El silencio de Bergoglio
Ayer martes, alrededor de 80 obispos españoles —la Conferencia Episcopal al completo— se desplazaron hasta el Vaticano, convocados oficialmente por el Papa Francisco. La expectación en torno a la reunión era máxima por dos motivos fundamentales. El primero, que las convocatorias de este tipo son absolutamente excepcionales. Prácticamente nunca el Sumo Pontífice convoca a los episcopados nacionales en pleno, los cuales únicamente se desplazan a la Santa Sede en peregrinación cada cinco años. El segundo hecho que situaba la atención mediática en el cónclave era la coincidencia de tan inédita reunión con la tormenta reputacional que se ha desatado sobre la Iglesia Católica española después de haberse hecho público el informe del Defensor del Pueblo en el que se estima que el 1,13% de la población adulta de nuestro país —más de 400.000 personas— habría sufrido abusos sexuales siendo menores de edad en lugares de culto, centros educativos u otro tipo de dependencias bajo el control de los obispos convocados ayer por Bergoglio. De hecho, en uno de los pocos precedentes que existen de convocatorias de este tipo, la totalidad de los obispos de Chile acabaron presentando su dimisión en bloque en 2018 tras reunirse con el Papa y, precisamente, a causa de un escándalo de encubrimiento de abusos sexuales.
Por todo ello, todos los periodistas que cubren los asuntos de la iglesia esperaban que la violación masiva de niños y niñas a manos de depredadores sexuales en el seno de la Iglesia Católica española iba ser —obviamente— uno de los temas centrales a tratar en la reunión. Sin embargo, y para sorpresa general, los asistentes han negado que se hablase del tema. A pesar de que el Papa estuvo reunido más de dos horas con los máximos responsables de la organización que amparó y encubrió durante décadas cientos de miles de agresiones sexuales, la versión oficial es que no dijo absolutamente nada del asunto. "Nos tiraban aquí alguna cosa muy grave que había pasado en España. No. Era un diálogo fraterno […] Ha sido un diálogo cordial y no un tirón de orejas", dijo tras el encuentro el presidente de la Conferencia Episcopal española, Juan José Omella. Según la cúpula de los obispos, el único tema que se discutió ayer por la mañana en el Vaticano fue el de la escasez de nuevos seminaristas y la imposibilidad de cubrir así las bajas que se van produciendo por muerte o jubilación en las parroquias españolas. "La formación de los seminarios, la experiencia pastoral o la formación humana, teológica y pastoral" sí habrían sido temas de conversación entre los prelados, pero los más de 400.000 casos de pedofilia no.
"La formación de los seminarios, la experiencia pastoral o la formación humana, teológica y pastoral" sí habrían sido temas de conversación entre los prelados, pero los más de 400.000 casos de pedofilia no
Jorge Mario Bergoglio —el Papa Francisco— es el primer Papa jesuita, el primero en la historia del hemisferio Sur y el primero no europeo desde el Papa sirio Gregorio III en el siglo VIII. Sus posiciones respecto de la pobreza y en contra de la acumulación capitalista y la desigualdad económica son bien conocidas y han sido elogiadas por muchas personas de izquierdas. Bergoglio tiene una trayectoria de ayuda a los más humildes en los barrios más pobres de Buenos Aires y, ya como Papa, ha llegado a referirse a "la escandalosa distancia entre el lujo de los más ricos y la miseria de los más pobres". Su activismo político a favor de la lucha contra el cambio climático como uno de los desafíos más grandes de la humanidad en esta época o su trabajo para que la Iglesia Católica acepte —poco a poco y muy despacio, pero más que en el pasado— a las personas LGTBI suponen otros dos importantes ámbitos en los que Bergoglio ha traído modernidad, conciencia social y aire fresco a una de las organizaciones más conservadoras del mundo. Todo esto hay que reconocerlo y es sin duda una buena noticia, pero no debemos olvidar tampoco aquellos ámbitos en los que el Papa argentino ha renunciado a avanzar. Bergoglio ha mantenido la férrea postura de la Iglesia en contra del aborto o la eutanasia —describiéndolos como podría haber hecho cualquiera de sus antecesores, como "cultura de la muerte"— y ahora guarda un vergonzoso silencio ante la comisión de una cantidad espantosa de crímenes repugnantes por parte de sus subordinados en la Iglesia española.
En la rueda de prensa después del cónclave de ayer, Omella se permitió también bromear sobre el estado de salud del Papa. "Ha estado dos horas y pico y no ha tosido ni una vez. Este hombre está más sano que nosotros, que alguno tosía", dijo a los periodistas. Desde aquí, nos alegramos de que Bergoglio se encuentre bien, pero, teniendo en cuenta que pasó más de dos horas con los superiores jerárquicos de miles de violadores, a lo mejor sí que les debería haber tosido un poco.