Unas elecciones europeas decisivas

La relevancia de los resultados de este domingo en el tablero político español es muy grande, pero todavía mayor es su importancia respecto de las mayores amenazas que enfrenta tanto nuestro país como el conjunto de la Unión Europea
Alberto Ortega / Europa Press
Alberto Ortega / Europa Press

Las elecciones europeas del 25 de mayo de 2014 tuvieron una importancia histórica para la reconfiguración del tablero político en España. Aquel día, la energía social que se había manifestado tres años antes en el 15M se convertía en cinco eurodiputados de Podemos y en el peor resultado hasta la fecha del bipartidismo. Aunque aquellas europeas lo cambiaron todo, esto es algo que solamente supimos después de que la gente ya había votado. Antes del domingo electoral, las elecciones europeas 2014 eran a priori muy similares a todas las demás: básicamente, una batalla secundaria entre el PP y el PSOE.

Cinco años después, las elecciones europeas del 26 de mayo de 2019 tampoco se presentaron ante la ciudadanía como unos comicios especialmente decisivos, ni en el ámbito europeo, ni tampoco en el ámbito español. De hecho, en nuestro país, coincidieron con las elecciones municipales en todo el Estado y con las elecciones autonómicas en 12 de las 17 comunidades autónomas; unas citas con una relevancia política superior a la de los comicios europeos en un año en el que todavía no había llegado ni la COVID-19, ni la invasión de Ucrania, ni el genocidio en Gaza.

Sin embargo, las elecciones europeas que se dirimen en España este domingo 9 de junio de 2024 son muy diferentes en su planteamiento de partida a las dos anteriores. A diferencia de lo ocurrido en 2014 y en 2019, en estas europeas se acumulan una cantidad de asuntos políticos, tanto en el ámbito español como en el ámbito internacional, que podemos afirmar sin riesgo de equivocarnos que estamos ante los comicios europeos más decisivos al menos de la última década y posiblemente uno de los más importantes desde la fundación de la Unión Europea.

En lo que tiene que ver con la política estatal en España, tanto el PSOE como el PP han insistido en plantear la votación de este domingo no como una oportunidad para que la gente se exprese sobre el rumbo que debe tomar Europa, sino como un plebiscito respecto de Pedro Sánchez

En lo que tiene que ver con la política estatal en España, tanto el PSOE como el PP han insistido en plantear la votación de este domingo no como una oportunidad para que la gente se exprese sobre el rumbo que debe tomar Europa, sino como un plebiscito respecto de Pedro Sánchez. Este marco ha sido muy poderoso durante toda la campaña básicamente porque conviene al mismo tiempo a los dos contendientes del bipartidismo. Al PP, le conviene porque encaja perfectamente con su estrategia proto-golpista de deslegitimación del gobierno democráticamente emanado de los resultados de las últimas elecciones generales mediante un bombardeo a cara de perro desde todos los cañones parlamentarios, judiciales y mediáticos que el bloque reaccionario mantiene bajo su control. Además, al asumir este carril extremista, Feijóo puede también ensayar su hoja de ruta de absorción de la extrema derecha de VOX por la vía electoral. Eso es lo que significan las manifestaciones derechistas contra la amnistía o el supuesto caso de Begoña Gómez. Por otro lado, al PSOE también le conviene jugar a este juego. Los socialistas aceptan que estamos ante un plebiscito sobre Sánchez, primero, porque eso sitúa a su líder en el centro del debate, segundo, porque encaja con la estrategia asumida por el propio Sánchez después de sus cinco días de reflexión de victimizarse por los ataques de 'la máquina del fango' (aunque haya renunciado a tomar ninguna medida al respecto). Por último, este tipo de campaña permite también al PSOE ocultar que llevan más de ocho meses gobernando sin hacer prácticamente nada y les sirve para repetir su estrategia del miedo, igualando al PP con la extrema derecha y colocándose ellos mismos como el voto útil para frenar la ola reaccionaria. La teoría dice que esto les permitiría absorber voto de su izquierda y así poder recortar la distancia que tenían con el PP al principio de la campaña. En cualquier caso, y aunque se trate de una pregunta prefabricada, no dejará de tener interés en qué sentido se resuelve este supuesto plebiscito.

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También en clave de política española, será interesante ver el reparto de peso electoral entre Sumar y Podemos. Hace unos meses, la mitad de las encuestas decían que los morados no conseguirían ni siquiera un escaño europeo este domingo y el relato hegemónico en la opinión publicada era que estaban muertos. Sin embargo y contra todo pronóstico, a pesar de que Sumar contiene formalmente la potencia electoral de varios partidos —IU, Comuns, Más Madrid, Compromís— mientras que Podemos representa únicamente a una fuerza política y a pesar de que los de Yolanda Díaz cuentan con apoyos mediáticos mucho mayores que los que tienen los morados —muy especialmente Antonio García Ferreras y La Sexta, pero también buena parte de los digitales más leídos de la progresía mediática—, durante el desarrollo de una campaña en la que unánimemente se ha reconocido a Irene Montero como la mejor de todas las candidatas —especialmente después de su desempeño en el debate de este jueves en RTVE—, los números de Podemos no han parado de crecer, y ahora solo queda comprobar cuál es exactamente la foto final. Algo que va a tener una importancia trascendental en la configuración futura del espacio electoral de este lado del parteaguas que no pertenece al PSOE.

La relevancia de los resultados de este domingo en el tablero político español es muy grande, pero todavía mayor es su importancia respecto de las mayores amenazas que enfrenta tanto nuestro país como el conjunto de la Unión Europea. Dentro de menos de 48 horas, la ciudadanía dibujará una nueva correlación de fuerzas que será determinante para saber si existe alguna posibilidad de acabar con una política migratoria europea basada en ideas xenófobas, de poner pie en pared para evitar que los hombres —y mujeres— de negro vuelvan a imponer la lógica neoliberal del austericidio, de frenar la escalada bélica y el régimen de guerra al que nos están arrastrando desde la extrema derecha hasta los socialdemócratas pasando por los verdes o de detener el peor genocidio del siglo XXI que está perpetrando Israel en la Franja de Gaza.

Todo esto está en juego este domingo en las urnas y huelga decir que la mera posibilidad de que tengamos la más mínima oportunidad de conjurar estas graves amenazas contra los principios más básicos de la vida y de los derechos humanos pasa por una pregunta previa: ¿Seremos capaces de volver a poner en pie una izquierda verdaderamente transformadora, que diga la verdad, que haga política con valentía y que no tenga miedo de ponerse enfrente a los grandes poderes oligárquicos que no se presentan a las elecciones? Este 9 de junio, alrededor de las 23:00 de la noche, tendremos la respuesta.