El supuesto “contrato de consentimiento sexual” de los futbolistas de élite
Miguel Galán, presidente del Centro Nacional de Formación de Entrenadores de Fútbol de España (CENAFE), ha causado revuelo en la plataforma X este 10 de septiembre con la publicación de un supuesto “contrato de consentimiento sexual” que está siendo usado por futbolistas del extranjero. El documento, que le habrían compartido varios jugadores de primera división, establecía bajo la firma de las dos partes que iban a participar en relaciones sexuales su consentimiento, especificando actos concretos a realizar, la fecha y franja horaria en la que consentirían a ellos y métodos de anticoncepción usados, entre otras cláusulas.
Aquí podéis ver el "Contrato de Consentimiento" para mantener relaciones sexuales que circula entre los futbolistas de Primera División. Saquen sus propias conclusiones, pero el apartado violación accidental me parece aberrante. 👇 pic.twitter.com/xpbMyrDOYt
— Miguel Galan (@MiguelGalanCNFE) September 10, 2024
La cláusula que más polémica ha creado es la titulada “violación accidental”. En esta se recoge que “es probable que la actividad sexual implique movimientos rápidos y una alteración del juicio; que cualquiera de las partes de este acuerdo de consentimiento, siendo varón, puede, sin culpa y sin intención, penetrar un orificio femenino que no esté disponible para la actividad sexual en virtud del acuerdo”. Aquí, los dos participantes declararían si en el caso de que esto ocurriese se definiría como una agresión sexual, ante la cuál la parte masculina debería presentar pruebas de lo contrario, o como un accidente.
Como es de esperar, este acuerdo ha sido compartido rápidamente por medios de comunicación. En el periódico As o el programa de televisión “En boca de todos” de la cadena Cuatro, el autor del tweet ha comentado como este acuerdo circula entre los futbolistas de primera división, que se plantean usarlo “por miedo a que una mujer les tienda una trampa o presente una denuncia falsa”. Este miedo a las denuncias, afirma, preocupa a muchos jugadores, y se ha amplificado desde la mediatización de casos como el de Dani Alves, condenado a cuatro años y medio de prisión por violación.
Independientemente de la veracidad de este supuesto contrato, los medios que le han dado acogida muestran un claro posicionamiento frente a esta polémica. Ha sido calificado como “aberrante”, un documento que “no tiene cabida” y “quiere burocratizar las relaciones”. Sin embargo, la conversación existente en torno al tema no hace mención a la gravedad o la abundancia de violaciones en círculos de élite como el fútbol profesional. La mayor parte del debate se centra en el miedo a las denuncias falsas, a la búsqueda de pruebas vinculantes de un consentimiento otorgado en un contexto en el que “la presunción de inocencia se invierte y la carga de la prueba recae sobre el denunciado”.
Este debate mediático es recurrente desde la aprobación de la llamada ley “Solo sí es sí” promovida por la entonces Ministra de Igualdad Irene Montero. La ley, que ponía un énfasis en la necesidad de consentimiento como base de las relaciones sexuales, se ha enfrentado a una gran reacción por los sectores de derechas. Proclamas comunes en redes sociales como “ahora vamos a tener que firmar un contrato para poder tener relaciones sexuales” y un énfasis mediático en alimentar el mito de las denuncias falsas, especialmente hacia hombres con un alto estatus social, han buscado mover el foco de la conversación en torno a la violencia sexual. En vez de centrarse en las violencias estructurales y el sufrimiento de las víctimas, se busca convertir los abusos sexuales en una cuestión de venganza, o de búsqueda de beneficio por parte de las supuestas víctimas.
Sea real este documento o sea un bulo, muestra una línea de pensamiento reaccionario antifeminista al que nos enfrentamos actualmente, caracterizado por una supuesta persecución del hombre mediante leyes injustas. Tras estas preocupaciones, se esconde una falta de toma de responsabilidad por las violencias cometidas, apoyada por el machismo institucional.