México

¿Tenemos que invitar a un rey a una fiesta del pueblo?

Claudia Sheinbaum explicó que la decisión de no invitar al rey de España se debió a que, en 2019, el monarca no respondió a la carta en la que López Obrador le pidió construir una ruta para el reconocimiento de los agravios

¿Por qué un país republicano, laico y antirreeleccionista, como México, tendría que invitar a un rey a su fiesta cívica de cambio de poder?

Algunos dirán, con cierta razón que porque ese rey es el Jefe del Estado español, máximo representante en sus relaciones internacionales. Que, en todo caso, es problema de los españoles seguir sosteniendo esa estructura onerosa, anacrónica y corrupta llamada Casa Borbón. Y que a los Estados les toca respetar las reglas de cada nación.

Pero ¿por qué un país como México, que nació de una larga guerra para liberarse de un imperio que invadió y expolió su territorio durante tres siglos tendría que invitar al rey heredero de ese imperio?

Más aún, cuando la expansión de ese imperio reconfiguró la historia del mundo y creó un sistema de segregación racista que seguimos arrastrando doscientos años después. Cuando se trata de un rey que no se preocupa por agraviar a un pueblo que venera la espada del libertador; que no se toma la molestia de responder a la carta de un presidente emanado de un gobierno popular; que no se digna aceptar los crímenes de su imperio.

La presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum, decidió no invitar al rey de España a la ceremonia en la que asumirá el gobierno, el próximo 1 de octubre, y el gobierno español que encabeza Pedro Sánchez ha saltado a defender a su monarca.

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El Ministerio de Asuntos Exteriores anunció que ningún funcionario del gobierno de España acudirá al evento, ante la "inaceptable exclusión” del rey

En un breve comunicado, el Ministerio de Asuntos Exteriores anunció que ningún funcionario del gobierno de España acudirá al evento, ante la "inaceptable exclusión” del rey.

La oposición mexicana, que apenas hace unos días gritaba que México se está convirtiendo en una monarquía, ahora se escandaliza porque no se invita a un rey. En la calle, en cambio, la gente disfruta el desplante.

El incidente diplomático entre México y España ocurre el mismo día que el Senado mexicano aprobó una reforma constitucional que otorga a los pueblos indígenas y afrodescendientes un reconocimiento que no ha tenido en dos siglos de vida independiente. Es apenas, el primer paso, para integrar un Estado plurinacional en un país que, para nacer, borró a sus pueblos, los unificó en una lengua y con una categoría racializada: indígena.

Ocurre también en un ánimo social adverso para neocolonialismos. Hace cuatro años, el gobierno de la Ciudad de México, gobernado entonces por Claudia Sheinbaum, tuvo que retirar la estatua de Cristóbal Colón instalada en el Paseo de la Reforma, ante la amenaza de que sería derribada.

Esa estatua del genovés fue enviada a un parque y en su lugar ahora hay dos monumentos. Uno es una réplica de la joven de Amajac un monolito que representa a una joven del pueblo Téenek; el otro es un antimonumento colocado por madres de jóvenes asesinadas, que se apropiaron del espacio donde estaba el Colón y lo renombraron como la Glorieta de las mujeres que luchan.

Además, el rey de España no es el único no-invitado a la toma de protesta de la primera presidenta de México (y la primera mandataria en América del Norte). Hasta ahora, han confirmado su asistencia representantes de 105 países, entre ellos 16 presidentes o primeros ministros: Luis Arce, de Bolivia; Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil; Gabriel Boric, de Chile; Gustavo Petro, de Colombia; Miguel Díaz-Canel, de Cuba; Xiomara castro, de Honduras; Bernardo Arévalo, de Guatemala; Luis Rodolfo Abinader, de Dominicana; Santiago Peña, de Paraguay; entre otros. En representación del gobierno de Estados Unidos asistirá un comité encabezado Jill Biden, esposa del presidente.

Quienes no recibieron invitación fueron, Dina Boluarte, quien asumió el cargo tras la destitución y encarcelamiento de Pedro Castillo, y Daniel Noboa, presidente de Ecuador, país con el que México rompió relaciones diplomáticas luego de que, el 5 de abril, policías ecuatorianos invadieron la Embajada de México para secuestrar al exvicepresidente, Jorge Glass, quien tenía protección diplomática del gobierno mexicano.

En el caso del rey, la desinvitación comenzó por un desplante monárquico.

Felipe VI ha sido rey de España 10 años y ha asistido a 17 tomas de posesión de distintos mandatarios

La Constitución de España reserva al rey la más alta representación del Estado en el ámbito internacional. Felipe VI ha sido rey de España 10 años y ha asistido a 17 tomas de posesión de distintos mandatarios. La primera fue, paradójicamente, la de Andrés Manuel López Obrador, en diciembre de 2018.

Felipe ya había asistido, como príncipe de Asturias, a las investiduras de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, refugiados ahora en España. Pero el de 2018 fue su último viaje a México.

En marzo de 2019, López Obrador le envió una carta personal al rey . Se acercaba la celebración de los 200 años de la vida independiente de México y el mandatario mexicano le proponía al Jefe de Estado español lo siguiente:

“… que se trabaje en forma bilateral, en una hoja de ruta para lograr el objetivo de realizar en 2021, una ceremonia conjunta al más alto nivel; que el Reino de España exprese de manera pública y oficial el reconocimiento de los agravios causados y que ambos países acuerden y redacten un relato compartido, público y socializado de su historia común, a fin de iniciar en nuestras relaciones, una nueva etapa, plenamente apegada a los principios que orientan en la actualidad a nuestros respectivos Estados y brindar a las próximas generaciones de ambas orillas del Atlántico, los causes para una convivencia más estrecha, más fluida y más fraternal.”

El rey no respondió. Y parte de la carta se entregó a los medios de comunicación.

El Gobierno de Pedro Sánchez emitió un comunicado en el que lamentó que se hiciera pública la carta en los medios, pero rechazó su contenido “con toda firmeza”, porque “la llegada, hace quinientos años, de los españoles a las actuales tierras mexicanas no puede juzgarse a la luz de consideraciones contemporáneas”.

López Obrador siguió su propia ruta. Diseñó planes de justicia para pueblos, les restituyó tierras. En 2021, aprovechó los festejos de los 200 años de independencia para hacer un recorrido por el país, con ceremonias de perdón a los pueblos a las que invitó a mandatarios de América latina, a los que les pidió mantener vivo el sueño de Simón Bolívar.

No perdió ocasión para defender la identidad prehispánica ni para reclamarle a la Unión Europea o a Estados Unidos que no intervengan en los gobiernos de otros países.

En el caso de España, es necesario un paréntesis y remontar la historia a 1492 cuando la caída del último reino musulmán de la península ibérica aumentó el prestigio de los Reyes Católicos en la Europa cristiana. Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón son quizá los únicos reyes conocidos en México,de la larga y compleja historia de dinastías europeas. Su reinado se enseña en las escuelas como el momento de transición a la Edad Moderna, con una política exterior de enlaces matrimoniales entre familias reales que derivaron en la hegemonía de los Habsburgo durante dos siglos, hasta que en 1700 Carlos II murió sin dejar descendientes y su poder pasó a los Borbones.

Mientras tanto, se consumaba la invasión de América y la expansión del imperio español, que cambió el mapa y la organización del mundo. Cuando se crearon los estados nacionales, después de las guerras de independencia, surgió la categoría de indígenas para englobar a todos los pueblos y condenar a los países “en desarrollo” o del “tercer mundo”, atados siempre a la tienda de raya de la financiación internacional.

Claudia Sheinbaum publicó una carta en la que explica que no invitó al rey de España porque el monarca no respondió a la carta que en 2019 le envió López Obrador

Eso es lo que en México no se le perdona al rey Borbon. Eso, y el extractivismo voraz de sus empresas.

Este miércoles 25, después de conocerse la decisión de España de no asistir a la ceremonia, Claudia Sheinbaum publicó una carta en la que explica que no invitó al rey de España porque el monarca no respondió a la carta que en 2019 le envió López Obrador.

“Lamentablemente, dicha misiva no mereció respuesta alguna de forma directa, como hubiera correspondido a la mejor práctica diplomática de las relaciones bilaterales. En cambio, parte de la carta se filtró en medios de comunicación y posterior a ello, el Ministerio de Asuntos Exteriores de España realizó un comunicado de prensa. Hasta el momento, esta circunstancia no ha sido aclarada, ni respondida de forma directa al gobierno de México”, dice la carta.

Aclara que hace un par de días, el presidente de España le llamó y conversaron sobre el tema. Asegura además que México y España “comparten una sólida relación de amistad, con importantes vínculos económicos, turísticos y culturales”, señalando que “México fue un aliado solidario” durante la guerra civil española y “un destino generoso para muchos españoles republicanos”.

“Precisamente por todo ello, nuestra relación se beneficiaría con una renovada perspectiva histórica, acorde al desarrollo de nuestros pueblos y en la que el reconocimiento cabal a nuestras identidades, sea el eje de una relación respetuosa, sólida y fructífera”.

Para el gobierno de México, insiste Sheinbaum, el reconocimiento de los pueblos indígenas será fundamental “para continuar avanzando en la transformación”.

“Confío en que esta circunstancia, que hoy pone de manifiesto nuestra diversidad de opiniones, sea también punto de partida para que México y España encuentren pronto nuevas vías de entendimiento basadas en nuestras soberanías y respeto mutuo, en beneficio de nuestras naciones y nuestros pueblos”.