El genocidio israelí en Gaza rescata las listas negras en Hollywood
¿Ha vuelto el macartismo? Es la pregunta que se hacen en medios como The Hollywood Reporter y en estudios de cine y cadenas de televisión. El origen de la palabra macartismo viene del apellido de Joseph McCarthy, senador republicano que provocó, en Hollywood, un proceso de declaraciones, acusaciones injustificadas, interrogatorios fascistas, caza de brujas y listas negras contra profesionales cuyo supuesto delito era haber sido comunistas (militantes o simpatizantes) alguna vez en su vida.
Puede que la industria audiovisual norteamericana esté viviendo un nuevo macartismo, aunque ahora, claro está, las listas negras no tienen que ver con el comunismo, sino con el apoyo a la causa palestina y a las protestas ante el impune genocidio israelita. Hollywood ha sido gobernado históricamente por judíos, muchos de ellos confesos sionistas, que están haciendo todo lo posible por censurar las protestas contra el genocidio de los que trabajan en su industria.
La cara más reconocida de las nuevas listas negras es Susan Sarandon, despedida de su agencia después de que hablara en una manifestación en contra de las barbaridades cometidas por Israel. También la actriz mexicana Melissa Barrera fue despedida de la franquicia de terror Scream por sus publicaciones en las redes sociales. Escandalizada, la productora Spyglass Media Group calificó de “antisemitas” sus comentarios. Dato curioso: la empresa matriz de Spyglass Media Group es el fondo de inversión Cerberus Capital Management L.P., que en la crisis económica de 2008 aterrizó en España en busca de gangas inmobiliarias. Para cazarlas creó la filial Promontoria Plataforma, de la que nombró consejero a José María Aznar Botella.
Solo una invisible minoría se atreve en Hollywood a hablar de genocidio y las presiones siguen estando a la orden del día
Otra de las víctimas del señalamiento sionista fue el director Jonathan Glazer, que se acordó del genocidio al recoger el Oscar a la Mejor Película Internacional por La zona de interés y sufrió el ataque de representantes de la comunidad judía en Hollywood.
Medio año después, solo una invisible minoría se atreve en Hollywood a hablar de genocidio y las presiones siguen estando a la orden del día. Según ha informado The Hollywood Reporter, los que han defendido públicamente un alto al fuego afirman que se han enfrentado a listas negras, pérdida de empleo y hasta acoso por sus opiniones. Según el mismo medio, un actor de la Costa Oeste (que ha preferido mantenerse en el anonimato por miedo a represalias) les dijo que él y sus representantes fueron objeto de una campaña coordinada de acoso. “Recibimos una avalancha de correos electrónicos de odio, algunos de productores conocidos. Temía por mi carrera y la seguridad de mi familia. Es el deber de nuestro sindicato protegernos de este nuevo macartismo, especialmente cuando estamos hablando por los derechos humanos y nuestros colegas laborales”.
La cobardía de Hollywood es clamorosa y allí hay muy pocos tipos tan valientes como Saagar Shaikh, actor de The Marvels. Nacido en Houston, Texas, y de padres pakistaníes, Shaikh dijo lo siguiente sobre su nula participación en la campaña de promoción de The Marvels: “No creo que sea importante, es una puta película y la gente se está muriendo. Y lo estamos pagando. Me importa una mierda si mi trabajo está en juego porque encontraré otro. Me convertiré en carpintero si tengo que hacerlo”.
El poderoso sindicato SAG-AFTRA nunca se ha pronunciado sobre la ocupación israelí ni sobre el genocidio
El silencio cómplice del gran sindicato
Tan grave es la cobardía como el silencio y la descarada complicidad con los genocidas. Hace meses, SAG-AFTRA, el poderoso sindicato estadounidense que representa a 160.000 actores, locutores, dobladores, presentadores y otros profesionales, condenó los ataques del 7 de octubre, pero nunca se ha pronunciado sobre la ocupación israelí ni sobre el genocidio.
Y es precisamente lo que reclama Susan Sarandon, además de artistas como el actor Mark Ruffalo, la actriz Cynthia Nixon o el comediante Ramy Youssef. Estas cuatro celebridades, junto a más de 700 trabajadores del cine, el teatro y la televisión, se sumaron a la firma de una carta abierta al sindicato SAG-AFTRA y otros sindicatos para exigir que se mojen de una vez para posicionarse a favor de la paz. También para pedirles que eviten las listas negras y protejan a los que hacen público su apoyo a pueblo palestino.
En su carta, actualizada ante las interminables matanzas israelitas, podemos leer: “Muchos miembros de SAG-AFTRA y de gremios hermanos han visto con horror cómo el gobierno israelí libra una guerra de castigo colectivo contra la población civil de Gaza, matando a más de 40.000 palestinos, hiriendo a más de 90.000 más, desplazando forzosamente a 2 millones de personas y atacando abiertamente a miembros de la prensa y sus familias. A medida que las FDI (Fuerzas de Defensa de Israel) continúan su asalto a las “zonas seguras”, escuelas y hospitales, y mientras los civiles en Gaza mueren de hambre, deshidratación y falta de suministros médicos y combustible, los principales grupos de derechos humanos han etiquetado estos actos como crímenes de guerra, atrocidades contra los derechos humanos e incluso genocidio. La ONU ha descrito a Gaza como un “cementerio de niños” y estima que para mediados de julio “la mitad de la población, más de un millón de personas, podría enfrentarse a la muerte y el hambre”.
Como bien expone la carta, a pesar de las evidentes violaciones de los derechos humanos, retransmitidas a diario por centenares de móviles, y de la descarada e impune ocupación israelí de tierras palestinas durante décadas, los dirigentes sindicales han callado. Para colmo, y en un vergonzoso ejercicio de cinismo, SAG-AFTRA emitió una declaración pública al comienzo de la guerra de Ucrania en la que exigía que “los periodistas de todas las naciones que trabajan en la zona de guerra se mantuvieran a salvo”.
No hay solo miedo en Hollywood, también en Europa se respira la presión si denuncias a Israel
Europa tampoco se libra
Pero no hay solo miedo en Hollywood, también en Europa se respira la presión si denuncias a Israel. La directora judía estadounidense Sarah Friedland ganó el premio León del Futuro en el Festival de Venecia y el premio Orizzonti al Mejor director por su película Familiar Touch. Al dirigirse a los presentes, dijo que “aceptaba el premio en el 336º día del genocidio israelí en Gaza y 76º año de ocupación”. Aunque fue ovacionada, la demencial respuesta israelita no tardó en legar. A las pocas horas, el periodista israelí Ben-Dror Yemini la criticó “por convertirse en el mecanismo de propaganda de Hamas”.
Mucho más grave es lo sucedido en Alemania. El Festival de Berlín, que seleccionó solo una película palestina en la sección Panorama y se ha negado a pedir un alto al fuego, fue incapaz de silenciar todo tipo de mensajes en contra de Israel. En la ceremonia de clausura, cineastas de todo el planeta mostraron su apoyo a la causa palestina y su rechazo a los genocidas.
Para desgracia de las autoridades alemanas, No Other Land, codirigida por un israelí y un palestino, ganó el premio al mejor documental. Antes de entregar el galardón a los cineastas, la francesa Verena Paravel, miembro del jurado, dijo: “No puede haber más negación del horror implacable y abyecto de la ocupación militar ilegal de Israel y los asentamientos en Cisjordania, que el mundo no le dé la espalda a esta película”.
Yuval Abraham, el codirector israelí de No Other Land, fue más allá: “En dos días, mi compañero y yo volveremos a una tierra en la que no somos iguales. Yo vivo bajo la ley civil y él vive bajo la ley militar. Vivimos a 30 minutos el uno del otro”. Horas después de pronunciar estas palabras, una turba ultraderechista israelí irrumpió en su casa, amenazando de muerte a su familia y obligándola a huir en medio de la noche.
Kai Wegner, alcalde de Berlín, amonestó a los ganadores por su “intolerable relativización” y dijo que sus palabras eran “antisemitas”. También exigió a la dirección del festival que “se asegure de que este tipo de incidentes no vuelvan a ocurrir”. Y remató tajante: “Berlín está firmemente del lado de Israel”.