Europa y Estados Unidos pueden evitar la guerra, pero no quieren
Israel avanza y empieza a definir una posible invasión del Líbano. ¿Quién puede impedir que el Estado sionista desate un nuevo ciclo de violencia en Oriente Medio?
La noticia, perfilada durante la tarde-noche del viernes 27 de septiembre y confirmada a lo largo de la mañana del sábado 28, es de una magnitud muy difícil de relativizar: Israel ha asesinado a Hasán Nasralá, máximo líder de Hezbolá y, consecuentemente, la segunda figura de mayor importancia del Eje de la Resistencia ━únicamente detrás de Alí Jamenei, líder supremo de la República Islámica de Irán━. La operación, en cierta medida esperable, es una de las mayores provocaciones de Israel en décadas, en un nuevo intento de Netanyahu por arrastrar a los actores a una guerra regional.
“El asesinato del jefe terrorista de Hezbolá, Hasán Nasralá, hace del mundo un lugar más seguro. Nasralá era uno de los mayores enemigos de Israel; supuso una amenaza para los ciudadanos israelíes durante décadas”, declaró el portavoz de las fuerzas armadas del estado sionista. No conviene llevarse a error: la prioridad del ataque israelí es empujar a Hezbolá a realizar un ataque a modo de respuesta ━similar al realizado por Hamás el 7 de octubre de 2023━ que legitime ante Occidente la invasión del Líbano.
Irónicamente, el gobierno de Netanyahu sigue esperando un casus belli para la agresión terrestre que hace meses planea… como si Estados Unidos y Europa fueran a condenar a Tel Aviv por su violencia. Para lograr el asesinato de un puñado de líderes de Hezbolá, centenares de libaneses han sido asesinados desde que Israel intensificó su campaña de bombardeos hace una semana; según las Israel Defence Forces, se ha tratado de operaciones “precisas”... Europa, claro, ni estaba ni se le esperaba.
Nadie puede negar que Israel es un actor agresivo, tanto dogmática como estratégicamente. Su genocidio contra el pueblo palestino, su agreviso expansionismo y su doctrina de la amenaza existencial dan buena cuenta de ello. También es evidente, salvo para quien voluntariamente opte por la ceguera, que pretenden invadir suelo soberano libanés con una guerra regional en el horizonte, y que solo consideraciones estratégicas retrasan su incursión terrestre: parecen querer desgastar a Hezbolá vía operaciones de inteligencia, como los ataques a través de buscapersonas, vía asesinatos selectivos, como el de Nasralá, y vía masacres indiscriminadas contra población civil, antes de la invasión definitiva.
A estas alturas, solo Europa y Estados Unidos podrían poner un freno a Israel. La superioridad tecnológica y de inteligencia del ejército sionista en oposición a los de los actores del Eje de la Resistencia no solo envalentona al gobierno de Netanyahu, sino que limita la capacidad de persuasión de los enemigos de Israel. Tampoco la política interna parece remar en contra del belicismo y el genocidio: ambos son, en cierta medida, “políticas de Estado”, y buena parte de los sectores que se movilizan contra Netanyahu lo hacen por cuestiones específicas, de coyuntura, y no sobre la base de una condena general al proyecto sionista (ligado de forma inexorable a una limpieza étnica).
En última instancia, Israel es la punta de lanza en Oriente Medio del proyecto de dominación occidental. La Unión Europea, Estados Unidos y la OTAN en general son los aliados centrales de Israel, por cuanto el estado sionista ━por sí mismo y en cualquier contexto, no en particular el gobierno de Netanyahu━ asegura el poder del bloque en la región. Israel necesita a estos tres actores y estos tres actores necesitan a Israel; se trata de una simbiosis atravesada por la pulsión del exterminio contra los palestinos y por una proyección eminentemente violenta contra los vecinos regionales.
Solo los aliados del sionismo pueden evitar que la escalada de violencia, que ya ha causado la destrucción de Gaza y el asesinato de entre un 5 y un 10% de su población en 11 meses, desemboque en una guerra regional total
Así, si ni la limitada persuasión de Irán, Hezbolá o Hamás puede impedir las aventuras violentas de Tel Aviv ni la política israelí puede dar un giro hacia la paz en el corto plazo, solo los aliados del sionismo pueden evitar que la escalada de violencia, que ya ha causado la destrucción de Gaza y el asesinato de entre un 5 y un 10% de su población en 11 meses, desemboque en una guerra regional total. Una invasión del Líbano no solo acarrearía decenas de miles de muertes en el país y un conflicto de mayor magnitud con Hezbolá, sino que podría involucrar a Irán y, posiblemente, incluso a tropas de la OTAN más adelante
Para sostener sus lazos con el estado sionista que asegura su posición en Oriente Medio, tanto Washington como la Unión Europea están sacrificando no solo la paz inmediata, sino la posibilidad de la paz en el medio plazo. Incluso aunque mañana Israel cesase su actividad en Gaza y Líbano, la resistencia antisionista ━en muchos casos bajo la forma política del islamismo anti judío━ no pasará página sin más. Con todo, si no se evita la invasión del Líbano, las perspectivas para la región serán nefastas durante años.
La Unión Europea y Estados Unidos han aceptado tácitamente la condena al exilio, a la miseria y al exterminio a un pueblo entero, pero todavía pueden intentar evitar una guerra
Mediante embargos o ruptura de relaciones diplomáticas y comerciales, Occidente podría poner freno a Israel. De forma vergonzante, la Unión Europea y Estados Unidos han aceptado tácitamente la condena al exilio, a la miseria y al exterminio a un pueblo entero, pero todavía pueden intentar evitar una guerra a la que Netanyahu y sus sucesores podrían incluso arrastrar a la OTAN.
Israel quiere un Oriente Medio sin antisionismo y está dispuesto a una guerra regional para lograrlo. El beneplácito occidental no solo es condición de fortalecimiento para su expansionismo, sino que es condición sine qua non; Israel no necesita, a priori, apoyo militar, pero sí económico, comercial y diplomático. Si se queda solo, renegociará los términos de su existencia entre el resto de actores; si se siente acompañada, avanzará en su agresividad siempre que lo considere estratégicamente viable. Expandirse, agredir y expulsar son tres verbos que forman parte del corpus doctrinal del Estado sionista… un corpus que Occidente legitima día a día.