Cine

‘Priscilla’: confesión y ajuste de cuentas de la ex de Elvis de la mano de Sofia Coppola

La película huye de la mitomanía entorno al músico y construye un turbador retrato sobre el rapto legal de una menor
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Pocos jóvenes saben hoy quién es Elvis Presley y mucho menos lo escuchan. Ahora triunfan las letras hediondas, el Autotune y “cantantes” de una ineptitud vocal clamorosa. Luego estamos los que sí lo conocemos, pero nunca hemos flipado con él —no he tenido en mi vida un disco de Elvis— y conocemos muy poco su vida privada. Por ejemplo, que a Elvis le iban las menores y que la famosa Priscilla Presley era solo una colegiala de catorce años cuando fue seducida por él.

Al principio de su película, Sofia Coppola hace tocar a Elvis Whole Lotta Shakin' Going On al piano mientras cautiva a la adolescente Priscilla Beaulieu. Esta canción, que reza “Ven, cariño, será mejor que agarres a tu toro por el cuerno” y “Sacúdelo, oh, sacúdelo, nena”, es uno de los grandes hits de Jerry Lee Lewis, conocido por ser el gran rival de Elvis y por casarse con su prima hermana de solo trece años. En 1970, ella solicitó el divorcio afirmando que había sido “objeto de todo tipo de abuso físico y mental imaginable”.

Es curioso que la pedofilia consentida vuelva a ser tema en esta sección tras lo que comenté a propósito de la película francesa El consentimiento porque el principal tema de Priscilla es el rapto legal de una menor. Elvis sedujo a Priscilla cuando solo tenía catorce y durante tres años la cortejó con cartas y telefónicamente ante la intranquilidad de sus padres, que aceptaron dejar que su hija adolescente viviese en Graceland, la mansión de Elvis en Memphis, a condición de que ingresara en un colegio católico para acabar la secundaria. Así, la joven se dedicaba a aburrirse con las monjas por las mañanas y a participar en las juergas de Elvis por las noches. A este turbio contrato lo llamaron “tutela temporal”.

Priscilla es un buen ejemplo de cómo han cambiado, para bien, la aceptación y el consentimiento de la relación de un adulto con un adolescente

Priscilla es un buen ejemplo de cómo han cambiado, para bien, la aceptación y el consentimiento de la relación de un adulto con un adolescente, en este caso un adulto tremendamente famoso y rico que paseaba a su pequeña novia (Priscilla llamaba la atención por su baja estatura frente a la de su novio, en la película exagerada por la talla del actor Jacob Elordi, 1,96) en sus encuentros sociales y la animaba a tomar tranquilizantes, anfetaminas y hasta LSD, una niña “reservada” hasta el matrimonio y que se convierte en madre demasiado joven. Y todo ello, claro, con todo tipo de relaciones sexuales del cantante fuera de la relación y el matrimonio.

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Lo que a Sofia Coppola le interesa a la hora de escribir y rodar Priscilla es hablar de un rapto legal y consentido por familia, amigos, autoridades y medios de comunicación

Lo que a Sofia Coppola le interesa a la hora de escribir y rodar Priscilla es hablar de un rapto legal y consentido por familia, amigos, autoridades y medios de comunicación. Priscilla acepta ser encerrada en Graceland sin saber que lo que le espera es su total anulación y cosificación como mujer. Para empezar, el que decide sobre el fin de su virginidad es Elvis, el rey feudal de Graceland reflejado en la película como un tipo cobarde, inestable, ignorante e irresponsable. Además, le ordena a Priscilla cómo vestirse (elige sus vestidos junto a sus parásitos guardaespaldas) y cómo peinarse (le hace teñirse el pelo de negro y le pide ese voluminoso cardado que le hizo famosa), la humilla ante otras mujeres y la maltrata físicamente.

El guion de Priscilla, de la propia Coppola, está basado en las memorias Elvis and Me, escritas por Priscilla Beaulieu Presley, publicadas en 1985 y que relatan el largo noviazgo y turbulento matrimonio de Elvis y Priscilla, desde una base militar alemana hasta su mansión de ensueño en Graceland. Además, Priscilla es productora de la película junto a Sofia Coppola y Fred Roos, inseparable productor ligado a American Zoetrope, la empresa de Francis Ford Coppola.

Elvis Presley Enterprises declinó tanto su aprobación para la película como su permiso para utilizar las canciones de Elvis

Algo que llama poderosamente la atención es que estamos ante un biopic sobre la mujer de Elvis en el que no se escucha música de Elvis. La razón, más que creativa, es legal. Elvis Presley Enterprises declinó tanto su aprobación para la película como su permiso para utilizar las canciones de Elvis. Por eso Sofia Coppola recurrió a alternativas creativas, principalmente a canciones de la época (como Baby, I Love You, Venus o Nobody konows) y a la música contemporánea de Phoenix, el grupo de Thomas Mars, su marido.

La apuesta de Coppola es intentar lograr un filme que no sea maniqueo, que no subraye demasiado la carencias humanas y afectivas de Elvis, pero solo se queda en el intento. Es evidente de parte de quién está: de la coproductora de su película, que ha completado un entendible resarcimiento ya iniciado en sus memorias. Y no es una mala opción, pero, por desgracia, la película, correcta, nunca llega a emocionar como debería. Vi el filme con demasiada distancia, sin implicarme nunca. En fin, nada nuevo en el cine de Sofia Coppola, lo mismo me ocurrió con Somewhere, The Blig Ring o La seducción.

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Priscilla no funcionó en taquilla. El filme costó 20 millones de dólares y solo recaudó 132.139 en su primer fin de semana. Tuvo algunas críticas duras y otras muy positivas, como la de la revista Rolling Stone. En ella Marlow Stern escribió algo muy interesante: “No se puede pedir a una persona mejor para manejar este material que Coppola, quien no es ajena a la representación de jóvenes protagonistas femeninas y hombres poderosos que disfrutan manteniéndolas encerradas en jaulas doradas, ya sea el Park Hyatt Tokyo (Lost in Translation), el Palacio de Versalles (María Antonieta), el Chateau Marmont (Somewhere) o Graceland (Priscilla)”.

Marlow da en el clavo. Como hija del famoso Francis Ford Coppola, Sofia ha experimentado lo que es vivir en esa jaula de oro y era perfecta para narrar una historia sobre Elvis desde otra perspectiva, desde la de una mujer que espera sola mientras crece, madura, acepta, entiende y, finalmente, se libera. Sin actuaciones espectaculares (como las de Elvis, de Baz Luhrmann), sin sus canciones, sin sus rodajes y sin sus muchas amantes.

Lo peor: su final, flojo, muy poco inspirado.

Lo mejor: Cailee Spaeny, ganadora de la Copa Volpi a la Mejor actriz en Venecia.