Lo que hay que deportar es el racismo, señor Sánchez #ElCierre
No sorprende porque, a diferencia de algunos analistas, algunas sabemos muy bien que Sánchez no ha comprado el discurso del PP y de VOX, sino que siempre han defendido en conjunto estas políticas de migración. Siempre han sido indistinguibles
Me hubiera gustado que el primer cierre de esta temporada no tuviera que ser amargo. Pero la realidad no es muy dulce. Este verano nos deja noticias que, analizadas aisladamente, pueden darnos falsas ilusiones o llevarnos a espejismos de cierta normalidad o, incluso, de ciertos virajes, pero no tan determinantes. Nada más falso. El curso político que se inicia hoy lo hace precedido de pasos, de una suerte de in crescendo, que evidencia que tenemos un Gobierno que se escuda en la aritmética parlamentaria para no gobernar, o mejor dicho, para gobernar con piloto automático. Un piloto automático de régimen y que, por cierto, vira cada vez más hacia la extrema derecha. Ese es el piloto automático al que Pedro Sánchez nos entrega de forma voluntaria.
La elevación de tono y de deshumanización de la población migrante es por eso mucho más que un discurso. Es la evidencia de ese piloto automático ultraderechista que en este momento está también en Moncloa. Es el régimen de guerra recordándonos que para existir necesita que algunos cuerpos no existamos. No es un discurso dirigido sólo contra los cuerpos migrantes, sino un aviso a todos y todas las navegantes sean o no de un cayuco. El gobierno gobierna, y lo hace asumiendo los postulados de la extrema derecha como lleva haciendo hace mucho, por cierto, esto no es nuevo; pero ahora es descarado. Ahora es abiertamente explícito. Ahora nadie puede decir que no se entera.
Empecemos por las palabras: Pogromo. Un pogromo es un linchamiento multitudinario contra un grupo particular, étnico o religioso que va acompañado de la destrucción de los bienes de este grupo particular. Este mes, en Reino Unido vimos pogromos contra los y las migrantes. Una auténtica cacería contra niños y niñas, jóvenes y personas mayores. Ser migrante, primero, se volvió sinónimo de no ser humano y, con ello, después la cacería se legitimó. La solidaridad activa antifascista dio una lección a Europa y al mundo al detener a los neofascistas que emprendieron esta cacería. Pero esa lección no parece haber llegado a España no quiere aprender.
Ese mismo mes vimos encenderse la mecha que luego ocasiona el pogromo. Esa mecha tiene forma de bulos de la ultraderecha con la intención de criminalizar a los migrantes como hicieron al utilizar vergonzosamente el asesinato de un niño en Mocejón. Esa mecha tiene la forma de discursos de odio defendidos en la boca de personajes políticos que luego la prensa progresista te dice que son “moderados”. Como cuando el señor Feijóo arremetió contra niños y niñas vinculándolos a la inseguridad en España. Pero esa mecha, también tiene forma de eufemismos como decir “regresos” en lugar de “deportaciones” o llamar “migración circular” a la esclavitud y abuso laboral contra los migrantes a los que se busca sacar provecho para luego “devolverlos” a sus países. Cuando “ya no nos sirvan”, ¿Verdad? Estas mechas que encienden pogromos han tenido siempre portavoces desde el poder. En los partidos políticos reaccionarios, en jueces reaccionarios y en medios de comunicación que les sirven de altavoz. Pero también tienen hoy a un portavoz de mucho mayor peso en la Moncloa: Pedro Sánchez.
El Presidente de España ha afirmado que los y las migrantes irregulares deben ser “regresados” a sus países como un mensaje que trasladar a las mafias y a las personas que “se ponen en sus manos”. Yo le pregunto, señor Presidente, ¿Quiénes son los irregulares? ¿Todos los que, por la razón que sea, no cuentan con papeles en determinado momento, ya sea porque su visa caducó, ya sea porque entraron en cayucos, ya sea porque las explotan en labores como la recogida de fresas y les impiden siquiera salir a ver cómo regularizar su situación para acceder a derechos, ya sea quienes se quedaron varados por la pandemia en España y tuvieron que construir una vida como sea durante esos meses de confinamiento, ya sea quienes piden asilo y siguen esperando meses después que alguien les responda porque la burocracia en la materia es voluntariamente lenta? ¿Quiénes son los irregulares?
Le voy a contar algo, Presidente. Yo fui irregular. Lo fui durante unos meses. Dos o tres. Y no lo fui por mi responsabilidad. Soy una privilegiada. Tenía mi contrato laboral vigente, un contrato indefinido, un salario de catorce pagas fijo, domiciliados mis recibos de agua, luz y móvil, y mi pasaporte en regla. Pero no podía regularizarme porque la ley de extranjería, su ley de extranjería está construida sobre una burocracia vil. Era imposible que pudiera solicitar una cita para renovar mi NIE. Durante semanas tuve que estar actualizando en un ordenador a cada minuto a ver si se abría alguna cita en los próximos seis meses para poder ir con la documentación a hacer un trámite que debería ser tan rápido como fácil. Pero era imposible. Fui irregular durante meses, por su culpa. Por la responsabilidad de estas instituciones, por esa ley de extranjería escrita sobre los cimientos del racismo y por tanto garantiza que la burocracia sea más difícil para nosotras. Y durante esos meses tuve miedo todos los días de que el racismo institucional me violentara. Tuve suerte, nunca en una estación de metro en la que bajé hubo una redada policial que sabemos que detienen según el perfil racial. A lo mejor no era tan negra para calzar en sus cánones criminalizadores, ¿verdad? Sé lo que es vivir el agobio, el insomnio y el terror dentro del cuerpo por responsabilidad de este Estado que mientras seguía haciendo uso de mis impuestos, de mi trabajo, de mi dinamización de la economía, de mi vida, me tenía también en el limbo absoluto. Por eso me imagino muy bien lo que han sentido las 700 mil personas, repito: Personas, que lo oyeron hace unos días hablando de “retornarnos”.
Conozco a muchas personas que han sufrido en cuerpo propio la violencia de su ley de extranjería, de su ministro Malaska, de su ley mordaza y sin duda de su burocracia inhumana y racista. Amigas a quienes se les reconoció el derecho al asilo hasta siete meses después de pedirlo, hermanos que no conseguían cita para actualizar su NIE hasta un año después de vencido, amigas que se quedaron sin techo porque no se les renueva contrato si no cuentan con el NIE en regla…nuevamente, por culpa vuestra no nuestra. Y ahora nos dice que por su inoperancia ¿es a nosotras a quienes tienen que “regresarnos”? Es decir, “deportarnos”, porque es muy fácil decorar la indignidad con palabras que parezcan menos agresivas para lavarse la conciencia. Como cuando llaman “ajuste laboral” a “despedidas masivas de trabajadores” o “geometría variable” a la gran coalición PP-PSOE para sacar adelante normas que solidifiquen al Régimen del 78.
Pero no nos confundamos, a nosotras no nos extraña que el Presidente Pedro Sánchez explicite su política de migraciones racista. No sorprende porque, a diferencia de algunos analistas, algunas sabemos muy bien que Sánchez no ha comprado el discurso del PP y de VOX, sino que siempre han defendido en conjunto estas políticas de migración. Siempre han sido indistinguibles. ¿No fue con Sánchez a la cabeza que se firmó el infame pacto migratorio europeo que pone precio a nuestras vidas? ¿Se ha vuelto racista el señor Sánchez? ¿O será que siempre lo ha sido, pero que el malmenorismo que nos obligan a elegir nos termina por taladrar el cerebro y nos lleva a confusiones?
El Presidente, ha afirmado que estas deportaciones de cientos de miles de personas serán un buen “mensaje desincentivador a las mafias y a quienes se ponen en sus manos”. Es decir, además, quiere usted disciplinarnos. Que se vea en todo el mundo cómo vulnera nuestros DDHH, cómo mal-tratan a quienes huyen o migran para buscar una vida digna pagando por ella muchas veces no sólo más impuestos que la media, sino también pagando con su salud mental y con sus vidas. Nunca se manda un mensaje a través de la sangre y el sufrimiento de otros. Eso es cobardía, racismo e inhumanidad. Y ya que hablamos de mensajes desincentivadores, aquí va el nuestro. Las irregulares, las otras, las vulnerables, las demonias, las insumisas, las negras, las marrones, las indígenas, las subalternas, hemos venido para quedarnos. Frente al pogromo que usted está legitimando construiremos, como hemos hecho siempre, la resistencia, siguiendo los ejemplos de los antifascistas en Reino Unido o del muro en Bilbao en defensa de los manteros frente al racismo policial. Eso le desincentivará a usted de querer deportarnos, porque se dará cuenta que la migración no es un problema, sino un derecho y que el problema real es que usted siga la estrategia de la ultraderecha al poner el foco en los más vulnerables que hoy somos nosotras, pero mañana será cualquiera. Porque necesitan un globo sonda para justificar que su modelo no sólo es agónico, sino que es incompatible con la vida. Que el problema son los precios de la vivienda que usted no regula, el desmantelamiento de los servicios públicos contra lo que usted no se opone, la injusticia fiscal por la que los evasores se van de rositas y usted lo permite, la represión desmedida contra quienes exigen justicia democráticamente que su ley mordaza avala, y un largo etcétera de verdaderos problemas. Lo único que hay que deportar en España es el racismo. El presidente ha elegido a sus aliados en este tema. Nosotras también tenemos a los nuestros. Hasta mañana.
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