No al fascismo en el rock: todo nuestro asco y repulsa contra los propagadores del odio en Toledo

La ofensiva del fascismo que estamos viviendo trata de permear todos los ámbitos, redoblando su agresividad y su violencia e intentando penetrar en sectores juveniles descontentos a través del rock, aunque tergiverse y pervierta la esencia y la naturaleza intrínsecamente antirracista y antifascista del rock como fenómeno musical y cultural

Uno de los ámbitos en los que el veneno ultraderechista ha logrado entrar ha sido la comunidad del rock. Una comunidad que, hasta hace muy poco, era inequívocamente reivindicativa, contestataria, rebelde y defensora de valores claramente de izquierda como el pacifismo, el antimilitarismo, el antirracismo y la igualdad social.

Aprovechando el “apoliticismo” que muchos músicos y rockeros hacían suyo ante la derecha, con la que no se identificaban en absoluto, y ante la frustración que supuso para muchísima gente de mi generación la estafa del “PSOE”, el fascismo resucitó con habilidad entre muchas capas sociales y culturales con la vieja demagogia y las mentiras del fascismo hitleriano y musoliniano.

“Todos los políticos son iguales, todos os mienten, los inmigrantes os roban el trabajo, roban u ocupan vuestras casas y violan a vuestras hijas. Votadme, dadme el poder y yo os liberaré de la democracia para daros seguridad y paz”. El mismo discurso de Hitler, Abascal y Alvise con una derecha institucional neofranquista y supuestamente “democrática” que ante esta situación mira para otro lado.  

En el mundo del rock el fascismo ha conseguido crear una suerte de internacional neonazi, que utiliza grupos —la mayor parte de ellos por no decir todos, de una calidad musical infumable, malos como la carne de pescuezo, lo cual facilita su popularidad entre la gente que no tiene ni idea de música— tanto en el heavy como en el punk, el hardcore y otros estilos similares, que se hacen llamar “RAC—Rock contra el comunismo, en inglés “Rock Against Communism”— y cuyas ramificaciones han empezado a hacerse visibles a nivel del estado español.

Un ejemplo claro, ante el cual afortunadamente la gente del rock que no se deja engañar ni manipular ha reaccionado contundentemente, ha sido el anuncio de la celebración en Toledo de un “festival” de grupos de rock de ideología abiertamente nazi-fascista para el próximo 5 de octubre. Una reunión criminal de propagadores del odio disfrazada de “concierto de rock” promovido por una serie de grupos que, más allá de sus mensajes racistas, homófobos y fascistas, en el fondo están encubriendo una reunión de delincuentes de extrema derecha cuyas irregularidades legales y administrativas, tales como su peculiar venta de entradas, son más que suficientes para que el ayuntamiento de Toledo hubiera prohibido inmediatamente la celebración de esta apología masiva del terrorismo ultraderechista. Pero hasta el momento el consistorio que dirige Carlos Velázquez Romo del Partido Popular, se ha inhibido totalmente de tomar ninguna medida. ¿Complicidad o cobardía?

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Atengámonos simple y llanamente a los hechos. Se sabe que el principal impulsor de este supuesto “festival” es un tal Alberto “Pugilato”, conocido delincuente, violento, racista y homófobo que se define en sus redes abiertamente como nacional-socialista, condenado por la justicia por celebrar un concierto de su grupo “Pugilato”, en el que unas doscientas personas acudieron exhibiendo emblemas nazis, gritando consignas como “Sieg Heil” y hasta vendiendo lotería en apoyo del criminal Josué Estébanez, ultraderechista condenado por el asesinato de Carlos Palomino.

Además de los “Pugilato”, intervienen en ese anunciado concierto otros grupos abiertamente ultras como Brigada Totenkompf, grupo que reclama en canciones como “Raza”, estupideces tales como “el orgullo ancestral que tiene el hombre ario”, amén de boutades como la siguiente: Eres un hombre blanco de sangre occidental / la historia corre en sangre por las venas de tus hijos / somos el pueblo blanco y vamos a resistir”.

Más aberrante es el caso de un grupo cordobés que dice llamarse “Iberian Wolves”, también sumamente conocidos en el ambiente neonazi y que en canciones como “División Azul”, sueltan perlas como la siguiente: “En la estepa de Rusia / Aún se alza una cruz / por aquel héroe caído / de la división azul”. Y no se quedan cortos en la letra de “Reconquista”, en la cual dicen: “fue el legado de una tierra / que encontró su libertad / tras siete siglos perdida / en las manos del islam / fue la luz que nos guió ayer en la oscuridad / el fin de la era en España / del dominio musulmán”.  

Que un grupo de Córdoba, ciudad universal, emblema de la cultura árabe integrada y tolerante, cuya personalidad ha dado a Andalucía uno de sus más insignes valores y que gracias a la presencia del Islam ha hecho de Córdoba una de las ciudades más bellas, cultas, cosmopolitas y admiradas del planeta, sea neonazi y haga letras como la de “Reconquista”, simplemente muestra hasta qué punto la barbarie es capaz de penetrar en personas incultas, desinformadas y manipuladas.  

Ante la inacción de las autoridades que debían haber sido las primeras en reaccionar ante este atentado contra la convivencia y esta provocación, la Asociación Rock Contra el Fascismo muy acertadamente ha difundido un comunicado que ha logrado una amplia repercusión en diferentes medios incluso de carácter generalista contra la celebración de este delito de odio en el que entre otras cosas, explicitan:

“Desde Rock Contra el Fascismo queremos dejar claro: Esos grupos NO representan al ROCK ni al HEAVY METAL. Aunque intenten imitar su sonido, el verdadero ROCK y HEAVY METAL siempre han repudiado el fascismo, el racismo y el nazismo desde sus inicios. No permitamos que mancillen géneros que nacieron para ser rebeldes, libres y solidarios. No tienen “tintes nazis”, SON nazis. Ya han sido condenados por ello. Recordemos el fallo de la Audiencia Provincial de Barcelona en 2018, ratificado por el Tribunal Supremo en 2020, que condenó a algunas de estas bandas por promover el odio en conciertos. Hoy, estos mismos grupos enfrentan nuevos procesos legales por los mismos motivos.

El peligro es real, y no podemos ignorarlo. No somos partidarios de cancelar conciertos, porque creemos en la libertad de expresión, pero éste incluye la incitación al odio. Por ello, exigimos al Ayuntamiento de Toledo y a la Policía Nacional que impidan la celebración de este evento. Su realización sería un delito, y ya existen precedentes legales que lo demuestran”.

Es increíble que todavía haya que explicar algo evidente para la gente que en muchas redes sociales sostiene la falacia de que “no hay que mezclar el rock con la política”, no casualmente muchos de ellos seguidores del guitarrista que apoya a los grupos de rap nazi-machistas o el ex miembro de un grupo de un mítico grupo de heavy metal en otros tiempos cuyas paranoias le han convertido en el ídolo de la ultraderecha friqui. El rock, música que nació del blues, el canto de libertad de los esclavos negros, que se posicionó siempre contra la guerra, por la libertad sexual, que en Euskalherria fue la banda sonora de la lucha antirrepresiva, jamás puede albergar actitudes fascistas. Jamás ni bajo ninguna circunstancia.