Palestina tiene derecho a ser libre
El ataque de Hamás a Israel el día de ayer ha vuelto a poner el foco de la atención mediática internacional en un conflicto en el que no caben equidistancias por parte de los demócratas.
El horror que representan las consecuencias de todas las acciones militares, vengan de donde vengan, sobre la población civil, no debe hacer perder de vista la realidad: Israel es un Estado colonial ocupante, que viola cada día el Derecho internacional y los derechos humanos y que oprime al pueblo palestino.
Es evidente para cualquier observador que la extrema violencia aplicada por Israel sobre la población de Gaza provocaría, tarde o temprano, la respuesta de las facciones armadas palestinas. Es terrible que la violencia de la respuesta palestina afecte a civiles israelíes pero es de una hipocresía inaceptable que la mayor parte de la prensa describa las acciones armadas palestinas como terrorismo y justifique la violencia de Israel como legítima defensa. Hablamos de un Estado moderno apoyado por los EEUU que cuenta con uno de los mejores ejércitos del mundo que se enfrenta a la resistencia armada de un pueblo que se resiste desde hace décadas a la opresión.
Que Israel sea un Estado desarrollado económicamente en el que los ciudadanos con nacionalidad israelí disfruten de ciertas libertades (que se niegan a los ciudadanos palestinos) y que en Gaza Hamás sustituyera a la corrupción zipaya de Fatah como autoridad política y militar, no justifica las fraseologías racistas eurocéntricas y occidentalistas que presentan el conflicto como un enfrentamiento entre islamismo y democracia. Israel es, antes que nada, un Estado opresor.
Reconocer la naturaleza criminal del colonialismo israelí, no es antisemitismo. El problema de los demócratas con Israel no tiene que ver con el judaísmo como religión o como identidad cultural de un pueblo que sufrió la persecución y exterminio
Reconocer la naturaleza criminal del colonialismo israelí, no es antisemitismo. El problema de los demócratas con Israel no tiene que ver con el judaísmo como religión o como identidad cultural de un pueblo que sufrió la persecución y exterminio. Esgrimir los crímenes históricos contra el pueblo judío como justificación de los crímenes de un Estado que se ha convertido en referencia de la ultraderecha mundial, es indecente.
También resulta indecente que ciertos medios y actores progresistas que reivindicaron con furor el derecho de Ucrania a defenderse de Rusia para atacar al pacifismo, llamen hoy terroristas a los palestinos. Los mismos que han presentando como luchadores por la libertad a los banderistas ucranianos que reivindican a los nazis, deslegitiman hoy a Hamás por ser islamistas.
Hay muchos elementos que apuntan a que la acción militar de Hamás no es pura desesperación, sino que se trata de un movimiento bien planificado que ha querido aprovechar la situación política interna de Israel y que busca la internacionalización del conflicto con la intervención de Hezbolá y la movilización de la opinión pública de los países árabes.
Pase lo que pase en las próximas horas y en los próximos días, la paz pasa por el reconocimiento del derecho de los palestinos a ser una nación libre y soberana. Defender la paz y los derechos humanos es condenar el colonialismo y movilizarse contra la ocupación israelí.