Catalunya en el punto de mira y el Partido Judicial a toda máquina #ElCierre

Catalunya ha sido determinante para el reposicionamiento de las fuerzas de régimen y, por tanto, en un contexto donde el régimen sigue en crisis aunque, es verdad, con más aire que en la legislatura anterior

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Catalunya vuelve a estar en el punto de mira o, mejor dicho, sigue en el punto de mira. Sabemos que desde el procés ha sido uno de los temas centrales en la agenda política, utilizada especialmente por el bloque reaccionario que, recordemos, no se limita a los partidos políticos que lo conforman, sino a los poderes que trabajan también para dicho bloque, es decir, por mencionar uno, el partido judicial. A estas alturas, con el inicio de las conversaciones de cara a una investidura catalana, todo indica que de momento ni Illa ni Puigdemont cuentan con la mayoría que permita un govern. Es verdad que Illa parece tenerlas más consigo, pero no está nada garantizado. En los últimos días hemos visto un festival de guiños políticos en clave catalana por parte del gobierno hacia Esquerra Republicana, con la intención de atraerlos hacia las coordenadas del PSC. Esquerra aún permanece esquiva, pero tampoco tanto. Son la llave de un posible gobierno pero a la vez se encuentran en una encrucijada, sobre todo si observamos con detenimiento la penalización que recibieron en las urnas en las recientes elecciones catalanas y, por supuesto, con el fantasma de la repetición electoral en el horizonte.

La situación no es sencilla y Catalunya vuelve a ser un eje central de la agenda política estatal. Ojo, esto no es casual ni tampoco negativo, de alguna forma lo que ocurre en Catalunya nos evidencia también el tipo de acuerdos y alianzas posibles en el conjunto del estado español. Quienes creían que el retorno al estado anterior político, es decir al bipartidismo de régimen, era una obviedad, olvidaban este componente. Catalunya ha sido determinante para el reposicionamiento de las fuerzas de régimen y, por tanto, en un contexto donde el régimen sigue en crisis aunque, es verdad, con más aire que en la legislatura anterior. Catalunya sigue evidenciando las dificultades que tienen para cerrar su crisis. Con un bloque reaccionario dispuesto a seguir apostando por las porras siempre que les sirva para hacer oposición, y con un PSOE que sabe que necesita pactar con las fuerzas independentistas catalanas, pero a la vez no se atreve a tirar para adelante con una verdadera agenda de democratización del poder a nivel estatal, para lo cual contaría con estas fuerzas, sino que anuncia tímidos ultimátums al bloque reaccionario y enarbola ahora la bandera de la financiación pero con un Salvador Illa tímido intentando que no se le note mucho la estrategia, no hay salida posible. En política no sólo mandan las circunstancias, sino que sobre todo determinan los escenarios, las audacias, que vemos en dichos contextos. Sánchez aún no pasa de las cartas.

Pero hay un tema clave que no podemos pasar por alto. Más allá de que, de momento, ni Illa ni Puigdemont pueden ser investidos, algo está quedando cristalino en la falta de rubor utilizada por el bloque reaccionario en el ala de las togas. Que el juez Manuel García Castellón esté brindando declaraciones a medios de comunicación para posicionar con firmeza la postura del Partido Judicial, que esté utilizando las tribunas mediáticas que comúnmente los jueces nunca utilizan, nos está dando un mensaje. ¿Que los jueces hacen política? Sí, desde hace rato. Pero no es novedad, ¿Verdad? ¿Que hay lawfare en España? También, pero no es novedad tampoco, ¿Verdad? ¿Cuál es el mensaje entonces? Que están débiles.

Como bien se señala en el editorial de Diario Red de hoy, hay una debilidad progresiva del bloque de poder, que se explica en los acontecimientos de la última década. Desde el 15M en 2011 hasta ahora. Que las resistencias continúen, que aún haya izquierdas que no sean de régimen dispuestas a pelear un bloque de dirección de estado plurinacional y progresista, que la Casa Real sea incapaz de recobrar la legitimidad en torno a la omertá, que el poder mediático se haya demostrado podrido, que el poder judicial haya mostrado todas las cartas, que el Partido Popular haya cedido a la ultraderecha y que el mismo Sánchez se haya visto obligado a aceptar un gobierno de coalición con una fuerza a su izquierda (me refiero a la anterior legislatura, claramente), son elementos que han permitido sostener su debilidad, pues la alternativa se construye necesariamente contra el régimen en crisis.

Es verdad que Sánchez ha fortalecido al PSOE (pero porque ha hecho de sí mismo una marca más útil políticamente que las siglas y el logo del PSOE, ojo con ello). Es verdad también que el bloque reaccionario resiste en términos electorales. Es verdad que no hay una gran movilización que les amenace del todo como en 2011. Es verdad que la ultraderecha se envalentona. Pero todo esto sigue siendo su crisis. García Castellón ha hecho algo inédito al convocar un canutazo para dar declaraciones, pero en ese gesto inédito nos ha dado un gran mensaje que no debemos perder de vista, que el régimen sigue sangrando. ahí está nuestra oportunidad, demócratas.

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