El mejor momento ferroviario de nuestra historia
En pleno verano, cuando colapsó la estación de Chamartín y se acumulaban los retrasos, el ministro de Transportes, Oscar Puente, dijo a los medios de comunicación que, en España, estamos viviendo “el mejor momento ferroviario de nuestra historia”. Ante una pregunta del PP en la sesión de control de Congreso el pasado miércoles, Puente reiteraba su afirmación. Al día siguiente, el jueves de esta misma semana, el ministro publicaba en sus redes sociales un vídeo de una campaña institucional de ministerio para que la gente opte por el transporte público. “Más transporte público, menos contaminación y #menoslamborghini. ¿Lo pillas?”, tuiteaba Puente, acompañando el mensaje de una canción en clave moderna en la que un joven describe las ventajas de viajar en transporte público frente a hacerlo en tu propio vehículo privado. Como era de esperar, la campaña no fue bien recibida.
Muévete en transporte público. Tarifas más reducidas, más frecuencias, más destinos y más inversión.
— Oscar Puente (@oscar_puente_) September 12, 2024
Más transporte público, menos contaminación y #menoslamborghini
¿Lo pillas? pic.twitter.com/ShA3vWsqo3
Ayer viernes, en otra jornada de importantes retrasos tanto en Atocha como en Sants, conocíamos que el ministro había decidido destituir al presidente de Adif a modo de cortafuegos.
Los elementos que confluyen en el desastre logístico, comunicativo y político configuran un dibujo preciso de algunas de las características estructurales de la forma de entender el gobierno y la política que tiene el PSOE
Sin embargo, los elementos que confluyen en el desastre logístico, comunicativo y político poco tienen que ver con la gestión de una sola persona al frente de Adif sino que configuran, por el contrario, un dibujo preciso de algunas de las características estructurales de la forma de entender el gobierno y la política que tiene el PSOE.
Por un lado, esa querencia por la mercadotecnia según la cual un gurú del relato les indica que tienen que lanzar mensajes tan positivos como inverosímiles y ellos van y lo hacen. Desde “los brotes verdes” que anunciaba Zapatero cuando la inmensa mayoría de los españoles veían los largos colmillos de la crisis económica a 10 cm de su cara y que supusieron una de las puntillas dialécticas de su mandato, hasta el presidente Sánchez diciendo que España “va como un cohete” cuando hay millones de compatriotas que no pueden acceder a una vivienda digna, pasando por “el mejor momento ferroviario de nuestra historia” con retrasos cada vez más frecuentes y con la gente rompiendo las ventanillas de un cercanías averiado para no desmayarse por el calor. Cuando esta desconexión de la realidad, esta voluntad de imponer un relato propagandístico contrario a los hechos, se junta con la prepotencia, el cóctel puede ser explosivo.
Cuando esta desconexión de la realidad, esta voluntad de imponer un relato propagandístico contrario a los hechos, se junta con la prepotencia, el cóctel puede ser explosivo
En este tema, además, se puede observar un elemento ideológico que es clave en la manera de funcionar del PSOE: la traducción de las problemáticas sistémicas a la responsabilidad individual siguiendo el manual del neoliberalismo. Para el calentamiento global, en vez de actuar de forma contundente contra las grandes empresas contaminantes y contra los multimillonarios —que tienen una huella de carbono miles de veces superior a la de cualquier familia trabajadora—, el socioliberalismo te dice que lo que hay que hacer es que tú, individualmente, elijas opciones de consumo ecológicas, te enjabones con la ducha apagada y separes los residuos en los contenedores de colores. Todo eso está muy bien y hay que hacerlo, pero no sirve de nada si el poder político no se atreve a ir a la raíz del problema; y además instala un discurso y una lógica según la cual la responsabilidad —y, por lo tanto, la culpa— del calentamiento global, no es de Repsol o de los ultrarricos que viajan en yate y en avión privado sino de las personas que viven con un salario mínimo.
Algo muy parecido está haciendo el PSOE con su campaña para animarte a que uses el transporte público. En vez de señalar los gravísimos problemas que ha traído a la red ferroviaria la privatización —la “liberalización” en la neolengua del capitalismo—, la entrada de operadores piratas en nuestro sistema o la apuesta de la alta velocidad prácticamente como solución única en vez de fortalecer soluciones más accesibles para la clase trabajadora, Puente encarga una campaña en la que el Gobierno te dice que la culpa la tienes tú. El problema del transporte en España es que eres demasiado egoísta como para dejar de utilizar el coche y, además, eres un poco tonto ya que, como te dicen en la canción, sería mucho más inteligente para ti que uses el transporte público. Como si no hubiese un problema de retrasos, de frecuencias, de precios que hacen que mucha gente no se lo puede permitir, o sencillamente como si no hubiera miles de pueblos en España que prácticamente no tienen otra opción que utilizar el vehículo privado porque, o bien no llega ningún tipo de transporte público, o bien las frecuencias son incompatibles con una vida laboral activa.
Podemos intentar invertir en una red de transportes públicos que no deje a nadie tirado (...) o podemos seguir votando a partidos que no se atreven con los grandes capitales, que te dicen que lo que están viendo tus ojos en realidad no existe porque es todo maravilloso y que, en todo caso, si hay algún problema, la culpa la tienes tú
Podemos intentar invertir en una red de transportes públicos que no deje a nadie tirado, que tenga frecuencias suficientes, que todo el mundo se la pueda permitir, que llegue a todos los pueblos de nuestro país y que, de esta manera, consigamos reducir al mínimo la utilización del vehículo privado —con todas las ventajas de movilidad, sociales y medioambientales que ello tiene—, o podemos seguir votando a partidos que no se atreven con los grandes capitales, que te dicen que lo que están viendo tus ojos en realidad no existe porque es todo maravilloso y que, en todo caso, si hay algún problema, la culpa la tienes tú.