Un año de la portada en Marca que tildaba a las jugadoras de chantajistas
Hace un año, las jugadoras de la Selección Española de Fútbol se habían organizado reivindicar mejoras en sus condiciones laborales y protestar por el trato que les dispensaba el entonces seleccionador Jorge Vilda así como la propia Federación.
Las demandas de las futbolistas fueron recibidas con especial beligerancia por el periodismo deportivo, que tachó, como es el caso de la portada de Marca de entonces, de "chantaje" sus reivindicaciones y señalar a todas ellas con nombres y apellidos.
El diario deportivo líder no fue el único en hacerlo: decenas de crónicas de la época tachaban a las jugadoras de rebeldes o amotinadas, y el conocido como "Motín de las 15" se encontró con la respuesta en forma de durísimo comunicado de la Federación Española de Fútbol, en el que aseguraba que no cedería un ápice a las presiones, disfrazando las demandas del equipo como una presión para hacer caer a Vilda: “La RFEF no va a permitir que las jugadoras cuestionen la continuidad del seleccionador nacional y de su cuerpo técnico, pues tomar esas decisiones no entra dentro de sus competencias. La Federación no va a admitir ningún tipo de presión por parte de ninguna jugadora a la hora de adoptar medidas de ámbito deportivo. Este tipo de maniobras se encuentran alejadas de la ejemplaridad y fuera de los valores del fútbol y del deporte y son nocivas”. Respondiendo entonces a Luis Rubiales, las capitanas (Irene Paredes, Jennifer Hermoso y Patri Guijarro) explicaron en rueda de prensa que no demandaban ninguna dimisión sino que habían expuesto su situación y las razones de su malestar.
Las consecuencias de aquel "motín" de "caprichosas" terminó entonces con las quince firmantes fuera de la lista de Jorge Vilda, renunciando a jugar en la Selección.
Un año después, la situación es absolutamente diferente: el beso no consentido de Rubiales a Jenni Hermoso ha despertado un movimiento de solidaridad feminista, #SeAcabó, que ha sido también el motor para hacer visibles las condiciones laborales de las jugadoras y las relaciones de poder en el seno de la Federación, que durante años ha lastrado las carreras y oportunidades de las futbolistas.
Aunque todavía haya voces que consideran que la beligerancia de las jugadoras es excesiva, como la de Juanma Castaño, los acontecimientos recientes demuestran que gracias a ella se está produciendo por fin cambios reales en la RFEF y un intenso debate social, hoy las "rebeldes" cuentan con el apoyo de una mayoría social, especialmente de mujeres, que han respaldado su causa. El tiempo parece, por fin, haberles dado la razón.