Milei y el IBEX 35
El pasado viernes, aterrizaba en España el presidente argentino, Javier Milei. El motivo principal de su visita de tres días a nuestro país —durante la cual no se reunirá ni con Pedro Sánchez ni con Felipe VI— es participar en el gran mitin de precampaña de VOX para las elecciones europeas que va a tener lugar este domingo y en el que compartirá cartel no solamente con Santiago Abascal, sino también con otros líderes ultraderechistas como Marine Le Pen, Giorgia Meloni o Viktor Orban.
Milei, que llama "zurdos de mierda" a sus adversarios políticos y que dice que habla con sus perros muertos —que le asesoran en diferentes tareas—, ha tenido tiempo de demostrar su acción de gobierno más allá de la retórica desde que fue investido el pasado diciembre. En estos escasos meses, Milei ha arremetido contra el derecho al aborto de las argentinas, ha echado a la calle a decenas de miles de funcionarios públicos, ha enarbolado discursos de odio contra el colectivo LGTBI comparando la homosexualidad con la zoofilia, ha recortado la inversión en universidades hasta dejar a los principales centros del país con apenas dos meses de calefacción, ha llevado al legislativo leyes para privatizar la práctica totalidad de las empresas argentinas y ha encaminado reformas para que las grandes transnacionales norteamericanas puedan apropiarse de los recursos naturales de Argentina. Este es el caso, por ejemplo, de Tesla y su voracidad por el litio que sirve para hacer las baterías de los coches eléctricos y es precisamente por eso que hemos podido ver al mandatario latinoamericano haciendo carantoñas con el multimillonario trumpista Elon Musk.
Además de la ideología económica anarcocapitalista de Milei, que defiende abiertamente el desmantelamiento casi completo del Estado y de los servicios públicos, sus posiciones en diferentes materias y hacia diferentes colectivos lo convierten en un fascista de manual. No solamente estamos hablando de un tipo que difunde de forma explícita y violenta un discurso de odio contra las personas de izquierdas, contra los pobres, contra las feministas o contra el colectivo LGTBI. Milei, además, compartió candidatura con herederos directos de la dictadura militar argentina que niegan las desapariciones y los asesinatos durante uno de los regímenes más oscuros y más sangrientos del continente, y ha hecho suyas también sus posiciones.
Además de la ideología económica anarcocapitalista de Milei, que defiende abiertamente el desmantelamiento casi completo del Estado y de los servicios públicos, sus posiciones en diferentes materias y hacia diferentes colectivos lo convierten en un fascista de manual
A pesar de ello, en su visita a España, el periódico La Razón —dirigido por Francisco Marhuenda y propiedad de Atresmedia, dueño también de La Sexta y Onda Cero— no ha tenido ni dudas ni problemas en ofrecerle su sede para que Milei presentara su último libro, y ya de paso afirmara que "la justicia social es una aberración", que "el control de capitales es inmoral" o que "los impuestos son un robo".
A la mañana siguiente, el presidente argentino se reunió en la embajada Argentina en Madrid con varios representantes del IBEX 35. Entre las empresas españolas que asistieron a la cita, Iberia, el Banco Santander, Abertis, Dia, Mapfre, Telefónica o el BBVA. Y, a la cabeza de la delegación, Antonio Garamendi, el presidente de la CEOE. Desconocemos los temas que se trataron en la reunión —que duró más de una hora— y no sabemos, por tanto, si Milei debatió con los grandes empresarios españoles sobre la necesidad de desmantelar el Estado, de acabar con los "zurdos" o de prohibir la homosexualidad junto a la zoofilia. Lo que sí sabemos —por la foto difundida por el propio Milei en la que aparecen 17 señores con traje— es que ninguna mujer asistió a la reunión.
Recientemente, muchas de las grandes empresas de Alemania, incluso varias de ellas con un pasado de colaboración con los nazis, decidieron hacer campaña para intentar evitar el avance de la extrema derecha de Alternative für Deutschland en aquel país. Todo indica que los grandes empresarios españoles están, por el contrario, libres de ese tipo de escrúpulos.