No es el turismo, es el capitalismo

Muchos de los y las manifestantes verbalizaban con toda claridad que no están en contra del turismo, sino en contra del modelo actual. Dicho de otra manera, contra lo que protestaban ayer decenas de miles de canarios y canarias es contra el sistema capitalista
Cientos de personas protestan con carteles durante una manifestación contra el modelo turístico, a 20 de abril de 2024, en Las Palmas de Gran Canaria, Gran Canaria, Canarias (España). Las ocho islas canarias se unen hoy para protestar contra la masificación turística. Esta es la primera manifestación conjunta de la historia en todo el archipiélago, está convocada por veinte asociaciones bajo el lema ‘Canarias tiene un límite’. Los manifestantes reclaman una ecotasa, una moratoria turística y una mejor redistribución de los ingresos. Además de en Canarias, la organización ha convocado protestas en otras ciudades españolas y europeas como Granada, Barcelona, Madrid, Berlín y Londres.
20 ABRIL 2024;MANIFESTACIÓN;ISLAS;CANARIAS;ARCHIPIÉLAGO;TURISMO;MODELO;PROTESTA
Europa Press Canarias / Europa Press
20/4/2024
Europa Press Canarias

"Vivienda vampírica." "Queremos un modelo sostenible." "Canarias no vive del turismo, el turismo vive de Canarias." "Terrorismo doméstico es la vivienda vacacional." "36% de pobreza por gobernar sin cabeza." "Haraguiri." "El turismo de masas nos sepulta en piche." "Si César Manrique levantara la cabeza." "El turismo masivo acaba con la biodiversidad." "La invasión no llega en patera, llega en avión." "Canarias no se vende, Canarias se ama y se defiende."

Todos estos lemas y muchos más fueron coreados en el día de ayer en una serie de manifestaciones multitudinarias que llenaron las calles de las siete islas y también de muchas grandes ciudades españolas y europeas en las que viven miles de emigrados económicos canarios.

El planteamiento es sencillo y parte de una realidad incuestionable. Al mismo tiempo que las islas Canarias reciben más de 16 millones de turistas al año, buena parte de su población permanente de algo más de 2 millones de personas vive en condiciones de precariedad y muchas veces tiene que abandonar su tierra en busca de un empleo digno y de las condiciones mínimas materiales para desarrollar un proyecto de vida. Según diversos estudios, el porcentaje de canarios y canarias en riesgo de pobreza o exclusión social es más del 36%, la tasa más alta de todo el país. Aunque los turistas dejan en el archipiélago más de 20.000 millones de euros al año, suponiendo de lejos la principal actividad económica de la comunidad autónoma, el salario medio en Canarias es el segundo más bajo de toda España y no le alcanza a cientos de miles de habitantes de las islas para pagar la cesta de la compra más cara de todo el Estado. Frente a la escasez hídrica que pone en peligro las explotaciones agrícolas y el consumo urbano, cada turista gasta el doble de agua que un residente permanente y no se dejan de abrir nuevos hoteles y urbanizaciones de lujo. Mientras los precios del alquiler son igual o más altos que en las grandes capitales de la península, cientos de miles de viviendas se destina al alquiler turístico o son adquiridas por no residentes que apenas las habitan unas semanas al año, tensionando gravemente el mercado y traccionando los precios hacia arriba. En definitiva, todos y cada uno de los datos estadísticos dibujan la misma conclusión: el modelo turístico que impera en el principal destino de nuestro país es un modelo extractivo, insostenible, agresivo con el medioambiente y que, no solamente no permite reducir la desigualdad económica y sacar a los canarios y canarias de la precariedad, sino que además los expulsa de su propia tierra, de sus pueblos y de sus barrios.

Las movilizaciones masivas que estallaron ayer en Canarias son parte de un profundo malestar que se lleva gestando desde hace muchos años y que revela la forma de funcionar de un capitalismo sin bridas que pone los ecosistemas, las ciudades y las vidas de los vecinos y vecinas en un segundo lugar por detrás del beneficio económico de unos pocos.

Esto es verdad respecto de cualquier zona turística en España, pero las condiciones en las islas Canarias son de una gravedad y de una fragilidad mucho mayor debido a su particular posición geográfica y administrativa

Esto es verdad respecto de cualquier zona turística en España, pero las condiciones en las islas Canarias son de una gravedad y de una fragilidad mucho mayor debido a su particular posición geográfica y administrativa. Por un lado, el archipiélago canario se encuentra en el continente africano, a miles de kilómetros del continente europeo, lo cual sitúa rígidos condicionantes sobre su actividad económica: es más difícil desarrollar una actividad industrial debido a los costes del transporte, es también complejo llevar a cabo una actividad agrícola comparable a la que se puede producir en la península debido a su condición insular, y es mucho más costoso garantizar el abastecimiento energético e hídrico por sus características geográficas particulares. No debemos olvidar que las islas Canarias son de origen volcánico, albergan muy pocos ríos y aguas superficiales y han de compaginar todas estas limitaciones con el hecho de ser uno de los territorios más densamente poblados de España. Al mismo tiempo, su pertenencia administrativa a un país de la Unión Europea las configura como un destino que combina un clima privilegiado y unas playas y un paisaje paradisiacos con todas las ventajas a nivel de infraestructuras y servicios públicos que existen en Europa.

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Por todo ello, no es de extrañar que la tensión turística extractiva haya producido en las islas antes que en otros lugares de España manifestaciones masivas como las que pudimos ver ayer. Los canarios y canarias son conscientes, más que nadie, de la fragilidad de su territorio y del mecanismo mediante el cual los grandes capitales están bombeando permanentemente riqueza desde las clases populares hacia arriba al mismo tiempo que agreden las propias bases materiales que sustentan dicho mecanismo. En pocos lugares como en Canarias se puede contemplar en tiempo real el esquema cortoplacista de un turbocapitalismo feroz que no solamente es pan para hoy y hambre para mañana sino que además es pan solamente para unos pocos.

Muchos de los y las manifestantes que salieron a las calles en el día de ayer verbalizaban con toda claridad que no están en contra del turismo, sino en contra del modelo actual. Dicho de otra manera, contra lo que protestaban ayer decenas de miles de canarios y canarias es contra el sistema capitalista. Los habitantes del archipiélago están encantados de seguir recibiendo turistas en su tierra, pero solamente si se embrida fuertemente la rapiña de los grandes capitales que están llevando a sus gentes y a sus ecosistemas al borde del precipicio.

Y esta historia no es una historia canaria. Es una historia universal. O el capitalismo muta en un sistema que sea capaz de erradicar la pobreza y garantizar la sostenibilidad del planeta y de las vidas humanas, o el capitalismo tendrá que dejar de ser.