¿La literatura es cosa de mujeres? Es cosa de mujeres

Me dirán que eso ya fue siempre así, ahí estaba el calificativo “novelera” para denostar una mujer fantasiosa, pero ahora todo tiene otro carácter porque la literatura fue “activada” y lo hicieron las mujeres
YouTube Academia del Cine Asturiano — "Se dice poeta —  Cortometraje de Sofía Castañón
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En una mesa del bar un grupo de mujeres de edades diversas conversan animadamente, y con un estilo tan cordial que da envidia. Al salir me reconocen y nos saludamos, formaron este año un club de lectura que ahora se disuelve hasta el otoño próximo. Uno de tantos clubs de lectura.

Yo mismo formé parte estos meses pasados de un grupo que se reunía en torno a la literatura, en este caso un “taller literario”. Nos hicimos una foto en la última reunión y ahí estamos… ocho mujeres y yo.

No es casualidad, no es anecdótico; es sistemático y es significativo: la literatura le interesa fundamentalmente a las mujeres. Me dirán que eso ya fue siempre así, ahí estaba el calificativo “novelera” para denostar una mujer fantasiosa, pero ahora todo tiene otro carácter porque la literatura fue “activada” y lo hicieron las mujeres.

No sé decir si es una consecuencia de las redes sociales, que tejen por abajo y en horizontal, pero el lector, que se evidencia que es lectora, se adueñó de la recepción literaria y lee, nuevamente, en voz alta y hace una lectura compartida y discutida en la Red y en los clubs de lectura. La lectora es hoy la protagonista de un momento de la literatura en que está “activada” como nunca, la relación con el libro no se limita al momento de la lectura en silencio y quien lee se levanta luego y se reúne para comentar y darle un segundo momento de vida a lo leído.

Efectivamente esas lectoras en red y, o, en grupo hablan libre y desenfadadamente sobre el libro leído y en consecuencia desafían el rol y la jerarquía del crítico, que no está presente en el lugar de reunión (y tampoco en su imaginación). Su horizontalidad abrumadora ignora la verticalidad de la jerarquía, de la autoridad. Las lectoras, usemos esa palabra que ya cansa pero que expresa perfectamente un proceso, se “empoderaron”.

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Que sean lectoras, mujeres que leen, quienes trastocan las relaciones establecidas entre autor, lector, crítico, industria, academia…, es lo natural en estos tiempos. No hay aspecto de la vida social o personal que el feminismo y los cambios sociales y culturales que mueven las mujeres no haya puesto en cuestión. Todo está cuestionado, todos estamos cuestionados y la literatura es y será reformada.

¿Eso es bueno para la literatura? Depende. Uno no tiene por qué compartir esos gustos literarios, esas estéticas que adora ese público movilizado. Pero la literatura tiene todas las caras posibles y hoy la visión de las mujeres es dominante en la literatura como institución, y esos gustos expresan seguramente el espíritu de este tiempo.

 Son mujeres las lectoras y cada vez más son mujeres quienes hacen crítica y quienes escriben. Hace pocos años aún los directores de las editoriales y de sus colecciones eran señores y eran mujeres sus secretarias, sólo eran mujeres las agentes, que tenían que negociar con hombres, pero ahora son mujeres quienes editan y lo hacen para las lectoras existentes, no para la academia y sus prescripciones estéticas. Cuando toda autoridad está impugnada también lo está en el campo de las artes.

Y nadie tiene derecho a cuestionar la autoridad del público, de ese público muy en concreto. Las mujeres viven un proceso social muy profundo, están debatiéndolo todo y lo hacen en público con beligerancia, porque lo necesitan, hablan de su historia como mujeres, de sus sentimientos, de sus necesidades, de su economía, de sus políticas…Y en el campo de la literatura se expresa todo eso también a través de mitos, de símbolos, de narraciones y de historias personales.

¿Qué lugar nos queda a los escritores varones? …Mmmm. No lo sé. Terminé hace poco una novela en que la protagonista era una mujer y nunca tuve tantas dudas e inseguridad, cuando escribía sentía en la nuca esa nueva mirada. Naturalmente que un escritor varón puede escribir sobre personajes femeninos, pero no hay duda de que, en este tiempo, vemos muy cuestionada nuestra autoridad moral sobre el asunto. Y tiene toda la lógica; pero todita toda.

De todos modos, al fin y al cabo la literatura no es algo tan importante, ¿no? Los hombres siempre hemos leído, claro, pero sobre todo manuales de herramientas, tratados técnicos o científicos. Y sociología, economía, filosofía...hasta teoría literaria. La literatura en si misma siempre fue cosa de mujeres. Pero ellas, que ahora también leen manuales de herramientas y tratados técnicos y científicos, siguen pensando que tiene su importancia.

¿Pero tenemos los escritores varones algo que decir que sea nuevo a esos oídos que ya han oído a través de los siglos nuestras voces y nuestras historias cargadas de toda aquella nuestra autoridad? ¿Tenemos algo que pueda interesar aún? ¿O nos mandarán a paseo?