El infinito en un piano
Reseña del libro Novecento. La leyenda del pianista en el océano
Novecento. La leyenda del pianista en el océano
Alessandro Baricco
Anagrama
84 páginas
Novecento es un monólogo teatral escrito por Alessandro Baricco, autor de otras obras como Seda u Homero, Ilíada, que no precisa de presentación. Sin embargo, Novecento es especial: es un texto pensado para ser un espectáculo. Como escribió Lorca, el teatro es la poesía que se levanta y se hace humana. Es fácil imaginar el monólogo de Novecento sobre un escenario, y el propio autor lo concibe como «un relato para leer en voz alta». Es, en todo caso, una historia hermosa que merece ser leída.
Se cumplen 30 años desde su publicación en italiano, y pertenece a las grandes historias vinculadas con el océano, como El lobo de mar de Jack London o La línea de sombra de Joseph Conrad. En la obra, el mar juega dos de los papeles que tradicionalmente le han sido asignados: la función del aislamiento de las largas travesías; y la función de contacto entre personas desconocidas, de orígenes diversos y destinos también diferentes. En este sentido, el barco Virginian ejerce el mismo papel que las ventas del Quijote: es un punto de encuentro y un lugar para el relato. Con una peculiaridad: Danny Boodmann T.D. Lemon Novecento permanece toda su vida en el barco en el que fue abandonado pocos días después de nacer. La esencia del personaje no permite otra cosa.
La obra está ambientada en el periodo de entreguerras del siglo XX. El personaje que narra la historia de Novecento es un trompetista que toca en la banda que ameniza las veladas en el barco. Por tanto, se trata de una obra centrada en la música, al modo de Ragtime de Doctorow o El perseguidor de Cortázar. El jazz se abre camino en la vida de Novecento, que incluso llega a enfrentarse en un duelo musical con Jelly Roll Morton, autoproclamado inventor del jazz en la obra. El mundo se hace visible en la vida de Novecento a través del barco, y su fama transciende las fronteras de los países que visita (hace honor al subtítulo de la obra y a la adaptación cinematográfica: La leyenda del pianista en el océano). Y él, a pesar de ser el centro de todas las miradas, conoce el mundo a través de los relatos de los distintos viajeros con los que coincide a lo largo de su vida, ya que: «Sabía escuchar. Y sabía leer. No los libros, eso lo sabe hacer cualquiera, sabía leer a la gente. Los signos que la gente lleva encima: lugares, ruidos, olores, su tierra, su historia… Toda escrita encima».
Novecento llega a proponerse salir del barco, debido a la maravillosa descripción del encuentro con el mar de un agricultor. Quería reencontrarse con el mar después de haber caminado durante kilómetros sobre la tierra. Pero no consigue avanzar del tercer escalón. Y retorna al barco para no abandonarlo jamás. La explicación a esto es compleja: el mundo era (y es) demasiado grande y complejo, inabarcable en su infinitud de oportunidades, posibilidades y combinaciones. Sin embargo, el universo del barco era mensurable y más aún las teclas blancas y negras del piano, a pesar de que el infinito es posible en las combinaciones del órgano musical. Y de eso se trata: un infinito manejable, en el que la noción de infinitud se produce dentro de cada persona.
Incluso cuando el Virginian quede inservible, debido a los servicios prestados durante la II Guerra Mundial, Novecento no abandonará el barco. Se esconderá y esperará a que sea hundido con dinamita y desaparecerá con él. No podía ser de otro modo y durante la lectura se demanda un final así.
Se trata, en definitiva, de una historia hermosa en la que se disfruta de escuchar un buen relato, ya que incluso durante la lectura se percibe la naturaleza teatral del monólogo y es fácil visualizarlo, imaginarlo con luz tenue sobre un escenario. En palabras de Novecento: «No estás jodido verdaderamente mientras tengas una buena historia a cuestas y alguien a quien contársela». Así, se recuperan los placeres de narrar, escuchar y leer, inseparables de la literatura y de la vida.