Colombia

María Fernanda Cabal, la cara de la ultraderecha en Colombia

Cabal, senadora ultraderechista de Centro Democrático, ha confirmado su intención de ser la candidata presidencial de su partido en 2026. ¿Qué hay que saber de ella y su agenda política?

María Fernanda Cabal Juan J. Eraso/Long Visual Press
Juan J. Eraso / Zuma Press / ContactoPhoto

El 29 de agosto la senadora colombiana María Fernanda Cabal dio una fantástica noticia a las nuevas derechas radicales latinoamericanas. A través de un mensaje en su cuenta de X confirmó su intención de ser la candidata presidencial del uribista Centro Democrático afirmando lo siguiente: “Que le quede claro al país. Yo soy Centro Democrático, soy fundadora, aquí estoy y aquí me quedo. Seré la candidata de mi partido y lo haré con todo orgullo representando a millones que claman orden y libertad”.

Quién es Cabal

Cabal está llamada a jugar un papel de peso en el ecosistema de la ultraderecha hispanohablante en los próximos años. Habiendo representado una de las líneas más duras contra el gobierno de Gustavo Petro, María Fernanda Cabal es en cierta medida desconocida internacionalmente, pero no es un nombre nuevo en la política nacional colombiana, pues ha sido una figura notable desde hace unos cuantos años.

Su popularidad ha venido de la mano de una flagrante violencia discursiva, hecho que se ejemplifica con el episodio en el que espetó “¡estudien, vagos!” en el Día Nacional de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas del conflicto armado en Colombia a un grupo de familiares de víctimas de la violencia política en Colombia.

La “Thatcher colombiana” pretende representar la quintaesencia de la derecha: en lo securitario, mano dura; en lo institucional, cerca de las fuerzas armadas; en lo político, antifeminista, antilgtb+ y anticomunista

Cabal fue diputada entre 2014 y 2018 y es, desde el mismo año 2018, senadora de la República. La “Thatcher colombiana” pretende representar la quintaesencia de la derecha: en lo securitario, mano dura; en lo institucional, cerca de las fuerzas armadas; en lo político, antifeminista, antilgtb+ y anticomunista. En resumen, se postula como la opción “antiprogre” en la escena política nacional, una postura en cierta medida potente en un contexto marcado por la presidencia de izquierdas de Petro y por la emergencia regional de gobiernos de derecha radical como el de Javier Milei.

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Conviene leer a sus afines. Con este entusiasmo recibieron en el medio El Colombiano la noticia:

“El discurso de Petro [...] se reducía a decir que la economía de libre empresa y propiedad privada produce unos pocos ricos muy ricos y muchos pobres muy pobres y mucha desigualdad de ingreso y degradación del medio ambiente. Que por ello es un sistema intrínsecamente malo que debe ser corregido o eliminado por la acción de un estado omnisciente, omnipotente y benevolente que establezca la “justicia social”. [...] Frente a eso, Cabal se alzaba afirmando con contundencia que “la civilización se afinca sobre la propiedad privada”, que “el hacer empresa es parte del espíritu individual” y que los estatistas socializantes de todos los partidos “ofrecen doctrinas colectivistas que lo único que traen a la humanidad es miseria y muerte”. La senadora era la única entre todos los aspirantes que veía con claridad la naturaleza del proyecto político de Petro, el proyecto del socialismo del siglo XXI del Foro de Sao Paulo, enemigo del capitalismo, de la libertad y la democracia”.

Cabal se entusiasma con una posibilidad futura que, si bien no es certera, puede sin ningún lugar a dudas tener lugar: un cuadrante ultraderechista entre ella en Colombia, Kast en Chile, Milei en Argentina y Trump en Estados Unidos

“Los imbéciles votan y nos ponen en riesgo a todos”, llegó a decir en un acto de VOX, haciendo gala de un discurso sin filtros que ha sido la base de su crecimiento en Colombia. Cabal se entusiasma con una posibilidad futura que, si bien no es certera, puede sin ningún lugar a dudas tener lugar: un cuadrante ultraderechista entre ella en Colombia, Kast en Chile, Milei en Argentina y Trump en Estados Unidos.

Referenciada además en el salvadoreño Nayib Bukele, es difícil negar que el discurso punitivista puede calar entre amplias capas de las clases trabajadoras y medias en el país. El relato de María Fernanda Cabal en su obra “La democracia en peligro” muestra a las claras su similitud con Javier Milei o Jair Bolsonaro. En él, expresa que “los peligros que acechan nuestra democracia no son casuales ni originados por factores sobrevinientes (...) Sería ingenuo creer que a un objetivo tan claro a lo largo del tiempo —la toma del poder— se pretenda llegar con estrategias también casuales, de ocasión. No. Por el contrario, se trata de una verdadera hoja de ruta de la dominación continental comunista...”.

En una entrevista nada más confirmar su voluntad de ser presidenciable, la senadora ultraderechista brindó algunas líneas clave para comprender su perfil político: “la izquierda me daba rabia; ahora me da risa. Lo que me molesta es que todo es con la plata de los demás porque ellos sí que saben “manguear”, ellos sí que saben meterle la mano al bolsillo al que trabaja”. ¿De qué hablaba? De la existencia de un ministerio de la Igualdad en Colombia.

Su contexto

El gobierno de Gustavo Petro se mueve en un escenario complicado. La imposibilidad del presidente de optar por la reelección, la baja popularidad de su mandato y la tendencia sociológica del electorado colombiano hacia la derecha política juegan a favor de la oposición. Ni está claro quién representará a la izquierda en los comicios ni parece lo más probable que se logre una reelección, considerando también que la victoria en 2022 fue por sí misma sorprendente.

En un contexto de enorme desafección política, con liderazgos que aspiran a vencer “por debajo del radar” y no a arrasar, pudiera parecer que Cabal no goza de una intención de voto particularmente alta (un 4,4% según Guarumo), pero no debe leerse esta situación en términos absolutos sino relativos. La periodista Vicky Dávila, figura con la intención directa de voto más alta entre las decenas de potenciales candidatos que postula la encuestadora, ni siquiera alcanza un 10% y, además, está lejos de confirmar que pretenda correr por la presidencia de Colombia.

Cabal es un síntoma de época como lo son el resto de representantes de la ola de derecha radical que asola América Latina, pues representa la reacción al ciclo de representatividad y conquista de derechos que lograron los movimientos de las nuevas izquierdas en el continente

A dos años de dirimirse la disputa por el próximo Ejecutivo, Cabal ostenta opciones reales. Pese al notable rechazo que genera entre sectores del electorado, no baja del top cinco de “precandidatos” y, todavía más importante, tiene opciones reales de representar al Centro Democrático en los comicios, hecho que le consolidaría como una opción no descabellada. Las experiencias de Javier Milei o Jair Bolsonaro, que en inicio no parecían liderar la carrera, ratifican las opciones de dirigentes ultra con un discurso sin filtros y varios altavoces mediáticos; es decir, aquel espacio que en Colombia ocupa María Fernanda Cabal.

En última instancia, Cabal es un síntoma de época como lo son el resto de representantes de la ola de derecha radical que asola América Latina, pues representa la reacción al ciclo de representatividad y conquista de derechos que lograron los movimientos de las nuevas izquierdas en el continente en todos los ámbitos: económico, político, cultural, simbólico, identitario, estético… Forma parte además del Foro Madrid junto a líderes como Javier Milei, Eduardo Bolsonaro, José Antonio Kast, Giorgia Meloni, Eduardo Verástegui, María Corina Machado o la cúpula de VOX.

A Cabal conviene seguirle la pista. Si bien no parte como la principal favorita, por supuesto está en las quinielas para “asaltar” el Palacio de Nariño

A Cabal conviene seguirle la pista. Si bien no parte como la principal favorita, por supuesto está en las quinielas para “asaltar” el Palacio de Nariño, desde donde trataría de ubicar a Colombia en un puesto de referencia de las derechas radicales en el continente. Su adhesión internacional es nítida y sus posiciones políticas en “la interna” nacional también. Su proyección mediática, su trayectoria en las instituciones y su buena posición en uno de los principales partidos de la fragmentada política colombiana consolidan la posibilidad de que sea la próxima presidenta.