo utilizado por Milei para desmontar el andamiaje del estado social. El ex ministro de Economía peronista derrotado en noviembre Sergio Massa, cuya popularidad se mantiene relativamente alta y aspira a volver, está tomando nota del sufrimiento de la clase media. Lo mismo que el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, o el ex candidato a jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires Leandro Santoro, uno de los dirigentes mejor valoradosdel país. Todos ellos hablan de la clase media.
Mientras, el Gobierno vive cada semana como si fuera la última. Tras una serie de filtraciones para desprestigiar al activista y dirigente Juan Grabois y suprimir su herramienta fiduciaria para impulsar el desarrollo en barrios populares —los grandes medios llevan semanas subrayando el supuesto derroche del fondo sobre el que no se ha hallado ninguna ilegalidad—, la guerra entre Milei y las provincias se recrudece y amenaza incluso a la producción de petróleo. El libertario está retirando aceleradamente fondos a los gobernadores tras fracasar sus leyes para desguazar el Estado en el Congreso y en los tribunales. Especialmente sonado es el enfrentamiento abierto que mantiene con el gobernador de una región rica en hidrocarburos, Chubut, al frente de la cual está Ignacio Torres, que pertenece al Pro del ex presidente Mauricio Macri y de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y ya ha roto con ellos. Los jubilados también ven amenazadas sus pensiones. Se suceden las huelgas en trenes, educación y sanidad. La derecha política está estallando en su apoyo a Milei. El otoño va a ser especialmente caliente.