El PP en cuesta (arriba) en el final de la campaña electoral #ElCierre

Núñez Feijóo decidió dejar la puerta abierta a la posibilidad de una moción de censura tras las elecciones del 9 de junio si el contexto era el adecuado

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La campaña electoral se le hace cuesta arriba a algunas tiendas electorales. Hay quienes están ya con la lengua afuera porque la exposición y el ojo atento a las propuestas, las candidaturas y los proyectos políticos, suele revelar también lo peor de cada casa y, hay casas políticas, donde lo peor es más que bochornoso. Dos semanas parecen muy poco en la vida política, pero créanme, hay quienes quisieran que la campaña durara apenas dos días pues, de lo contrario, el ritmo les desnuda.

En esto, precisamente, deben estar pensando en Génova 13. El pánico en la sede madrileña del Partido Popular se hizo notar ayer cuando el líder del partido, Alberto Núñez Feijóo, decidió torcer el camino de la candidatura electoral europea en un acto de torpeza que revela no sólo desesperación, sino la propia incoherencia de las derechas de este país. Núñez Feijóo decidió dejar la puerta abierta a la posibilidad de una moción de censura tras las elecciones del 9 de junio si el contexto era el adecuado, lo que quiere decir es simple, que no tendría ningún problema en tender la mano a Junts si de lo que se trata es de llegar a Moncloa.

El líder del PP que se ha pasado diciendo que no hay peor demonio para la democracia que Puigdemont y Pedro Sánchez, hoy revela que no tiene problemas para pactar con el diablo si eso le permite ser presidente que, recordemos, no es porque no quiso.

Ahora bien, resultaría también impreciso creer que la torpeza de Feijóo se reduce a un tropiezo verbal en un contexto de nerviosismo porque las encuestas revelan que el PP no contaría con una abrumadora victoria el domingo como necesitarían para sostener su oposición enardecida. Lo que ha hecho Feijóo en realidad, es mostrar la cara del tipo de proyecto del Partido Popular. No es constitucionalismo, no es patriotismo, no es españolismo, ni siquiera es centralismo madrileño si queremos. El Partido Popular está dispuesto a lo que sea si eso les lleva a Moncloa. Incluso a aceptar la plurinacionalidad, pero eso sí, de derechas. No olvidemos que Junts ideológicamente guarda mucha similitud con el PP. De alguna manera, el señor Feijóo intenta mostrar que puede volver a pactar con aquellos a quienes criminalizó y aporreó. Recordemos a Mariano Rajoy enviando a las fuerzas y cuerpos de seguridad a apalear ancianas por poner urnas. Pero es Moncloa lo que está en juego y, si se necesita decir Diego donde se dijo digo, se hace. Lo mismo que Pedro Sánchez ¿Verdad? Que ha pasado del 155 a la Ley de Amnistía no por cambio de convicciones, sino porque la aritmética parlamentaria lo ha obligado a ello.

El bloque reaccionario se sabe en desventaja en las urnas y por eso intentan revertir por fuera de ellas, todo aquello que les incomoda. Miremos a los jueces del bloque reaccionario y a los medios del bloque reaccionario operando desde ya y siguiendo el mandato de José María Aznar —el que pueda hacer, que haga—. Pero no se trata de defender España, sino de volver a ocupar el Consejo de Ministros en un contexto de régimen de guerra y, por tanto, de economía de guerra y austeridad. Es decir, un contexto que ellos mismos disfrutan especialmente porque defienden ese modelo de precarización de las mayorías.

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Por eso resulta también tímido, insuficiente, impreciso y tibio que Pedro Sánchez se ría del PP señalando su desesperación, cuando lo que debería es frenarles. Y eso no se logra con burlas al estilo colegial, sino con medidas concretas. El PSOE necesita de este PP enardecido y errático, pues les permite posicionarles en ese espectro de derechas extremas y extremas derechas que son indistinguibles entre sí y frente a la que ellos se crecen. Porque es fácil vender que el enemigo es sólo quienes ocupan un espacio político y no todas las razones que hacen que sigan existiendo y creciendo. Pero por eso les mantiene vivos. ¿Cómo? Tendiéndoles la mano para pactar en las instituciones de forma bipartidista y aplicando medidas que en lugar de transformar, se limitan a maquillar lo que ya existe y que el PP no tiene problema en defender.

Decía que la campaña se le hace muy larga a algunos y eso en el PP es una evidencia, pero también se le hace muy corta a otras. En tiempos donde hay quien apuesta por hacer de estas elecciones un plebiscito a la interna, donde hay un consenso mayoritario abrumador y vergonzoso en defensa de la guerra en lugar de la inversión en la paz, hay una candidata que no hace sino crecer cada vez que confronta contra toda esa coalición de partidos de la guerra y de las armas. Y da la impresión de que si tuviera unas semanas más de campaña podría devorarlos a todos. Porque la paz tiene eso, cuando se defiende con garra y con argumentos contundentes se abre paso. Ojalá no fuera una sola voz, pero al menos, queridas amigas, tenemos una.


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