Portugal y España, relojes políticos (casi) sincronizados
El 25 de abril de 1974, se producía en Portugal un golpe de estado militar, pero pacífico —la Revolución de los Claveles—, que ponía fin a 48 años de dictadura salazarista y daba inicio a un periodo democrático que continúa hasta el día de hoy. Un año y medio después, el 20 de noviembre de 1975, moría Franco en la cama en la vecina España. Su dictadura había durado un poco menos que la de Salazar: 36 años. Además, la transición española hacia la democracia fue pilotada en gran medida por las élites del régimen anterior e incluyó —a diferencia de la República portuguesa— la restauración de la monarquía borbónica en la jefatura del Estado.
Cuatro décadas después de aquellos acontecimientos, los relojes políticos de España y Portugal siguen pareciendo aproximadamente sincronizados. El 4 de octubre de 2015, las elecciones generales en el país vecino produjeron una significativa subida de escaños del Bloco de Esquerda y una mayoría parlamentaria, junto a los socialistas de António Costa y los comunistas del PCP, que permitió desalojar del gobierno al austericida Passos Coelho (el entonces líder del homólogo portugués del PP). Dos meses después, el 20 de diciembre de 2015, Podemos y sus confluencias conseguían entrar en el parlamento español con una fuerza que duplicaba la del Bloco, y las urnas producían también una mayoría parlamentaria, junto a los partidos independentistas vascos y catalanes, que era aritméticamente suficiente para echar a Mariano Rajoy. En Portugal, los partidos a la izquierda del Partido Socialista renunciaron a su derecho de formar parte del gobierno y entregaron un ejecutivo monocolor a Costa con un esquema de gobernabilidad parlamentaria que se denominó la gerigonça. En España, por el contrario, Pablo Iglesias propuso a Pedro Sánchez formar un gobierno de coalición, pero el líder del PSOE se negó y todos los poderes mediáticos y del Estado profundo se activaron para defenestrar a Podemos y mantener vigente la cláusula de exclusión histórica. El artificio que se puso en marcha fue el acuerdo entre el PSOE y Ciudadanos; un acuerdo que la corriente errejonista (hoy en Sumar) defendió apoyar desde fuera del gobierno, señalando el ejemplo portugués. Sin embargo, las bases de Podemos se expresaron contundentemente y la componenda derechista fue rechazada. El 26 de junio de 2016 hubo una repetición electoral que arrojó una mayoría muy similar y los mismos poderes decidieron partir por la mitad al PSOE para hacer presidente a Rajoy. El 1 de junio de 2018 se comprobó que el PP estaba en minoría y Rajoy fue expulsado de la Moncloa mediante una moción de censura, haciendo a Pedro Sánchez presidente por primera vez.
Al fracasar la aprobación de los primeros presupuestos del gobierno monocolor socialista, se convocaron elecciones anticipadas el 28 de abril de 2019 y los relojes políticos volvieron a sincronizarse con Portugal. Aunque aquel domingo de 2019 Unidas Podemos experimentó un importante retroceso electoral y el PSOE una subida considerable, el tamaño del grupo parlamentario morado y la reedición de una mayoría progresista y de izquierdas los colocó de nuevo como llave indispensable para formar gobierno, toda vez que Ciudadanos —esta vez— se había autodescartado. El 6 de octubre de ese mismo año, se celebraron elecciones generales en el país vecino y las variaciones de la voluntad popular fueron parecidas a las de España: los socialistas de António Costa se vieron reforzados y, aunque el Bloco mantuvo sus tasas de apoyo aproximadamente en el 10%, los comunistas vieron significativamente reducidos sus escaños. La mayoría progresista y de izquierdas seguía existiendo y la gerigonça se reeditó. Mientras tanto, en España, los mismos que defendieron el acuerdo con Ciudadanos —y también Izquierda Unida o los Comunes—, ahora se mostraban dispuestos a aceptar la voluntad del PSOE de incluir de una forma extremadamente subalterna a Unidas Podemos en el ejecutivo. El núcleo dirigente de Podemos, sin embargo, se negó, y eso provocó una repetición electoral el 10 de noviembre de 2019, después de la cual se formó —por fin— el primer gobierno de coalición desde la recuperación de la democracia en España, después de un lustro de contar con la mayoría parlamentaria suficiente para ello.
Al fracasar la aprobación de los primeros presupuestos del gobierno monocolor socialista, se convocaron elecciones anticipadas el 28 de abril de 2019 y los relojes políticos volvieron a sincronizarse con Portugal
En nuestro país, y a pesar de las enormes dificultades derivadas de la pandemia, el gobierno PSOE-UP puso en marcha un gran número de medidas de carácter social que mitigaron los impactos negativos ocasionados, primero, por la COVID-19 y, después, por la invasión de Ucrania, gracias precisamente a la presencia de la izquierda en el ejecutivo. En Portugal, sin embargo, los socialistas de Costa decidieron desplazarse políticamente hacia la derecha en su acción de gobierno y la legislatura concluyó a finales de 2021 cuando el Bloco y el PCP decidieron no apoyar los presupuestos del gobierno monocolor del PS. Costa vio entonces la posibilidad de conseguir una mayoría absoluta mediante una repetición electoral y el 30 de enero de 2022, efectivamente, la obtuvo, dejando así fuera de la gobernabilidad a sus antiguos socios. En esas elecciones generales, la debacle del Bloco y del PSP fue muy importante, quedándose por debajo del 10% la suma de los votos a ambos partidos. En España, después de la experiencia del gobierno de coalición, las elecciones del 23 de julio de 2023 produjeron un resultado diferente. Aunque la sustitución de Unidas Podemos por Sumar no generó ninguna ampliación del espacio, su reducción no fue tan significativa como en Portugal.
Después del estallido de los casos de corrupción que condujeron a la dimisión de Costa y a las elecciones anticipadas de ayer, los relojes se vuelven a sincronizar con el país vecino en el aspecto temporal, pero no en el político. Tras una legislatura fallida en la cual los socialistas no quisieron resolver ninguno de los problemas materiales de los portugueses —bajos salarios, desorbitados precios de la vivienda, inflación— y, apostaron, en cambio, por hacer políticas "de centro" utilizando su mayoría absoluta, las urnas arrojaron ayer una caída de aproximadamente 10 puntos de los socialistas, un retroceso adicional del Bloco y el PCP —aunque más ligero— y un importante avance de la derecha y la extrema derecha que, casi con toda seguridad, desembocará en un cambio en el signo del gobierno.
En España no tenemos un gobierno monocolor del PSOE sustentado en una mayoría absoluta socialista como la de António Costa antes de las elecciones, pero sí se ha producido un giro "al centro" en la dirección de Estado debido, primero, a la aceptación por parte de Sumar de un papel subordinado bajo la dirección de Pedro Sánchez y, segundo, a la necesidad de contar con partidos nacionalistas de derechas —como el PNV y Junts— para poder aprobar cualquier tipo de texto legislativo en el Congreso. Por si las analogías eran pocas, un gravísimo caso de corrupción acaba de golpear a los socialistas también en España. A la luz de lo ocurrido en el país vecino, más vale que las izquierdas parlamentarias aquí en casa consigan reorientar la acción del gobierno de Sánchez de forma clara o es muy posible que, a no mucho tardar, los relojes políticos español y portugués se vuelvan a sincronizar del todo.