Julian Assange, el periodista que se enfrenta a más de 175 años de cárcel por informar sobre crímenes de guerra
Adaptación del análisis de Sara Serrano de La Base. Redactado por Raquel Jiménez.
Los magistrados del Tribunal Superior de Justicia de Inglaterra y Gales, que está analizando la petición de Assange para frenar su extradición a Estados Unidos, han solicitado una prórroga para dar a conocer su decisión definitiva.
Los magistrados se han escudado en la complejidad jurídica y la sensibilidad política del caso para justificar esta decisión. Como mínimo, el veredicto final no se conocerá hasta el próximo 4 de marzo, que es a fecha límite que han establecido a las partes para la entrega de una serie de documentos adicionales.
Ahora, está en manos de la justicia británica decidir, si admite los argumentos de la defensa contra la extradición o si entrega a Assange a Washington.
En Estados Unidos el periodista australiano podría enfrentarse a más de 175 años de cárcel en virtud de la arcaica Ley de Espionaje de 1917. Esta sería la primera vez en la historia en la que se utilizaría la Ley de Espionaje contra un periodista.
El equipo legal de Julian Assange está recurriendo la decisión de 2022 del Tribunal Supremo de Reino Unido y de la entonces ministra británica del Interior, Priti Patel, de extraditar al fundador de Wikileaks a Estados Unidos. Una decisión que se tomó después de que se dieran por válidas las garantías ofrecidas por Washington sobre la seguridad de Assange y sobre las medidas que se adoptarían para evitar que su vida corriera peligro.
Julian Assange lleva los últimos cinco años encerrado en la cárcel de máxima seguridad de Belmarsh, al este de Londres.
Este centro penitenciario se estableció a principios de los 90 para albergar a presos altamente peligrosos, aquellos “de categoría A”, acusados de delitos violentos como asesinatos, violaciones o actos terroristas.
Después del 11 de septiembre empezó a ser conocido como “el Guantánamo británico”, porque, amparándose en las nuevas leyes antiterroristas, empezó a ser utilizado para retener a presos sin cargos, de forma indefinida y en aislamiento prácticamente total.
A pesar de que se trata de un periodista en prisión preventiva, en Belmarsh se le aplican las condiciones de aislamiento de un terrorista. Desde entonces, informes oficiales y de organismos independientes, han denunciado los altos niveles de violencia y la denegación de los derechos básicos de los reclusos.
Un informe del Inspector Jefe de Prisiones de 2021, documentaba el uso desmedido de la fuerza por parte de los agentes penitenciarios, el deterioro de las instalaciones y la falta de limpieza. Según el informe uno de cada cuatro presos se sentía inseguros, algo a lo que contribuía que habitualmente el personal no activase las cámaras de vídeo que llevan en su cuerpo durante los incidentes, lo que reforzaba la sensación de impunidad.
Además, el inspector jefe señalaba que la mayoría de los presos pasaba más de 23 horas al día aislado en su celda y que las instalaciones comunes, como el pabellón educativo, el gimnasio o la biblioteca, llevaban más de un año sin ser utilizadas por nadie.
“La prisión no ha prestado suficiente atención a los crecientes niveles de autolesión y no hay suficiente supervisión o cuidado de los presos en riesgo de suicidio. Es necesario tomar medidas urgentes en esta área para garantizar que estos prisioneros se mantengan a salvo”, concluía el informe.
Este comentario es especialmente significativo teniendo en cuenta el historial médico de Assange, que incluye la depresión suicida, derivada de la persecución a la que ha sido sometido durante más de una década.
En una carta abierta dirigida al rey Carlos III, Assange contaba como los suicidios eran una práctica habitual en Belmarsh: “[Si viene por aquí] también tendrá la oportunidad de presentar sus respetos a mi difunto amigo Manoel Santos, un hombre gay que se enfrentaba a la deportación al Brasil de Bolsonaro, que se quitó la vida a solo ocho metros de mi celda utilizando una tosca cuerda fabricada con sus sábanas. Su exquisita voz de tenor ahora silenciada para siempre”.
Assange, que recordemos se trata de un periodista en prisión preventiva y sobre el que no pesa ninguna condena firme, está sometido a condiciones de aislamiento propias de un terrorista de alta peligrosidad.
Pasa 23 horas diarias en absoluta soledad en su celda y solamente disfruta de 45 minutos diarios para hacer ejercicio en un patio de cemento. Para evitar el contacto con otros reclusos, cuando sale de su celda, todos los pasillos son evacuados y todas las puertas se cierran.
Esta situación ha sido denunciada por diversas autoridades y organismos internacionales. Alice Jill Edwards, relatora de la ONU para la tortura, aseguró que Assange estaba expuesto a "tratos equivalentes a la tortura" y que el régimen de aislamiento prolongado agravaría aún más su estado de salud.
El también relator de la ONU, Nils Melzer, declaró tras una visita a Assange que, a menos que se mejorara la situación del periodista en prisión, su "continua exposición a la arbitrariedad y al abuso podría acabar costándole la vida". Además, aseguró que se “estaban creando las condiciones para asesinarle”.
Durante cinco años, cientos de médicos han exigido en diversas ocasiones que Assange sea internado en un hospital, advirtiendo que de lo contrario podría morir en prisión. Sin embargo, la situación podría empeorar aún más si finalmente Assange es extraditado a Estados Unidos donde las condiciones carcelarias son incluso más duras.
Para empezar, a pesar de que la Constitución estadounidense ampara el derecho y libertad de prensa, resulta bastante inconcebible que Assange vaya a tener un juicio justo.
Estados Unidos le acusa de haber violado la Ley de Espionaje, filtrando y publicando secretos diplomáticos y militares en 2010 a través de Wikileaks y la administración estadounidense considera que los documentos filtrados revelan secretos de Estado y ponen en peligro vidas. Algo que el equipo legal de Assange niega, asegurando que los documentos publicados por Wikileaks lo único que hicieron fue exponer las irregularidades de Estados Unidos y que precisamente por esto eran de interés público.
Concretamente, Estados Unidos reclama a Assange por 18 delitos de espionaje e intrusión informática que comprenden a filtraciones publicadas por WikiLeaks entre el año 2010 y el año 2011.
La filtración más importante data del 5 de abril de 2010. Se trata de un vídeo grabado en 2007, el cual Wikileaks tituló “Asesinato colateral”, y que muestra como dos helicópteros estadounidenses matan a tiros a 12 civiles en Bagdad, entre ellos dos periodistas de la agencia Reuters. A pesar de que la agencia Reuters solicitó en múltiples ocasiones el material, este se les denegó sistemáticamente.
“Infórmame cuando los tengas a tiro”, “disparemos”, decían los soldados estadounidenses en el vídeo filtrado por Wikileaks. Segundos después abrían fuego contra un grupo de personas desarmadas que ni siquiera eran conscientes de la presencia del helicóptero. Seguramente si Wikileaks no hubiera filtrado este vídeo, jamás hubiéramos conocido la verdad de lo sucedido.
Otra filtración de Wikileaks fueron los ‘Diarios de la Guerra de Afganistán’. El 25 de julio de 2010 los periódicos The Guardian, The New York Times y Der Spiegel publicaron más de 90.000 documentos sobre esta guerra filtrados por Wikileaks. Entre ellos se desvelaban algunos sucesos desconocidos hasta el momento: matanza de civiles, asesinatos extrajudiciales, fuego amigo y conexiones entre los servicios secretos pakistaníes y los talibanes. Estados Unidos acusó a Wikileaks de poner en peligro vidas de civiles por estas informaciones…
Otra filtración tiene que ver con la guerra de Irak y su ocupación y comprende más de 400.000 documentos son los ‘Irak War Log’. En ellos se admitía el uso sistemático de torturas, que el 63% de los muertos en Irak se trataba de población civil, que casi 24.000 enemigos fueron etiquetados como insurgentes, o que hubo casi 4.000 fallecidos por fuego amigo. Los documentos, apoyados por informes médicos, describen también que los prisioneros, con los ojos vendados, eran maniatados, golpeados y electrocutados.
Según Assange, los documentos de Irak, muestran la verdad sobre la guerra: que las autoridades estadounidenses dejaron sin investigar cientos de informes que denunciaban abusos, torturas, violaciones e incluso asesinatos perpetrados por la policía y el ejército iraquíes en connivencia con Estados Unidos.
Por último, el 28 de noviembre de 2010, WikiLeaks filtró más de 250.000 cables entre el Departamento de Estado estadounidense y sus embajadas. Se denominó el ‘Cablegate’ y se trata de la mayor filtración de documentos secretos de la historia. Gracias a ella, se supo cómo Washington había dado instrucciones a sus diplomáticos para espiar a gobiernos y a organizaciones como las Naciones Unidas.
En resumen, que a Assange se le acusa básicamente de hacer lo que todo periodista que haya leído a Kapuściński debería hacer, denunciar las injusticias y violaciones de derechos humanos, en este caso crímenes de guerra.
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