‘True Detective: Noche polar’: la temporada que nos descubrió al peor Carlos Boyero
La degradación en la que ha caído el Grupo Prisa en su tratamiento del cine y la televisión actual es escandalosa y denigrante. Su veterano crítico estrella, Carlos Boyero, es el perfecto ejemplo de un pésimo profesional, lamentable crítico y un desfasado dinosaurio de tiempos remotos. Y, para colmo, un repugnante misógino.
A la cuarta temporada de True Detective, Boyero le dedicó, en El País, tres miserables párrafos. En su “crítica”, dijo que la directora y guionista Issa López era responsable de una “nueva tontería”. Y lo hizo reconociendo que solo había visto un solo episodio de los seis de True Detective: Noche polar (“Solo he sido testigo del primer capítulo. Suficiente”, “Veo con infinita desgana el arranque y renuncio definitivamente a continuar con su desarrollo”). Luego reculó (supongo que alguien de arriba le dio un toque) y se vio la temporada entera. Pero eso no fue todo: Boyero atacó a Jodie Foster POR SU FÍSICO. Prueben a buscar fotografías de Carlos Boyero en Google. De nada.
Atención a sus palabras: “Jodie Foster aparece con un rostro y una imagen devastadas por el tiempo”. Al parecer, Foster no es como esos héroes masculinos y crepusculares que tan bien se devastan con el tiempo. Para colmo, Boyero remató en la SER (junto a un cómplice Carles Francino que le reía las gracias): “No me gusta ni verla, ni oírla, es ya muy mayor”.
Pero Boyero no se contentó con esta basura. En su crítica para El País, dijo: “Se nota que el argumento ante todo es fiel a las cuotas. (…) El guion tiene que buscarle una hija, india y lesbiana, una compañera negra, reivindicaciones militantes”. Y en la SER fue más allá: “Vamos a hacer un policíaco que sea empoderado, inclusivo, que la ayudante sea negra y que también aparezca algún chino (sic) y que la hija sea india (con “india” debe referirse a una nativa de Alaska, tierra de tribus como los Iñupiat o los Aleutas). Estoy viendo todo el rato el planteamiento de la señora que la ha creado, que se llama Issa López, me la voy a apuntar para salir corriendo cada vez que la vea”.
Rebobinemos. Demasiadas mujeres, demasiadas lesbianas y demasiadas protagonistas que no tengan la piel blanca significa que estamos ante ¡la dictadura de las cuotas, de lo woke! Bien, supongamos que HBO Max impone ciertas cuotas por lo que entienden por corrección política. Vale, pude pasar, pero ¿y si una cineasta como Issa López quiere, sencillamente, rodar una serie con dos mujeres maduras como protagonistas, una buddy movie (género descarada y machaconamente masculino) polar?
Pues es el caso. Y no es baladí que la protagonista de True Detective: Noche polar sea Jodie Foster porque a nadie se le escapa que El silencio de los corderos es uno de los primeros grandes policiales feministas. En ella Foster está presionada o acosada (por Lecter, su jefe, el director del psiquiátrico, los expertos en gusanos...) o ninguneada (por los estudiantes del FBI, la policía local...) por hombres. Para colmo, la agente Starling tiene que cazar a un enfermo mental que quiere ser mujer. Y resulta muy preocupante que hace 33 años nadie pusiese pegas a que Foster hiciese de mujer policía y hoy a miles de espectadores su mujer policía les parezca una imposición de la agenda woke.
Por desgracia, el señoro Boyero no está solo. Para muchos espectadores en la nueva temporada de True Detective hay demasiadas girl bosses (mujeres con poder) y lesbianismo y la serie sufrió una brutal campaña de insultos y críticas negativas, lo que se conoce como las review bombing (un fenómeno que viene del mundo de los videojuegos). Nada nuevo, lo mismo sucedió con The Last of Us. Su tercer capítulo mostraba una relación gay y tras su emisión sus valoraciones negativas se multiplicaron un cien por cien respecto al anterior episodio.
Pero vamos a la chicha. La nueva True Detective (en la que ya no está Nic Pizzolatto, su creador, en los guiones) es una muy entretenida y trabajada mezcla de cine negro, cine fantástico y western. Issa López empieza con unos fabulosos títulos de crédito y un gran homenaje a La cosa, la obra maestra de John Carpenter (hasta vemos un guiño al filme en uno de los deuvedés que coleccionan los científicos aislados). Además, la presentación de cada una de las víctimas es admirable.
Y como en toda buena serie policial, o buena novela negra, junto a una compleja y bien dosificada trama criminal se nos exponen diferentes subtramas dramáticas. En este caso tenemos a una veterana policía que usa Tinder, que busca rápidos polvos de hotel con un mierda, que hace lo que puede con su hija adolescente (activista medioambiental y con novia quinceañera) y procura olvidar un terrible suceso del pasado que la destrozó.
También tenemos, como coprotagonista, a una compañera nativa que cree firmemente en lo sobrenatural y convive con un hombre mucho menos duro que ella, un “amo de casa” que se une a la nueva galería de hombres menos viriles, menos machos, que vamos a seguir viendo en la tele. Los señoros como Boyero van a tener que acostumbrarse a hombres en los roles que han desempeñado las mujeres durante décadas: amos de casa, ayudantes y secretarios. Hasta hombres objeto. Es hora.
¿Propaganda LGTBI, como denunciaban las review bombing? Solo de pensarlo da risa. No, True Detective: Noche polar es, sencillamente, una necesaria normalización de todas las ecuaciones sexuales que vivimos y disfrutamos en la actualidad. Y lo importante es lo que cuenta esta cuarta temporada: un horrible crimen que nos lleva a otro crimen más espantoso, el medioambiental. Y todo con un fondo muy sombrío, hablándonos sin tapujos de la soledad, la nada, el vacío (“No hay Dios” dice uno de sus contundentes diálogos).
Lo peor: la resolución del misterio (tranquilos, no haré spoiler) a lo Agatha Christie y que Issa López abarca demasiado (violencia de género, la alteración de la psique en las regiones polares, los suicidios, el mundo paranormal, la crisis medioambiental…).
Lo mejor: Jodie Foster, los cadáveres expuestos en la pista de hielo, Anders Lund resucitando en el hospital, la delicadísima escena del crematorio y la brutal tortura policial con los cascos y la cinta aislante. Ah, y el uso de los flashbacks. Especialmente el uso de flashbacks/recuerdos falsos. Es decir: la plasmación de mentiras de los personajes. Brillante.