"España no toma partido por ninguna parte del proceso"
Durante la mañana de ayer jueves, a tres días de las elecciones europeas y el día siguiente a la imputación de Begoña Gómez en clave de 'lawfare' por parte del juez Peinado —que consiguió copar la mayor parte de la agenda informativa del miércoles—, primero el ministro Albares y minutos después el propio presidente Sánchez, anunciaban que España se adhiere al proceso que inició Sudáfrica en la Corte Internacional de Justicia contra Israel por estar llevando a cabo un genocidio.
La elección del momento hace del anuncio no tanto un movimiento en el tablero de la diplomacia internacional como una clara maniobra electoral para intentar influir, en clave interna, en unas elecciones europeas que tanto el PP como el PSOE han planteado de forma espuria como un plebiscito sobre Pedro Sánchez. Con este anuncio, el PSOE no solamente intenta cambiar de tema y que los telediarios dejen de hablar de la mujer del presidente sino que, además, lo hace con un tema muy sensible para la izquierda, con el objetivo de arañar votos sobre todo a Sumar —su frontera con Podemos está más lejos ideológicamente—, para así matar dos pájaros de un tiro: debilitar a su socio de Gobierno y acercarse al PP. Dada la poca profesionalidad con la que la mayoría de los medios de comunicación replicaron el anuncio emitido desde Moncloa y a juzgar por las diferentes escaletas, podemos afirmar que los de Sánchez consiguieron en buena medida cumplir su objetivo mediático —y ya veremos si electoral— con esta nueva maniobra.
Sin embargo, la jugada no resultó del todo perfecta. El propio ministro de Exteriores a preguntas de los periodistas quiso dejar claro que España no se adhiere al procedimiento judicial para apoyar la tesis de Sudáfrica —esto es, que Israel está cometiendo un genocidio en la Franja de Gaza— sino que lo hace de una forma neutral. "España no toma partido por ninguna parte del proceso, sino a favor del tribunal", fueron las palabras con las que Albares remarcó el no alineamiento de nuestro país en una alocución en la que también afirmó que "esto no es contra Israel" y en la que se negó explícitamente a calificar como genocidio lo que está haciendo el ejército de Netanyahu en Gaza. Mientras este anuncio se producía, por cierto, la delegación del Gobierno en Madrid ordenaba a los antidisturbios utilizar la fuerza para reprimir una acampada pacífica de los jóvenes universitarios movilizados en favor de Palestina.
A la espera de que el gobierno de Sánchez informe exactamente cuál va a ser el papel de España en el proceso de la Corte Internacional de Justicia más allá de la maniobra electoral del día de ayer si no va a apoyar la tesis de Sudáfrica y su denuncia contra Israel por genocidio, es ilustrativo recopilar las diferentes reacciones al asunto que se han dado en la supuesta "izquierda a la izquierda del PSOE".
En primer lugar, Yolanda Díaz, quien, una vez conocido que Albares iba a comparecer, puso un tuit pidiendo la retirada de la embajadora de España en Tel Aviv —muy probablemente porque no conocía el contenido del anuncio y estaba intentando anticiparlo para poder reivindicarlo como propio después—, no tuvo ningún rubor en reivindicar otra cosa completamente distinta a los pocos minutos. "Lo hemos conseguido. España también se sumará a la demanda de Sudáfrica para perseguir los crímenes de guerra de Israel", escribía a las 10:17 de la mañana en la red social X y la comunidad de usuarios situaba un comentario de contexto en su publicación indicando que esto no era así ya que el gobierno había afirmado su neutralidad. Con el mismo tipo de afirmaciones inexactas, saludaron también la medida el ministro Urtasun (Sumar/Comuns), la ministra García (Sumar/Más Madrid) o el ministro Bustinduy. Todos ellos reclamaron más medidas pero dieron por buena la afirmación falsa de que España se estaba sumando a la demanda de Sudáfrica. Si eso fuera cierto, entonces España habría asumido la acusación de genocidio y se estaría posicionando claramente con una de las partes; todo lo contrario que lo que afirmó el ministro de Exteriores en su comparecencia.
Las dirigentes de Podemos denunciaron desde el principio el doble juego
Por otro lado, las dirigentes de Podemos denunciaron desde el principio el doble juego. "La gente esperaba algo del gobierno de España y han vuelto solo a buscar el titular. Es falso que España va a respaldar a Sudáfrica. Qué tristeza", escribía su secretaria general Ione Belarra en la red social X y realizaba unas declaraciones en el mismo sentido ante los medios de comunicación. Por su parte, la ex ministra de Igualdad y candidata de Podemos a las elecciones europeas, Irene Montero, escribía en X: "Albares dice también que España no toma partido por ninguna de las dos partes, es decir, que a tres días de las elecciones entramos en el procedimiento pero no para ir contra el Estado genocida de Israel… ¿entonces, para qué?".
Después de estas declaraciones a contrapelo de lo que estaban afirmando falsamente la mayoría de los medios de comunicación y también muchos de los principales dirigentes de Sumar, algunas voces de Izquierda Unida empezaron a girar para separarse de la versión oficial. Primero, su coordinador general, Antonio Maíllo escribía en la red social X que "Albares debe ser más claro: España se debe SUMAR A LA DENUNCIA de Sudáfrica contra Israel", sugiriendo que no era eso lo que el gobierno había hecho. Curiosamente, algunas horas después, la cuenta oficial de IU en X se hacía eco de una noticia cuyo titular rezaba: "Manu Pineda considera buena noticia que España se adhiera a la demanda ante la Corte Internacional de Justicia contra Israel". Buena noticia, quizás; pero noticia falsa, también. De hecho, el propio Pineda —a la sazón, N°4 de la papeleta de sumar para las Europeas—, al descubrir, ya por la tarde, la jugada, publicaba lo siguiente en su cuenta de X: "CORRIJO. El trilero de Albares nos ha vuelto a engañar. España no se ha adherido a la demanda de Sudáfrica". Publicación que Maíllo decidió difundir, a su vez, en su propia cuenta.
Es evidente que la maniobra electoral de Pedro Sánchez no va a servir para nada si lo que pretendemos es frenar el peor genocidio del siglo XXI. Pero para lo que sí ha servido es para revelar con dolorosa claridad las diferentes formas de hacer política que impregnan tanto el PSOE como las distintas fuerzas políticas que en el pasado formaron parte de Unidas Podemos. Ya sabíamos que el PSOE era capaz de intentar engañar a la población con medidas puramente cosméticas al tiempo que vende que está realmente haciendo algo. Pero lo que es gravísimo es que sea capaz de utilizar esta misma táctica con un genocidio. Por otro lado, hemos vuelto a ver que hay una parte de Sumar —la parte hegemónica— que, por un lado, no se atreve a ir en contra de lo que dice el PSOE y sus medios de comunicación afines —ni siquiera cuando se trata de defender a un pueblo que está siendo exterminado— y, por otro lado, siente la misma necesidad que tiene el PSOE de hacer pasar por avances cosas prácticamente vacías cuyo único objetivo es generar titulares en los medios. Frente a esta manera de hacer política de Yolanda Díaz, su núcleo más cercano y los principales dirigentes de Comuns y Más Madrid, tenemos a una Izquierda Unida cada vez más incómoda y que está dudando todo el tiempo entre apostar por un espacio al que han atado su destino político o escapar del disolvente ideológico que ese camino supone.
Al margen de todas esas dinámicas, solamente los morados están siendo capaces de mantener una voz coherente no subordinada a los intereses del PSOE ni de forma directa ni por partido interpuesto. Es esta autonomía, es esta libertad, la que les ha permitido a lo largo de toda esta campaña ser la única fuerza política en oponerse de forma contundente al aumento del gasto en armamento y a la escalada bélica en Ucrania o ser también los únicos en llamar genocidio al genocidio ya desde octubre de 2023 —cuando muchos han tardado más de siete meses y más de 35.000 muertos en atreverse a utilizar la palabra— y pedir, también desde el principio, las medidas más contundentes contra Netanyahu (ninguna de las cuales el PSOE todavía ha aceptado tomar).
Lo anunciado por Albares y Sánchez y aplaudido por Díaz no tendrá absolutamente ningún efecto a la hora de parar la masacre en la Franja de Gaza, pero sí ha servido para iluminar con grandes dosis de vergüenza, pero también de claridad, los diferentes proyectos políticos que se someten al escrutinio de las urnas y este domingo.