Luego del tsunami de su victoria, Sheinbaum comienza a armar un gobierno propio

Con el paso de las semanas se irá completando el puzzle del gobierno que tomará posesión el 1 de octubre, y de qué tanto cambiará en realidad con respecto al gobierno de AMLO
Ian Robles/ Eyepix Group / Zuma Press / ContactoPhoto
Ian Robles/ Eyepix Group / Zuma Press / ContactoPhoto

Los días después de las elecciones del 2 de junio en México han sido vertiginosos en la política partidista. Apenas saliendo de la resaca electoral y del tremendo mazazo a la oposición, estamos asistiendo a los primeros nombramientos de la presidenta electa. Aunque con guiños de continuidad al obradorismo y a sus obras emblemáticas, Claudia Sheinbaum ha marcado algunas diferencias.

Conviene primero repasar los resultados de las urnas, para dar cuenta de la consolidación de la hegemonía del movimiento obradorista y del innegable respaldo popular con el que arranca Sheinbaum. Aunque todas las encuestas medianamente serias daban por ganador al movimiento obradorista, el resultado fue mucho más arrollador de lo esperado:

  • Claudia Sheinbaum ganó con 59.76% de los votos, frente a 27.44% de la opositora Xóchitl Gálvez.
  • La coalición oficialista alcanzará la mayoría calificada en la Cámara de Diputados, necesaria para aprobar sus reformas constitucionales prioritarias. En el Senado se quedarían a dos escaños de lograrla.
  • Morena y sus aliados gobernarán 24 de las 32 gubernaturas.

Si además se mantiene la tendencia de trasvase de priistas a los partidos de la coalición oficialista, como ocurrió particularmente durante la campaña, es probable que Sheinbaum consiga todos los votos necesarios para aprobar sus iniciativas sin necesidad de negociarlas con ningún actor opositor.

Mientras tanto, la coalición opositora —PRI, PAN y PRD— no atina a recomponerse tras el tsunami que le pasó por encima. Con los peores resultados de su historia, el Partido de la Revolución Democrática, otrora representante de la izquierda electoral, finalmente sucumbió a sus prácticas corruptas y al abandono de sus principios, y está a punto de desaparecer tras 35 años de vida. El PRI, el partido de la dictadura perfecta, se aferra a lograr en el escritorio algunos escaños más para sus mandos superiores, mientras sus dos gobernadores restantes le hacen guiños a la presidenta electa. El PAN vive una revuelta interna de sus notables contra un líder partidista que se empeña en permanecer al frente mientras su partido declina en todos los aspectos lenta pero sostenidamente.

Por su parte, los líderes empresariales opositores al oficialismo están desorientados, lo mismo buscando reuniones con Sheinbaum que deslizando que crearán un partido nuevo o exigiendo pruebas de credibilidad al nuevo gobierno. Sus “influencers” y comunicadores están enfrascados en peleas internas para repartirse culpas —y, de paso, hacer gala de su desconexión de la realidad, su clasismo y su ignorancia. Apenas se dan cuenta de que no se daban cuenta. De que la mayoría de los votantes jamás los vio como alternativa porque son identificados como el neoliberalismo y la corrupción encarnados, aunque intentaran arrebatar banderas a diestra y siniestra.

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El gabinete de la doctora

Con la tranquilidad que le ha dado el “carro completo”, la presidenta electa ha comenzado a develar a las y los integrantes de su futuro gabinete. Los nombramientos —seis que provienen del gobierno de AMLO y seis del gobierno capitalino de Sheinbaum— van así al 27 de junio:

El primer cargo fue anunciado por el propio presidente López Obrador. Rogelio Ramírez de la O, actual secretario de la Hacienda, continuará con Sheinbaum en el cargo que ocupa desde julio de 2021. Es un funcionario discreto ante el ojo público que, antes del obradorismo, trabajó en el sector privado y la academia. La confirmación de su nombramiento se habría adelantado para tranquilizar a los mercados.

Al frente de la Secretaría de Economía estará Marcelo Ebrard, que comenzó su carrera en el PRI y fue jefe de gobierno de la Ciudad de México y secretario de Relaciones Exteriores de AMLO. Llega al gabinete como parte de un compromiso hecho durante la elección interna de Morena. Estará encabezando las renegociaciones del T-MEC, el tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá. En su momento, Trump alardeó de haberlo obligado a aceptar el programa anti inmigrante “Quédate en casa” en cinco minutos.

Juan Ramón de la Fuente será el nuevo secretario de Relaciones Exteriores. Psiquiatra de formación, académico y diplomático, De la Fuente fue secretario de Salud del priista Ernesto Zedillo. Luego fue designado rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde reprimió la famosa huelga universitaria de 1999-2000.  Con AMLO fue designado embajador de México ante la ONU. Renunció para integrarse a la campaña de Sheinbaum, y lidera su equipo de transición.       

Alicia Bárcena, actua secretaria de Relaciones Exteriores del obradorismo, será la titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat). Bióloga de formación, Bárcena tiene una destacada carrera en organismos internacionales, como la CEPAL y el PNUD. Ella ha señalado que uno de sus principales retos será la gestión integral del agua, y ha remarcado que “debemos movernos del extractivismo a la sustentabilidad”. Desde su despacho podría mitigar, o incluso frenar, los tristes impactos ambientales del Tren Maya.

También proveniente del gobierno de AMLO, donde funge como secretaria de Economía, Raquel Buenrostro Sánchez será la titular de la Secretaría de la Función Pública. Es una funcionaria de larga trayectoria que ha trabajado tanto con gobiernos priistas como panistas y ahora con Morena. Como directora general del Servicio de Administración Tributaria (SAT) con López Obrador, sacó adelante una estrategia para que las grandes corporaciones dejaran de evadir impuestos y pagaran sus millonarias deudas —un plan fundamental el obradorismo, ante la ausencia de una reforma fiscal.

La Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano estará a cargo de Edna Vega Rangel, quien se desempeña actualmente como subsecretaria de Ordenamiento Territorial y Agrario de esa secretaría. Tendrá a su cargo uno de los programas prioritarios más importantes del próximo gobierno: la construcción de un millón de viviendas con el eje central del Acceso a la vivienda como un derecho.

Rosaura Ruiz, amiga de la presidenta electa, exsecretaria de Educación de la capital del país y reputada académica, encabezará el recién creado ministerio de ciencia. La elevación del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías a secretaría de Estado es una de las apuestas de Sheinbaum para imprimirle un rostro propio a su periodo —la relación de AMLO con la comunidad científica del país fue sumamente tensa a lo largo de todo el sexenio. Claudia Sheinbaum anunció que Ruiz extenderá el proyecto de las universidades Rosario Castellanos y la Universidad de la Salud.

Ernestina Godoy fue anunciada como la próxima consejera jurídica del Ejecutivo Federal —una suerte de superpoderosa abogada de la presidenta. De militancia de izquierda de toda la vida, fue fiscal de la Ciudad de México con Sheinbaum, y también tuvo algunos cargos con López Obrador cuando éste fue Jefe de Gobierno de la capital. AMLO intentó colocarla como ministra de la Suprema Corte.

La Secretaría de Energía estará en manos de Luz Elena González Escobar, exsecretaria de Administración y Finanzas de la Ciudad de México y funcionaria de todas las confianzas de la presidenta electa. Es economista especialista en medio ambiente, y enfrenta como retos impulsar una transición energética sostenible —tanto en la necesidad de inversión e infraestructura como en el respeto a los derechos territoriales de los pueblos donde se pretendan instalar proyectos— y la soberanía energética. También deberá manejar la relación entre Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad con las finanzas públicas.

La Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural estará a cargo de Julio Berdegué, un ingeniero agrónomo que ha trabajado en la FAO y ha sido consultor de organismos internacionales como el Banco Mundial. Ha adelantado que sus tres prioridades serán el bienestar de las personas que viven en el campo; manejo de agua; y producción alimentaria, aunque queda por ver bajo qué modelo. Ha informado que recibió instrucciones de Sheinbaum para no permitir el cultivo ni la importación de maíz transgénico en el territorio nacional. Sobre el perjudicial glifosato, dijo que se mantendrá la política obradorista de postergar su prohibición.

El médico e investigador David Kershenobich, quien coordinó los foros por la transformación en la materia, estará al frente de la Secretaría de Salud (SSA). La salud también ha sido un ámbito de mucha polémica durante el gobierno obradorista por el tema de abasto de medicamentos y recorte de presupuesto. El futuro secretario anunció que su prioridad es avanzar en la cobertura universal de los servicios con calidad y eficiencia y recuperar la vacunación de toda la población.

Otro funcionario de la Ciudad de México, el ingeniero civil Jesús Esteva Medina, estará a cargo de la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes. Ha intervenido en importantes vialidades e infraestructura de comunicación de la capital del país, como la reconstrucción de las líneas 9 y 12 del metro, la construcción de la línea 3 del cablebús y el tren interurbano México-Toluca. Será el encargado del regreso de los trenes de pasajeros, parcialmente de la operación de los controvertidos Tren Maya y tren Interoceánico, y de consolidar infraestructura al servicio del nearshoring.

Mucho se ha señalado que estos nombramientos anuncian un gabinete con más acento en los temas relacionados con las ciencias y la crisis climática y ambiental y han sido bien recibidos por los mercados. Con el paso de las semanas se irá completando el puzzle del gobierno que tomará posesión el 1 de octubre, y de qué tanto cambiará en realidad con respecto al gobierno de AMLO. Se espera que en las siguientes semanas se despeje la duda de quiénes encabezarán a las muy empoderadas Fuerzas Armadas y a la secretaría de seguridad federal, en un México que sigue padeciendo una violencia grave y creciente.