‘No estás sola: La lucha contra La Manada’: un documental perfecto para celebrar el 8M
Robert Bahar y Almudena Carracedo, pareja en el cine y en la vida, se dieron a conocer hace seis años por el fabuloso documental El silencio de otros, que tardaron otros seis años en filmar. En él acompañaron a víctimas y supervivientes del franquismo a medida que se organizaba la denominada “Querella argentina”. Vivieron en persona la lucha y el dolor de las víctimas (algunas murieron por vejez durante su realización) y lograron una de las grandes películas españolas de 2018, un trabajo que se hizo con el Goya al Mejor Documental y el Premio del público al Mejor documental en el Festival de Berlín. En las proyecciones de El silencio de otros, que pueden ver en Filmin, muchos espectadores se levantaban a aplaudir emocionados, algo inaudito.
Bahar y Carracedo regresan al documental con No estás sola: La lucha contra La manada (lo pueden ver en Netflix) y no solo es perfecto para celebrar el 8 de marzo, Día de Internacional la Mujer, también es un muy recomendable material docente para proyectar en las aulas, un trabajo que expone a la perfección, y sin amarillismo, lo que es una violación grupal, la salvaje cosificación sexual de un ser humano, sus causas y sus consecuencias.
Lo primero que hay que valorar en este riguroso trabajo es la exposición de los vigilantes, del serio trabajo policial y judicial ante chacales como La Manada. Entre ellos destacan esa policía, la “agente 455”, que recuerda a la víctima (a la que da voz la actriz Natalia de Molina) en estado de shock, destrozada, con la voz rota, pidiéndole que no la dejen sola tras tomar la pastilla para prevenir el VYH y la píldora del día después. “¿Cómo se lo digo a mi madre?”, preguntaba desolada.
Otra de las mujeres clave es la agente que se pasó horas viendo las cámaras de seguridad de las calles de Pamplona para ver si descubría a los tipos que se ajustaban a la descripción que había dado la víctima: jóvenes barbudos y tatuados. No podía olvidar una enorme barriga, la de El Prenda, tatuada con enormes letras. Más tarde descubrieron un “Carpe Diem” tatuado en un pubis y un “El poder del lobo reside en la manada” en un pie. Otro de los violadores también llevaba tatuada una gran huella de lobo.
La policía foral supo también que eran varones sevillanos, pero aquello era como encontrar una aguja en un pajar, lo más probable es que los lobos escapasen. Pero el trabajo fue exhaustivo y a los agentes los acompañó la suerte. Dieron con ellos y llegaron hasta su Fiat Bravo dorado. El siguiente gran trabajo policial fue el rastreo de los teléfonos, en el que encontraron el chat “La Manada”, con horribles mensajes que revolvían las tripas. En una escrupulosa tarea, Pablo de la Fuente, policía foral, rastreó 135.000 mensajes en busca de información, se sumergió obsesivamente en la vida de La Manada, prácticamente hizo el viaje con ellos desde Sevilla, minuto a minuto. Además, cuando los agentes visionaron el vídeo que La Manada se grabó con su víctima, compartieron una misma y pavorosa conclusión: no era la primera vez que lo hacían.
Cuando se conoció la detención y la noticia, la calle respondió. Pamplona, con su alcalde (Joseba Asiron) a la cabeza, dio la talla, como ya la había dado en otros Sanfermines con campañas de concienciación contra la violencia machista. El “No es no” apareció en gritos y carteles. Por desgracia, y como recuerdan Bahar y Carracedo, Pamplona todavía recordaba a Nagore Laffage, asesinada (estrangulada, aunque su cuerpo, con 36 golpes, tenía la mandíbula rota y el cráneo fracturado) el 7 de julio de 2008 por resistirse a ser violada, un asesinato que supuso un antes y un después en la lucha contra la violencia de género y sobre el que Helena Taberna estreno un buen documental en 2011 (Nagore, que también se puede ver en Filmin). Las palabras de Asun Casasola, madre de Nagore entrevistada para No estás ola: La lucha contra La manada, provocan escalofríos: “Si mi hija no se hubiese resistido, estaría viva”.
Diego Yllanes hasta intentó descuartizar a Nagore. En el juicio, cuya sentencia devastó a Casasola, el jurado popular consideró culpable a Yllanes, pero no de asesinato, sino de homicidio. Y fue condenado a doce años y medio de cárcel. Poco antes de cumplirse el noveno aniversario de la espantosa muerte de Nagore, logró el tercer grado penitenciario y acabó trabajando de psiquiatra en un centro privado de Madrid.
Otro gran palo judicial afectó también a la víctima de La Manada. Aunque el juicio, con escolta policial, a puerta cerrada y con las ventanas de la sala tapadas, se celebró cuando estalló el Mee Too y con el caso de Nagore todavía en la memoria, se condenó a La Manada por abuso sexual, no por violación. 9 años. La sentencia se retransmitió en directo en las televisiones, la familia quedó destrozada y la policía tuvo que contener las protestas en el exterior del palacio de justicia.
Como sombrío remate, se reveló que el juez Ricardo Javier González defendió la absolución de los cinco acusados y emitió un voto particular en el que definía el acto de La Manada como “una desinhibición total y explícitos actos sexuales en un ambiente de jolgorio y regocijo en todos ellos, y, ciertamente, menor actividad y expresividad en la denunciante”. Y fue más allá: “En ninguna de las imágenes percibo atisbo alguno de oposición, rechazo, disgusto, asco, repugnancia, negativa, incomodidad, sufrimiento, dolor, miedo, descontento o desconcierto. La expresión de su rostro es en todo momento relajada y distendida”.
No estás sola: La lucha contra La manada no olvida adentrarse en otros dos juicios tan importantes como el de La Manada o el de Nagore: el de la joven de Pozoblanco (a la que da voz Carolina Yuste), drogada y maltratada en un coche por La Manada, y el juicio popular, el de la calle y el de los medios sensacionalistas que vieron en el caso una carnaza que acapararía la parrilla televisiva durante semanas. El padre (como le confesó, destrozado, al alcalde Asiron) sabía que iban a juzgar y a machacar a su hija.
Y así fue. Los medios, en una nueva orgía de telebasura, permitieron que el abogado de La Manada, Agustín Martínez Becerra, desfilase por los platós proclamando que la víctima mentía. Le dieron un poderosísimo altavoz del que la víctima carecía, sembró la duda y parte de la población se lo tragó. Ella, destrozada, lo vio todo desde su casa. Para colmo, un tal Eric, seguidor de la Legión de 40 años, filtró en internet sus datos personales. Superada por la situación, la víctima abandonó el país y la calle estalló. “No es abuso, es violación”, “Yo sí te creo”, “No estás sola, aquí está tu manada”. Igual que en el 15 M, los informativos de todo el mundo se hicieron eco de lo que estaba sucediendo en las calles españolas.
Por fortuna, lo que empezó como un filme de terror, acabó como una película judicial con desenlace feliz gracias a la sentencia del Supremo: fue una violación. 15 años por cabeza. Fin.