38 edición de los Premios Goya: nominadas a la Mejor película
Los Premios Goya, a diferencia de galardones más arriesgados y alternativos, como los de muchos festivales internacionales, son premios de una “industria” local, premios que han mirado preferentemente al público y a la taquilla española. Los Goya suelen recompensar a películas populares o con buena carrera internacional, no minoritarias. Es el caso de filmes como Mujeres al borde de un ataque de nervios, Belle Époque, Todo sobre mi madre, Mar adentro o Dolor y gloria. Generalmente, los mismos directores y productores se han repartido el pastel académico.
Hoy el objetivo de una segunda vida en la taquilla (en el recuerdo quedan películas que resucitaron gracia a los Goya, como Días contados o El Bola) está muy lejos de las aspiraciones monetarias de los productores. La segunda vida ahora está en las plataformas (todas las películas aquí analizadas pueden verse en las plataformas por suscripción o en alquiler) y generalmente de forma más que discreta.
Las primeras galas de los Goya tuvieron audiencias bajas, como la ruinosa gala presentada por Imanol Arias en 1993. También fue baja la de la polémica gala del “No a la guerra”, en febrero de 2003 y con José María Aznar en la presidencia. Aquella reivindicativa edición dio al facherío cuerda para rato, durante años. Otras ediciones fueron mucho más exitosas, como las conducidas por Rosa María Sardá, la mejor presentadora que han tenido los Goya.
Este año, en su edición número 38, la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas ha decidido que las mejores películas de ficción producidas en España en 2023 fueron 20.000 especies de abejas (de Estibaliz Urresola), Cerrar los ojos (de Víctor Erice), La sociedad de la nieve (de Juan Antonio Bayona), Saben aquell (de David Trueba) y Un amor (de Isabel Coixet).
Parte como favorita 20.000 especies de abejas. La película es un retrato femenino sobre las apariencias. Ane (Patricia López Arnaiz) es una mujer con un gran conflicto: dedicarse a su familia y a una vida “normal” o ser una gran artista como su padre, casado con una mujer que mantenía las apariencias antes sus amantes. Y entre ellas dos una introvertida niña trans. Se hace llamar Coco, nació como Aitor y quiere ser Lucía. Se nota que a Estíbaliz Urresola, guionista y directora ya nominada al Goya por su cortometraje Cuerdas (de realismo social al estilo Ken Loach), le encanta trabajar con actores y, de hecho, es muy buena directora de actores. El trabajo de la niña Sofía Otero es tan magnífico y real que se llevó el Oso de Plata a la Mejor interpretación principal en el Festival de Berlín. Nada menos.
Por desgracia, 20.000 especies de abejas, que pueden ver en Movistar Plus+, tiene muy buenas ideas (el final con la familia buscando a la protagonista en el bosque, por ejemplo) pero un exceso de metraje imperdonable. La película, nunca pedante y siempre elegante, podría haber sido magnífica con 90 minutos de duración, pero sus más de dos horas se acaban haciendo eternas. A Urresola se le da bien la dirección de actores, pero no domina la tijera en la sala de montaje y su película acaba siendo repetitiva y aburrida. Qué lástima.
La segunda película con más nominaciones es La sociedad de la nieve, que ya comentamos en Diario Red y se puede ver en Netflix. La mejor película de Juan Antonio Bayona, una magnífica producción sobre la catástrofe de Los Andes con un excelente reparto de actores uruguayos y argentinos, debería ser la ganadora según el criterio de la Academia. Más que nada porque es una ganadora nata: ha sido nominada en los Oscar (Mejor película internacional y Mejor maquillaje y peluquería) y nominada como Mejor película de habla no inglesa en los Globos de Oro y en los BAFTA. Además, Bayona es un niño bonito de los Goya: Mejor dirección por Un monstruo viene a verme y Lo imposible y Mejor dirección novel por El orfanato.
Cerrar los ojos, con 11 nominaciones y pocas posibilidades de premio (se puede alquilar en Filmin, Apple TV y Google Play Movies), es obra de un director muy respetado, Víctor Erice, en los márgenes del cine más industrial y popular. Su película es delicada pero morosa, en 3 horas no cuenta algo que enganche al espectador a pesar de su traza de cine negro (la búsqueda de un actor desaparecido durante muchos años). En realidad, el desaparecido es Erice, que ha estado tres décadas sin rodar un largo y en su película de despedida cavila sobre la vejez y el legado del artista. Cerrar los ojos es, en definitiva, una voluntariosa reflexión sobre el cine y la memoria.
Pero el filme, llevado a los altares por la crítica española (“Obra maestra” para el ABC, “Emocionante obra testamentaria” para La Razón, “Sobrecogedora oda al cine” para Cinemanía) es muy largo para lo poco que cuenta y no hay en él un trabajo visual de gran cineasta. La película es sosa y plana, muy poco imaginativa. Y tiene muy buenas intenciones, pero está llena de guiños intelectuales y una verborrea superflua, como la larga charla en la playa y en la que Erice homenajea a Howard Hawks. La película tiene un solo conflicto destacable y en ella su protagonista, un hombre triste y solitario que fue director de cine (bastante malo a juzgar por la espantosa película que se nos proyecta), está rodeado de gente (demasiado) buena que le ayuda a resolver su búsqueda. Además, su final pretende ser grande y emocionar, pero no lo consigue.
Saben aquell, también comentada en Diario Red, parte con otras 11 nominaciones. Lo mejor que se puede decir de la mejor película de David Trueba es que ha llegado a la gente por retratar a uno de los grandes personajes de nuestro show business. La palabra biopic suele conllevar un competente negativo, pero en este caso Trueba supera el estigma y entrega una película madura, bien rodada y ambientada y con un trabajo de David Verdaguer absolutamente brillante. El Goya debería ser suyo.
Saben aquell (que también se puede alquilar en Filmin, Apple TV y Google Play Movies) tiene un guion trabajado y diestro, sin cursiladas y frases epatantes. Y habla del humor, pero sobre todo es una película de amor. La bonita historia de Eugenio y Conchita.
Acabamos con Un amor, de Izabel Coixet, y, sin duda, la película que sobra en estas nominaciones. Machacada por la crítica y con una protagonista muy mal escrita (Nat, una mujer que abandona la ciudad para irse a vivir a una casa infecta en el campo), contiene desagradables escenas sexuales (en especial una en una cocina, con unas yemas de huevo de por medio) entre Laia Costa y Hovik Keuchkerian, que interpreta a un voluminoso y lacónico albañil del que se engancha la protagonista no sabemos muy bien por qué. Tampoco se entiende que todos los personajes masculinos sean negativos: el de Luis Bermejo es un hombre violento y acosador, el de Hugo Silva un cretino integral, el de Keuchkerian un ser primario y un manipulador y el de Francesco Carrill un padre de familia ridículo. Lo mejor de la película es Hugo Silva, que defiende muy bien su personaje, y lo peor su final, una copia mala del final de la danesa Otra ronda y posiblemente el más ridículo final que se ha visto en un cine este año.