Un derbi madrileño con el orgullo en juego
Cualquier derbi paraliza su ciudad. Algunos derbis paralizan futbolísticamente su país. Unos pocos paralizan el mundo del fútbol también a nivel internacional y este es el caso del Atlético de Madrid – Real Madrid.
No es verdad eso que se empeñan en decir algunos de que “lo único que importa es ganar”. Nunca lo es, pero menos aún en un derbi. Ahí está en juego el orgullo, el demostrar que uno es mejor en el terreno de juego que su vecino, que puede dominarle en el campo y que además, claro, le puede ganar.
La semana previa al partido es el tema de conversación favorito en cualquier tertulia con amigos, en cualquier charla de bar y en cualquier colegio, y la semana posterior está llena de burlas de los ganadores y de quejas de quienes han perdido, pero nunca se trata sólo del resultado. Están en juego emociones y la propia identidad. Por eso, el que gana 1-0 de penalti injusto nunca está realmente satisfecho y el que pierde dominando todo el partido tiene el consuelo de haber demostrado su superioridad. Y eso, cuando la cosa es entre vecinos, cobra más importancia que en cualquier otro partido.
Este domingo, el Atlético de Madrid recibe al Real Madrid prácticamente un año después de haberle ganado 3-1 en la sexta jornada de la pasada temporada. Aquel fue un mal partido del Madrid y supuso su última derrota en liga hasta ahora. Han pasado 39 jornadas y no ha vuelto a perder, lo cual añade interés ante el que es el primer gran partido de esta temporada.
¿Cómo llega cada equipo al partido?
El Atlético de Madrid, al que su entrenador denominó “el equipo del pueblo”, ha gastado este verano 185 millones de euros en fichajes (más 35 millones pendientes de variables). Contando todas las ligas de Europa, solamente tres equipos de la Premier League (el Chelsea, el Brighton y el Manchester United) han gastado más dinero que él. Se dice pronto.
En la liga española, la diferencia de gasto en fichajes del Atlético con respecto a los demás clubes ha sido enorme este verano.
El Atlético tiene muchos jugadores que están al alcance de muy pocos equipos y la exigencia debe ser acorde a ello. No vale ese conformismo de “quedar entre los 4 primeros”
El Atlético tiene muchos jugadores que están al alcance de muy pocos equipos y la exigencia debe ser acorde a ello. No vale ese conformismo de “quedar entre los 4 primeros”. Tiene una plantilla multimillonaria creada para competir por todos los títulos y lo cierto es que ha comenzado la temporada como fue la anterior, con muchas dudas derivadas de un juego muy malo y de unas victorias logradas en muchos casos con goles milagrosos en los últimos minutos.
Es un equipo con muy poca capacidad de asociación, que suele estar a merced de sus rivales y que basa su fortaleza en su espíritu de lucha y en su paciencia para esperar un momento que le haga sacar ventaja.
Está generando pocas ocasiones de gol y su excelente portero Oblak es, como casi siempre, de lo más destacado del equipo.
Ahora cuenta con la llegada de dos muy buenos delanteros, Julián Álvarez y Sorloth. Aunque su entrenador aún no se ha atrevido a juntar a ambos con Griezmann, es evidente que la conexión de estos tres jugadores daría al equipo un salto de calidad en ataque.
En las últimas tres temporadas, el Atlético de Madrid ha terminado a 15, 11 y 19 puntos del 1º. Su obligación no es ser campeón, pero sí debe ser pelear por ganar la liga hasta el final.
El Real Madrid llega con dudas en su juego, pero con la tranquilidad de ver que genera más ocasiones que antes y que, tras dos empates, ha ganado 5 partidos seguidos (contando uno de Champions).
La colocación de sus delanteros sigue generando controversia (hablé sobre ello en otro artículo hace unas semanas), pero su principal problema está siendo la creación de juego. Se retiró Kroos, que era la brújula del equipo, Modric está en la recta final de su carrera y hasta ahora no ha habido otro jugador capaz de darle sentido al toque y dar buenos pases a los atacantes.
Debería ser Bellingham, un gran jugador que acaba de volver de una lesión y que, pese a su excelente llegada al área, su equipo le necesita más como organizador y creador. También Güler es un jugador que, cuando juega libre, tiene capacidad para meter buenos pases de gol.
El Madrid va a llegar al Civitas con Mbappé lesionado y sin un estilo de juego definido, pero con la certeza de su jerarquía, de su capacidad para generar ocasiones de gol con arrestos individuales y con la seguridad de saber aguantar el marcador cuando se pone en ventaja.
¿Qué partido podemos esperar?
Desde la teoría se puede suponer que el Atlético de Madrid, pese a ser un gran equipo que jugará en su estadio a rebosar de público, jugará encerrado en su campo para tratar de anular la gran cualidad del Real Madrid: jugar con espacios para hacer transiciones rápidas.
Al Madrid le cuesta más cuando juega en estático, con el rival metido atrás, y ese es precisamente el contexto en el que más cómodo se siente el Atlético: esperar, esperar, esperar y aprovechar algún error del rival para marcar. Contragolpea con eficacia y, cuando se adelanta en el marcador, es muy difícil que le remonten.
El Madrid deberá tener paciencia para elaborar y cambiar de ritmo en el último tercio, tratando de no desprotegerse atrás ante un posible contragolpe del Atlético
En ese contexto, el Madrid deberá tener paciencia para elaborar y cambiar de ritmo en el último tercio, tratando de no desprotegerse atrás ante un posible contragolpe del Atlético. Si se adelanta y obliga al Atlético a atacar, puede aprovechar los espacios con la precisión en velocidad que le caracteriza.
Aún así, pese a que lo lógico sería ese planteamiento, no tenemos que olvidar que los partidos no suelen salir como uno espera. Pese a lo que se pueda observar en los partidos y analizar después en sesiones de vídeo y estadísticas, cualquier jugada puede cambiar lo que estaba previsto y hacer que se plantee un nuevo escenario en el que tener que aplicar otra estrategia con otras variantes. Esa alianza con lo imprevisible aporta magia al fútbol, a cualquier deporte y, en definitiva, a la vida.