Las conclusiones de Galicia
A falta de contar los últimos votos, la ciudadanía gallega ya ha decidido la configuración del nuevo Parlamento —mayoría absoluta del PP— y el nombre del próximo presidente de la Xunta: Alfonso Rueda.
En los últimos días, se especulaba con la posibilidad de que los varios y flagrantes errores cometidos por los de Feijóo, así como la buena campaña de Ana Pontón, pudiesen modificar la correlación de fuerzas en la comunidad gallega, provocando un cambio de gobierno. Aunque los primeros datos de participación apuntaban a esa posibilidad, finalmente el cambio no ha ocurrido y el PP encadena así su quinta mayoría absoluta consecutiva. Los que anticipaban la caída de Feijóo y la apertura de su sucesión en el ámbito estatal, todavía tendrán que esperar al menos unos meses.
No ha sido, sin embargo, una victoria arrolladora —el PP ha obtenido un resultado ligeramente peor que el que obtuvo Feijóo en 2020— y, por tanto, no se puede concluir que el debate sobre la amnistía en el ámbito estatal haya propulsado de forma especial a los populares.
Al Gobierno, sin embargo, no le ha ido mejor ni mucho menos. La caída del PSOE ha sido significativa y Sumar no solamente se queda fuera del parlamento gallego, sino que además no alcanza ni el 2% de los votos; a más de tres puntos del umbral mínimo.
El BNG es el único partido que aumenta su representación de forma muy significativa en estas elecciones —con permiso de Democracia Ourensana— y se consolida como la opción de la izquierda para las elecciones autonómicas, en un territorio en el que siempre opera el voto dual y en el que esa misma izquierda puede votar y vota de forma diferente en otras citas electorales.
Todo lo contrario se puede decir de los resultados de Sumar. Los de Yolanda Díaz se presentaban por primera vez a unas elecciones autonómicas y había mucha expectativa respecto de su posible desempeño, que ha sido medido por primera vez en una cita de este tipo de forma objetiva. A pesar de tratarse de la tierra de la propia vicepresidenta, a pesar de haber movilizado en campaña a todos los perfiles conocidos de Sumar y de haber contado con una candidata —Marta Lois— que ha podido gozar de unos meses de visibilidad como portavoz del grupo parlamentario, los de Díaz no solamente no han conseguido ampliar su base electoral sino que la han reducido a la mitad respecto de la que tuvo Galicia en Común en 2020. Si Sumar ya perdió siete escaños en el Congreso de los Diputados en las pasadas elecciones del 23 de julio, en estas elecciones gallegas se confirma su tendencia descendente y se demuestra que estamos ante un proyecto político que no funciona.
En cuanto a Podemos, es evidente que sus votantes no han apostado por la formación morada ante la perspectiva de que el ejercicio de un voto dual pudiese acercar la perspectiva de un cambio en la Xunta. A pesar del exiguo resultado, la moral de la militancia en Galicia no ha salido, sin embargo, tan tocada como cabría esperar gracias al esfuerzo realizado, a la afluencia a los mítines y, sobre todo, al descubrimiento y el excelente desempeño de su candidata Isabel Faraldo, quien se ha revelado como una apuesta de futuro. Ahora Podemos debe encarar las elecciones vascas y, sobre todo, las europeas, sabiendo que la pregunta que se hacen los electores es diferente en cada cita electoral y que vivimos en una época en la que los liderazgos son clave.
No ha habido grandes sorpresas en Galicia, pero sí un buen conjunto de conclusiones para afrontar políticamente los próximos meses.