La pausa de Lamine Yamal
Recibe la pelota en la banda derecha y arranca con ella pegada al pie izquierdo. Recorre unos metros y frena. Cuando el lateral rival se acerca para encimarle, arranca de nuevo y se va en velocidad. Levanta la cabeza y entra en el área. Recorta hacia dentro y vuelve a frenar. Los jugadores se paran, el público se para, la cámara de televisión se para. Son apenas dos segundos, pero el partido se queda suspendido en el tiempo, como ocurre cuando un instante aparece cargado de magia. Tal vez remate a portería, quizá meta un pase en profundidad a un compañero que llega desde atrás o puede que siga regateando hasta encontrar una mejor opción. Es Lamine Yamal y está a punto de hacer que cuando el tiempo vuelva a avanzar sea con gol para el Barcelona.
Esta jugada, que ya hemos visto unas cuantas veces, revela una de las mejores cualidades de Lamine Yamal: la pausa.
Habitualmente se destaca en él su enorme precocidad, la madurez con la que juega (ahora con 17 años recién cumplidos), su técnica para dominar la pelota, su capacidad para meter pases de gol y su muy buen remate desde lejos. Todas son cualidades importantes y necesarias para que ya sea uno de los jugadores más importantes de Europa, pero se destaca poco algo que lo diferencia de la mayoría de los jugadores, que es su capacidad para jugar con el tiempo, para arrancar y frenar de forma imprevisible y así sacar ventaja.
Vivimos en una sociedad donde domina la impaciencia. “Dame un titular”, se le pide con urgencia a los tertulianos en televisión. Las plataformas y aplicaciones crearon la velocidad de reproducción variable para acelerar los vídeos y los audios. La gente consume temporadas enteras de series en dos tardes. Se vive a golpe de tuit y no hay tiempo para asimilar y degustar el contenido de las cosas, para parar y reflexionar.
La pausa aporta claridad en la vida y también en el fútbol, donde muchas veces parece que los jugadores corren y corren si saber por qué, enmarañados en jugadas que van a ningún sitio.
Otro jugador es Johan Cruyff, que jugaba en diferentes zonas del campo y que utilizaba la pausa para regatear
Por eso, cuando aparece un jugador habilidoso e inteligente que utiliza su velocidad y su técnica para frenar, logra sorprender y desorientar a los rivales.
Otros jugadores que hicieron de la pausa un arte
Esta cualidad que hace sobresalir a Lamine Yamal ha sido característica de algunos otros grandes jugadores en la historia.
Uno es Paco Gento, extraordinario extremo izquierdo del Real Madrid del que siempre se ha destacado su gran velocidad en carrera, pero no tanto lo que muchas veces le hacía superar a los rivales: frenar y arrancar, desconcertarles y aprovechar ese instante para marcharse solo hacia el área y centrar o rematar sin oposición.
Debo recordar aquí a Emilio Butragueño, experto en frenar y detener el tiempo dentro del área, con la pelota junto a su pie derecho y la cabeza levantada
Otro jugador es Johan Cruyff, que jugaba en diferentes zonas del campo y que utilizaba la pausa para regatear. Con la pelota pegada a su pie derecho, avanzaba esperando a que el rival se le acercase para en ese momento arrancar y alejar la pelota. Es uno de los grandes jugadores que acompañaron a su técnica de una gran inteligencia.
Y, por supuesto, debo recordar aquí a Emilio Butragueño, experto en frenar y detener el tiempo dentro del área, con la pelota junto a su pie derecho y la cabeza levantada. Hacía de esos dos o tres segundos una eternidad para los rivales, mientras esperaba a decidir cómo terminar la jugada.
El propio Butragueño habló sobre ello hace tiempo en el diario As:
“El área es el lugar más seguro para el delantero. Ahí mandas tú, porque el defensa no debe correr riesgos, ya que puede cometer penalti”.
Que un chico de apenas 17 años como Lamine Yamal tenga la capacidad de marcar diferencias al saber cuándo abrir y cuándo cerrar una pausa con la pelota en el pie es una muestra de que estamos ante un jugador que puede marcar una época en el fútbol
Uno siempre puede aprender cosas de los grandes jugadores y una de ellas es esta: no se trata de correr más, sino de saber utilizar la velocidad, que muchas veces va asociada al engaño, a la sorpresa, a saber frenar y arrancar, para poder así tener el control de la situación y superar a unos rivales desconcertados.
La importancia de la pausa en la creación
No sólo en el fútbol y en el deporte en general es importante la pausa, sino también en cualquier actividad creativa.
Thelonious Monk, destacado pianista de jazz, dijo que “lo que no tocas puede ser más importante que lo que tocas”.
Y es que en la música muchas veces el silencio es lo que da sentido a lo demás, pues aporta asimilación y reflexión a lo escuchado.
El gran Fernando Fernán Gómez, en su libro `Desde la última fila. Cien años de cine´, reflexionó sobre la pausa en la actuación (páginas 171-173), donde escribió que “en muchas ocasiones, el valor del silencio es superior al de la palabra, resulta mucho más expresivo. Dejarse arrastrar por el torbellino de las palabras aprendidas es más fácil que abrir una pausa, por breve que sea. Se necesitan valor, serenidad, experiencia y técnica.
Si es difícil abrir la pausa, más lo es cerrarla. Saber en qué momento, en qué precisa milésima de segundo debe volver la acción o el diálogo”.
Que un chico de apenas 17 años como Lamine Yamal tenga la capacidad de marcar diferencias al saber cuándo abrir y cuándo cerrar una pausa con la pelota en el pie es una muestra de que estamos ante un jugador que puede marcar una época en el fútbol.