Politicémonos sobre Palestina #ElCierre
Benjamin Netanyahu no se anda con medias tintas ni declaraciones que puedan estar sujetas a interpretación. Su crueldad es directamente proporcional a su manifestación discursiva sobre ella. Ayer, Netanyahu descartó el alto al fuego que se empezaba a anunciar tras ser solicitado por diversos países, entre ellos Estados Unidos, Francia y Alemania. Exigían un alto al fuego que debía durar 21 días e iniciarse inmediatamente en la frontera entre Israel y Líbano. Netanyahu, sin embargo, ha sido clarísimo: los bombardeos, dice, seguirán “con toda su fuerza”. Como decíamos, ni medias tintas ni declaraciones sujetas a ninguna interpretación. El genocida no le teme ni a sus aliados. ¿Por qué?
Se suele señalar que Netanyahu está desbocado, es incontrolable y, por lo mismo, peligroso. Poco se dice, sin embargo, de las razones que llevan a un sujeto a sentirse tan impune que se vuelve, por lo mismo, incontrolable. Porque no habría Netanyahu si no se le hubiera aupado constante y sistemáticamente desde hace décadas por esa comunidad internacional que parece que se enteró de que existía la Franja de Gaza y un sistema de apartheid recién hace un año. Poco se dice que Netanyahu es un resultado. Netanyahu es la consecuencia de sus comunicados no vinculantes. Netanyahu es la construcción de la inacción de Occidente frente a sus crímenes. De su incapacidad de imponer sanciones a Israel cuando los bombardeos demostraron que nunca quisieron defenderse, sino cumplir con una limpieza étnica que siempre fue su objetivo. Netanyahu es el hijo de la política europea que no sólo mantiene relaciones diplomáticas con un terrorista, sino que además le compran y venden armas para que siga masacrando a un pueblo. Netanyahu es vuestro hijo. No es incontrolable porque sí, es incontrolable por ustedes.
En tan solo unas horas, en ese foro teatral en que se ha convertido Naciones Unidas, donde se dan golpes de pecho, llaman a la defensa de la vida y al alto al fuego y se muestran entristecidos por el genocidio, hablará nada más y nada menos que este sujeto. Vuestra creación. Se dirigirá a ustedes y, lo que es peor, ustedes le oirán. Algunos le aplaudirán y algo me dice que serán pocos los que no estén dispuestos a participar de tan lamentable acontecimiento. Netanyahu, en realidad, le hablará a sus creadores. A sus cómplices y padres de facto. Y seguramente se mostrará como el incontrolable hijo que es, y en los medios nos dirán que se ha vuelto loco o que nadie puede detenerlo y será mentira. Porque sabemos bien que es posible detenerlo y forzarlo, pero el problema es que en ese foro teatral hacen eso: teatro y del malo, porque hay teatro que cambia vidas, mientras que estos días asistimos a la mediocridad total en un escenario donde todo es atrezzo.
Pero hay otros escenarios que, por suerte, siguen existiendo y nos convocan. Hay otros escenarios donde todo es verdad. Donde no hay un guion, sino acción concreta. Donde la humanidad sigue siendo hegemónica y donde denunciamos todas las hipocresías. Todas. Un escenario donde no actuamos, sino somos. Uno que ya hemos llenado en más de una oportunidad y seguiremos haciéndolo hasta ganar porque no podemos darnos el lujo de perder esta batalla porque es la batalla por las vidas. Por todas las vidas. Porque la humanidad le gane la partida a los hipócritas y los genocidas. Decía Julio Anguita: “malditas sean las guerras y los canallas que las hacen”. Yo voy añadir algo: “malditas sean las guerras y los hipócritas que las financian”. Porque, insisto, Netanyahu además de genocida, asesino y terrorista, es un producto de esa hipocresía occidental a la que hoy denunciamos.
Únete a esta jornada de lucha. Hay huelga, acciones, movilizaciones y más. Busca la información, avisa a tu gente, convoca, levántate. Politicemos la frustración y la indignación. Porque la politización es lo que nos salva. Frente a su inacción: política popular. Nos vemos en las calles. Hasta el lunes.
Puedes ver el cierre en El Tablero por Canal Red aquí: