35 aniversario de ‘Freedom’ de Neil Young: el despertar de un visionario que desafió a la mayoría moral de Reagan/Bush en 1989
El músico defensor del medioambiente, solidario con las clases más desfavorecidas de la América más golpeada por el capitalismo salvaje y siempre crítico con el sistema, recobró su discurso y prestigio perdidos en esta excelente obra
Neil Young es un músico de una personalidad realmente interesante dentro de la historia del rock. Esta es sin duda una afirmación gratuita, sobre todo a la luz del reconocimiento del que merecidamente disfruta actualmente, y obvia para quien conoce su trayectoria desde sus comienzos. Ahora bien, para entender mejor el significado histórico del disco que hoy traigo a Diario Red y la huella que dejó en Neil Young, una vez más es necesario poner las cosas en contexto.
Aunque parezca difícil de entender hoy, en los años 80 fue un artista muy cuestionado en primer lugar por la industria musical y por la crítica periodística, en gran medida por alguno de los trabajos musicales que Neil Young puso en circulación indudablemente con el anhelo de superar etapas pasadas a nivel creativo y pretendiendo demostrar su permeabilidad a otras influencias, pero sin conseguirlo y además, perdiendo credibilidad y solvencia entre su propio público. Sin lugar a dudas, el fallido ‘Trans’ de 1983, un experimento válido y estimulante escuchado con la perspectiva del tiempo, pero que fue un fracaso total en el momento de su edición, tuvo mucho que ver con esa pérdida de prestigio y popularidad de uno de los músicos que en los 60 y 70 más se había significado por su creatividad e inspiración en el rock a todos los niveles.
El canadiense pasó, como muchos de sus contemporáneos en los 80 —Eric Clapton, Rolling Stones, Génesis, etc.— la inevitable travesía del desierto producida por el relevo generacional, pero en 1988, estaba de regreso en su sello original Reprise Records y había lanzado ‘This Note's For You’, irónicamente, justo el tipo de disco que le había metido en tantos problemas en Geffen Records y que contra todo pronóstico, fue un éxito comercial que sorprendió a todo el mundo incluido el propio Neil Young, lo cual le hizo recuperar en gran parte la confianza en sí mismo perdida y decidirse a volver a hacer música sin mirar los charts de Billboard ni ver la MTV, sino guiándose solamente por su intuición como artista.
El resultado fue un disco que le reconcilió con su propia historia, le reforzó en su vocación de músico de espíritu reivindicativo y combativo y que hizo sin dejarse condicionar en modo alguno por nada ni por nadie. El resultado sería este excelente álbum que cumple en esta próxima primera semana de octubre 35 años, el mítico ‘Freedom’, uno de los discos que ayudan a entender las razones por las cuales la mismísima esencia del rock como estilo musical, como actitud y como filosofía de vida es inconformismo, rebeldía, libertad y protesta frente a lo que nos quieren imponer y no nos gusta. En lo estrictamente musical, en lo más técnico si se quiere, mantuvo la excelente sección rítmica de ‘This Note’s For You’, es decir el batería Chad Cromwell y el bajista Rick Rojas y al coproductor Niko Bolas para grabar un puñado de vómitos de su propia alma en forma de canciones que gritaban protesta y descontento como no podía ser de otra manera, en grabaciones hechas en su mayoría en primera o como mucho segunda toma, casi tocadas en directo en el estudio, sin apenas retocar.
Siguiendo con el análisis musical de ‘Freedom’, creo que siempre se apreció por crítica y público su recreación del Country-Rock en piezas de la sensibilidad y la calidad musical de “Hangin’ On A Limb” y “The Ways Of Love”, canciones de amor sencillas y sentidas en las que las colaboraciones de Linda Ronstadt ayudaron a envolverlas de esa magia tan especial que poseen. En este disco ya existe una clara conexión con el emergente movimiento grunge que está empezando a asaltar los cielos “Don’t Cry”, “Rockin’ In The Free World y la estridente versión de “On Broadway” de Lieber y Stoller. Young estrangula su guitarra con una convicción dramática en esta clásica canción perteneciente al imaginario colectivo de la música popular norteamericana. El alto octanaje, al estilo de Crazy Horse que Young inyecta en el himno de blues y bravuconería original de los Drifters captura con valentía las tensiones opuestas de agonía y éxtasis que recorren todo ‘Freedom’. Aún así, al final estalla en un desgarrado "Dame ese crack / Dame algo de ese crack!" y chillando como si acabara de arrojarse a las vías del metro de Times Square. Hasta ahí llegaron los finales de cuento de hadas.
En ‘Freedom’, Neil Young ha recuperado la perspectiva; vuelve a reconocer el país, el sistema y la sociedad en la que vive, toma conciencia del grado de desigualad, injusticia y precariedad en la que viven los jóvenes y la clase obrera americana – por ende, toda la occidental- y entiende de nuevo que su mejor aportación a la lucha por cambiar esa sociedad son sus canciones. No como proyectiles o balas, sino como provocaciones a la reflexión. Lo que más atemoriza al poder.
¿Y cómo lo hace? Yo diría que ya desde el propio título del álbum, que contrariamente a como pervierten, desnaturalizan y falsean los agentes más recalcitrantes y despreciables de la derecha extrema como Diaz Ayuso, resignifica el concepto de la libertad en la América de Reagan, especialmente en canciones como la aterradoramente profética "Rockin’…" ("Hay mucha gente diciendo que estaríamos mejor muertos / No te sientas como Satanás / Pero yo lo soy para ellos"), la épica "Crime In The City" y "Eldorado" al estilo y al ritmo de las películas de Sam Peckinpah o una vez más "Rockin’ In The Free World" canción que casi podría ser el "Born In The USA" de Young. A nadie pasa desapercibido el mensaje de rebeldía realista pero no desesperanzada que se encierra en “Someday”, un descarte de la grabación de ‘This Note´s For You” que vuelve ser una sutil pero cruda critica a esa “nueva derecha” de Reagan y Thatcher y la hermosa “Wrecking Ball”, quizá la más premonitoria de lo que Neil Young será en muy pocos años: el referente musical y de actitud de todo lo que será en la primera mitad de los años 90 el Grunge, tal vez el último fenómeno que supuso una transformación real del rock y su estabilishment, al menos durante un par de años.
‘Freedom’, el álbum que en estos días cumple 35 años, fue un punto de inflexión para Neil Young, una muestra casi perfecta de los estilos que lo acompañarían durante los años 90 y más allá. Pero como se dijo en su día en la reseña de este disco en Rolling Stone, si este álbum trata sobre la ilusión de la libertad, también trata sobre la necesidad de no renunciar nunca a ella ni a su esencia.
Mientras que otros álbumes de regreso de artistas después de una década larga y tortuosa en los 80 fueran objeto de debate sobre si el álbum en cuestión es un verdadero regreso o más bien un lanzamiento asumible después de una larga serie de decisiones equivocadas, ‘Freedom’ tal vez no resista la comparación con sus mejores producciones de los 70, pero solamente por “Rockin´In A Free World” y por la recuperación del discurso crítico, contracultural y aconvencional de su música, hay que celebrar que este disco siga sonando fresco y actual.