La ciudad del arte: artistas en lucha contra la especulación inmobiliaria
Cuando con motivo de mi inclusión en las listas que IU-Podemos-Alianza Verde presentó para las pasadas elecciones municipales al ayuntamiento de Madrid trabajé todos los aspectos relacionados con la política cultural, a través de los múltiples contactos, encuentros y reuniones que tuvimos con una amplísima representación del tejido cultural, establecí contacto y conocí mucho más en profundidad una iniciativa de un valor y de una potencia cultural extraordinaria, única en todo el estado en el entorno de las artes plásticas y me atrevería a afirmar que única a nivel internacional: La Ciudad del Arte – Museo Zapadores, llamado así por ubicarse en las instalaciones del antiguo cuartel de Zapadores del ejército en Fuencarral, Madrid.
Según la terminología militar, los zapadores son aquellos soldados que en tiempos de conflicto bélico construyen túneles, puentes y estructuras destinadas a que la vanguardia avance sobre las posiciones enemigas. Quizá sea casualidad, pero que verdaderos combatientes por la causa de las artes plásticas hayan encontrado en este lugar su base de operaciones para mí no deja de estar cargado de simbolismo.
Este espacio multidisciplinar de 23.000 metros cuadrados, gestionado por la Asociación La Neomudéjar, acoge en su edificio residencias artísticas y estudios, tanto individuales como colectivos, para el desarrollo de la labor de creadores y artistas visuales, así como una nave específica para llevar a cabo sus propias actividades, conferencias, exposiciones, talleres, debates, etc. Existen también espacios cedidos a galerías que quieran presentar sus propias exposiciones en el museo, como es el caso de Fomentarte o Galería San, que presentó allí los pasados meses de septiembre y octubre la exposición de Sandra Julve “La Domasticación dirigiendo la doma”.
Ciudad del Arte – Museo Zapadores organiza de manera habitual un amplio y ambicioso programa de exposiciones artísticas temporales propias y cuenta con una colección permanente situada en una gran sala de 4000 metros cuadrados situada en la segunda planta del edificio, en la que se han reunido obras de Javier Marten, Antonio Alvarado, Fabio Herrera, Almudena Tapias, Aimee Joaristi, Rafael Peñalver, Alberto Corazón, Ana Dévora o Julio Ovejero entre otros. Una de las últimas exposiciones que se ha inaugurado es “Mestizajes conceptuales”, del pintor José Manuel Ciria
La Neomudéjar ha aprovechado los espacios disponibles en este complejo para trasladar y conservar allí los materiales de su Archivo Trans-feminista Kuir, que cuenta con más de 2000 documentos pertenecientes tanto a colectivos como a personas individuales que históricamente han participado y siguen participando en los movimientos de lucha por los derechos del colectivo LGTBIQ y las luchas feministas en todo el territorio del estado español. Un archivo vivo, que crece exponencialmente y que además de recuperar, conservar y catalogar toda esa documentación, organiza sus propias exposiciones, mesas sectoriales con colectivos, actividades de proximidad como clubs de lectura, talleres o congresos, etc. Asimismo, ATK desarrolla exposiciones para otras instituciones tanto en el ámbito nacional como en el internacional que aúnen la reivindicación de los derechos del mundo LGTBIQ con toda clase de expresiones artísticas, como por ejemplo la exposición “Dactiloscopía Rosa” para Matadero Madrid o la adaptación de esta misma exposición a un formato multidisciplinar de vanguardia como fue “Videoart & Queer Constructions” acompañada de una selección de publicaciones, fanzines y material audiovisual histórico de su archivo en Los Ángeles, Estados Unidos.
En coherencia con esa vocación de desarrollar, potenciar, difundir y divulgar la creación artística fuera de los condicionantes del mercado capitalista, el pasado 4 de noviembre se organizó en Ciudad del Arte – Museo Zapadores la jornada denominada como “Open Studios”, una experiencia consistente en que los artistas y creadores residentes en el museo abrieran sus lugares de trabajo a todos los visitantes para darles la oportunidad de conocer sus obras, hablar con ellos sobre sus procesos creativos, sus nuevos proyectos, así como poder adquirir trabajos de todos ellos con precios especiales, una suerte de “Black Friday” artístico para estas jornadas. La idea de romper la frontera a menudo creada inconscientemente entre público y artistas, conocer, apreciar y disfrutar del arte desde otra óptica, en otro contexto y sumergiéndose en el magma creativo del artista, así como estimular a la comunidad artística local está en la base de esta experiencia.
Cualquier institución de gobierno, bien sea municipal, autonómica o estatal debería sentirse orgullosa de albergar en su territorio un espacio como este, un magnífico ejemplo de cómo crear cultura comunitaria, de cómo hacer ciudad, de cómo fomentar valores a través de la creación, debería apoyarlo, dotarle de medios para mejorar y ampliar el desarrollo de sus actividades. Sería lo lógico ¿verdad?
Pero claro, estamos en Madrid. Y ya sabemos quien es el alcalde ¿cierto? Por su ubicación geográfica, junto a las vías del ferrocarril en Fuencarral, el museo esta dentro de los terrenos que engloba esa aberración urbanística llamada “Operación Chamartín” perpetrada por la cúpula de las élites financieras, que no lo olvidemos, no solo es una operación avalada por la derecha, sino permitida y blanqueada en su día por Carmena, Errejón y el resto de la cuadrilla MM y que tiene designado como destino final la desaparición del museo en tanto que se pretende demoler el edificio para sustituirlo por unas “zonas verdes” artificiales, como denunció el pasado mes de mayo en un comunicado tanto la dirección de Ciudad del Arte – Museo Zapadores como sus artistas y la Plataforma por el Derecho a la Ciudad.
Ni Madrid, ni el resto del estado español, ni Europa pueden permitir que tal cosa suceda, sin como mínimo, ofrecer una alternativa válida para reubicar las colecciones, espacios de trabajo, salas de exposición, etc. que a base de años y años de trabajo y esfuerzo los impulsores de este gran proyecto cultural han puesto en pie. En la pasada primavera ya hubo acciones y movilizaciones con el objetivo de visibilizar este problema y concienciar a la sociedad del inmenso perjuicio que causaría la desaparición de este inigualable espacio. No hay que bajar la guardia. Es necesario seguir reivindicando la existencia de Zapadores como un patrimonio cultural que debemos proteger y cuidar frente a la depredación que pretende ejercer el capital financiero e inmobiliario.