Mi tierra, la de los labradores. Mi tierra, abuela y cucharón de madera. Mi tierra, frente al mal agüero. Mi tierra, que a veces sabe a sal y otras veces a papaya. Mi tierra, remedio casero para cuando me estoy oxidando. Mi tierra, con su cielo azulao’. A tu lao’. Mi tierra, allá donde estabas. Mi tierra, acá donde vas. Mi tierra, mi manifiesto. Mi tierra, me recuerda que hace falta dolor pa’ florecer. Mi tierra, vendimia y viento. Mi tierra, calor y cuento. Mi tierra, tradición futura. Mi tierra, canción de cuna, canción que cura. Mi tierra, que llueva, que llueva amor más que nunca sobre mi tierra.
Soy consciente de que quizás estés ya un poco harta de que tus entrevistas empiecen por aquí, pero tengo que hacerlo. Lo siento. Para quienes anden más despistados y no conozcan aún el fenómeno, ¿Qué es esto del rap rural, de dónde nace?
BEWIS: El rap siempre ha estado vinculado a las áreas urbanas. Es donde nace. Pero hay una problemática actualmente relacionada con las áreas rurales, que viene de largo. Hay una falta de raíces en nuestra generación. Nuestros padres y abuelos tuvieron que venir a las ciudades, y nosotros empezamos a tener el impulso de regresar a los pueblos. Es un tema que no se ha tocado demasiado dentro del underground, dentro del hip hop. Nació para mí de una manera genuina. Al final, cuando escribes rap, escribes de tu contexto sociopolítico, es una expresión de tus necesidades, de lo que necesitas aterrizar. Fue en el mismo estudio, con el productor, al leer lo que me iba saliendo, cuando nos vino la idea de que estábamos haciendo rap rural.
También te digo que yo no soy la primera creadora de esto, ni de nada. Está un poco subida quien crea que en 2023 está creando algo de cero. Hay mucha gente que ha hecho referencias al rap desde lo rural. Swing y Valtonyc, por ejemplo, hicieron un álbum muy interesante, que se llama ‘Rap rural’. Lo fui descubriendo después, con el tiempo, una vez que empecé a tirar de este concepto.
La intención es poner sobre la mesa lo que tiene que decirnos lo rural, más desde una escucha activa, menos desde un poner nosotros cosas en lo rural.
¿Te sientes cómoda con este apelativo de “Bewis de la Rosa: embajadora del rap rural”? ¿A veces empieza a pesar? Parece imposible escapar de las etiquetas, ¿no? Una artista tan poliédrica como tú, que precisamente diluye las fronteras entre géneros, que cuestiona los límites de los conceptos constantemente, y los pone en solfa tendiendo puentes entre mundos que parecen en principio no tener demasiado que ver, al final se te enmarca en ‘rap rural’. ¿Son inevitables las etiquetas?
BEWIS: Mientras sean para comprender y no para limitar, las etiquetas no están mal. Las asociaciones de conceptos nos permiten abrir nuevas puertas a otros lugares.
En este álbum, por ejemplo, nos hemos permitido investigar, desde diferentes géneros. Yo vengo de las artes escénicas. Me apetecía jugar. Para mí no hay nada más hip hop que la influencia, que el cruce de corrientes, el juego, la diversión, el compartir. No soy muy ortodoxa en las cosas que hago, la verdad. Ni en la danza, ni en el teatro, ni en la música.
Las etiquetas sirven como chinchetas en las que poder apoyarse. Lo que mola es cómo utilizas eso para encontrar tu manera, lo que tú quieres comunicar.
Hace poco menos de un año que publicaste tu primer álbum, que ha sido un auténtico bombazo, todo un acontecimiento. Vamos al título, ‘Amor más que nunca’. ¿Por qué este título? ¿A qué tipo de amor te refieres exactamente?
BEWIS: En este disco hablo del amor desde dos vías.
Por un lado estaría ese amor que entendemos desde lo sexo-afectivo, tratando de hacer un replanteamiento de cómo nos han enseñado a amar, de romper con esa forma canónica, de dinamitar la idea de amor romántico. Frente a esto, el amor como motor existencial, como manera de estar en el mundo.
Por otra parte, el amor desde lo rural. Lo que propone esta línea es cuestionar nuestra mirada de consumo, cómo consumimos nuestros amores, en función de cómo consumimos el entorno. Cuando te planteas el consumo del entorno desde un lugar más amable, más desde el entender el proceso de las cosas y no tanto el progreso rápido del usar y tirar. Una crítica a esa manera de consumir que tenemos la tierra, como producto, en la que el otro amor se ve reflejado. Cómo bebemos, cómo comemos, cómo ingerimos, te afecta a cómo luego plasmas tus relaciones afectivas.