Elecciones europeas: las claves del resultado

El bloque reaccionario avanza pero el PP apenas sube un 1% y la derecha se divide en tres candidaturas. Sumar sin Podemos saca menos del 5% y entran en una difícil situación interna, mientras los morados —con un resultado modesto— cumplen sus objetivos
Philipp von Ditfurth / dpa
Philipp von Ditfurth / dpa

En la noche del domingo conocíamos el resultado final de las elecciones europeas y el análisis político del mismo debe comenzar por el factor más importante y el que sin duda va a golpear nuestras vidas con más fuerza en los próximos años: el avance de la ultraderecha por todo el continente y la mayoría aplastante de las fuerzas que —desde los propios neofascistas hasta los verdes, pasando por la socialdemocracia, los supuestos liberales y la derecha tradicional— apoyan la escalada bélica con Rusia y el genocidio en la Franja de Gaza al dictado de Estados Unidos y a través de la subordinación europea a la OTAN. El régimen de guerra no solamente es la mayor amenaza para la prosperidad económica en el continente, el mayor disolvente de los derechos sociales y un peligroso camino hacia una nueva guerra mundial, sino que también es la explicación principal del avance de las fuerzas reaccionarias. La aceptación del régimen de guerra con choque de talones por parte de las fuerzas supuestamente progresistas supone una derrota ideológica de proporciones épicas que, como todas las derrotas ideológicas, son el combustible más poderoso para el avance electoral de los verdaderos creadores de la idea. Es importante que esto nos quede claro porque este es el principal enemigo a combatir en los próximos años. Un enemigo bicéfalo, con una cabeza correspondiente a la violencia de los herederos políticos del neofascismo y otra cabeza que representa la cobardía de la socialdemocracia, que —mediante la asunción de una parte de sus ideas y la renuncia a tomar medidas efectivas para pararlos— es uno de los principales culpables de su avance.

En clave española, el resultado tiene también muchas lecturas que definen el inicio de un nuevo escenario político.

En primer lugar y aunque se tratase de una pregunta espuria introducida para beneficiar al bipartidismo en términos de campaña, cabe analizar cuál ha sido el resultado del supuesto plebiscito que tanto PP como PSOE asumían que estas elecciones representaban sobre la figura de Pedro Sánchez. La respuesta es matizada. Por un lado, el PP apenas avanza algo más de un punto porcentual respecto de las últimas elecciones generales; un avance magro que difícilmente Feijóo puede contabilizar como una victoria. En la parte positiva desde el punto de vista del bloque reaccionario —y a pesar del retroceso de casi tres puntos porcentuales de VOX— la irrupción de la ultraderecha desquiciada estilo Milei de Alvise con algo más de un 4,5% hace que el conjunto del bloque avance entre tres y cuatro puntos porcentuales según como se contabilice.

Del otro lado del parteaguas, vemos como la suma de votos de los dos partidos de gobierno, PSOE y Sumar, se deja aproximadamente nueve puntos porcentuales, en parte por la caída de ambos, en parte por la salida de Podemos de Sumar

Del otro lado del parteaguas, vemos como la suma de votos de los dos partidos de gobierno, PSOE y Sumar, se deja aproximadamente nueve puntos porcentuales, en parte por la caída de ambos, en parte por la salida de Podemos de Sumar. Si contabilizamos el voto al conjunto de partidos que dieron el apoyo a la investidura de Pedro Sánchez, encontramos el espejo de lo que ocurre con el bloque reaccionario: un retroceso global del bloque de entre tres y cuatro puntos con respecto a las anteriores elecciones generales.

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Estos resultados europeos, sin embargo, tienen una traducción que sería compleja en un escenario de posibles elecciones generales. Aunque en unas elecciones con circunscripción única, como son las europeas, el avance del bloque reaccionario supone automáticamente un avance también en escaños, cuando la circunscripción es provincial como en las elecciones generales, esto ya no es así. De esta forma, la existencia de tres fuerzas en el espacio de la derecha —con VOX por debajo del 10% y Alvise rondando el 5%— supondría, en unas generales, la pérdida de millones de votos en las provincias más pequeñas que no se convertirían en escaños. Un efecto de nuestra ley electoral que hace muy difícil que Feijóo pueda tener una mayoría para gobernar y que sitúa un aliciente objetivo en la mesa de Pedro Sánchez para estudiar la posible convocatoria de elecciones anticipadas. Si añadimos a esto la difícil situación en la que ha quedado su socio de gobierno Sumar y apuesta fallida del PSOE para sustituir a Podemos, no es del todo descartable que, en el caso de una repetición de las elecciones generales, los socialistas ofrezcan a Yolanda Díaz acudir a las mismas en coalición.

Frente al algo más del 12% que representó el pasado 23J, el conjunto de partidos que formaron parte de Unidas Podemo más los añadidos de Más Madrid, Compromís y otras fuerzas territoriales más pequeñas, en estas europeas se ha producido un retroceso de aproximadamente cuatro puntos porcentuales y la suma de los resultados de Sumar y Podemos apenas alcanza el 8%.

Si atendemos a estas elecciones europeas, Sumar sin Podemos representa un 4,7% del total de votos válidos, algo que, en unas elecciones generales, apenas les permitiría conseguir tres o cuatro diputados en el Congreso. Se da la circunstancia, además, de que, con los tres eurodiputados conseguidos por Yolanda Díaz, debido a la manera en la que se configuró la lista, Izquierda Unida se queda sin escaño europeo por primera vez en décadas, mientras que dos partidos que no podrían conseguir un eurdiputado por sí solos —los Comunes y Compromís— se han podido embolsar un escaño cada uno de ellos. Ya en la propia noche electoral y también en las primeras horas de la mañana siguiente hemos podido escuchar un importante número de voces del espacio de Sumar que señalan lo evidente a la luz de los resultados: que la falta de democracia interna en Sumar puede tener importantes consecuencias después de estas europeas y que, posiblemente, el liderazgo de ese espacio dejará de ser un consenso.

Por su parte, Podemos, aunque se ve arrastrado por la tendencia general y, en términos cuantitativos, obtiene un resultado modesto, ha sido capaz de levantar unas encuestas que hace dos meses les daban un escaño europeo o ninguno —al borde de la desaparición— y, con una campaña muy ideológica, basada en principios, y con el destacado desempeño de Irene Montero en los debates, ha podido cumplir su objetivo principal: revertir la tendencia descendente y establecer una primera base para volver a poner en pie la izquierda transformadora en España. En términos políticos y morales, el resultado de los de Ione Belarra es importante, pero también lo es en clave táctica. A diferencia de la situación que tiene lugar en Sumar, Podemos representa a una única organización política con una militancia movilizada y cohesionada y una dirigencia sin disputas internas y que lleva años trabajando de una forma bien engrasada. Los resultados electorales, además, dejan a Podemos como el partido de izquierdas con más eurodiputados en Bruselas —2 escaños frente al único escaño que atesoran Movimiento Sumar, Comunes, Compromís, ERC, Bildu o BNG— y con resultados absolutos muy prometedores en algunas comunidades autónomas, como en Catalunya, donde han obtenido más votos que los Comunes/Sumar.

Por último, la candidatura de Ahora Repúblicas consolida el importante peso electoral de las externas independentistas y nacionalistas en sus territorios, dejando claro que seguirán siendo imprescindibles para la gobernabilidad en el conjunto del Estado.