Sánchez, Ferreras y 'la máquina del fango'
Si alguna persona en nuestro país y en parte del extranjero había llegado a albergar la más mínima esperanza de que el "punto y aparte" en la lucha contra "la máquina del fango" que Pedro Sánchez solemnemente anunció al regresar después de sus cinco días de retiro espiritual iba a tener alguna concreción material, si alguien todavía pensaba que el presidente, a pesar de aquella comparecencia en Moncloa vacía de propuestas, estaba en realidad tomándose su tiempo para diseñar una batería de medidas que pueda frenar la violencia política y mediática de los bulos y el lawfare, si existía todavía un ser humano capaz de mirar el futuro con semejante inocencia, el propio Sánchez desintegró cualquier duda al respecto en la mañana del día de ayer.
No se trata ya de que el presidente concediera una larga entrevista —una más— a Antonio García Ferreras, uno de los periodistas al tiempo más poderosos y más corruptos de España, que aparece en audios grabados por Villarejo confesando que publica noticias falsas sabiendo que son falsas —"Y yo le dije: Eduardo, yo voy con ello. Pero es demasiado burdo"— y que sienta de forma regular en su tertulia a intoxicadores ultraderechistas. Se puede argumentar, como hacía ayer Javier Aroca en las redes sociales, que Barack Obama no concedió entrevistas a la FOX, y que la mera presencia de todo un presidente del Gobierno en esa cadena y en ese programa, donde la mentira y la manipulación están al orden del día, ya supone un blanqueo absolutamente incompatible con cualquier declaración de intenciones que afirma que se va a combatir a 'la máquina de fango'. Pero, incluso si aceptamos el razonamiento de que una persona comprometida con la verdad y con la democracia tiene que ir a confrontar con los periodistas corruptos que propagan mentiras y odio —como hizo el propio Pedro Sánchez durante la campaña del pasado 23 de julio, por ejemplo, con Ana Rosa Quintana—, tenemos que concluir que no es en absoluto eso lo que ocurrió ayer.
Pedro Sánchez no solamente entregó a Antonio García Ferreras toneladas de legitimidad política por el simple hecho de dejarse entrevistar por él. El blanqueamiento se produjo sobre todo por lo que el presidente dijo y también por lo que calló. Si Sánchez hubiera mencionado a la cara de su entrevistador que lo escuchó decirle a Mauricio Casals, en un audio grabado por el comisario mafioso Villarejo en 2016, que "le iba a soltar una hostia" o que "Pedro va a tener 2 o 3 programitas esta semana", si hubiese preguntado a Ferreras por qué, en ese mismo audio, se interesó insistentemente por la posibilidad de que su mujer, Begoña Gómez, formara parte de los supuestos negocios de su padre relacionados con la prostitución —como publicamos recientemente en Diario Red—, si Sánchez hubiera recordado al director de La Sexta y presentador de Al Rojo Vivo —como hizo Pablo Iglesias en directo en 2019 y nunca más volvió a ser invitado— que él es uno de los máximos protectores y valedores de Eduardo Inda (no solamente uno de los principales sicarios mediáticos de la extrema derecha española sino, además, en este caso el director de uno de los medios que más basura difamatoria ha publicado precisamente contra la familia de Pedro Sánchez), si el presidente hubiera hecho al menos alguna de estas cosas durante la entrevista, entonces deberíamos concluir que aquel lunes en la escalinata de la Moncloa nos dijo la verdad: "punto y aparte". Pero no hizo esto sino todo lo contrario. No solamente calló cualquier referencia sobre la corrupción periodística de la que Ferreras forma parte y de su papel en la difusión de bulos difamatorios en España sino que, además, volvió a hablar de "tabloides digitales" y "pseudomedios" frente a "medios de comunicación con periodistas de verdad", entregándole así a su interlocutor la certificación oficial de la presidencia del Gobierno que acredita su pertenencia a esta segunda y honrada categoría.
Pedro Sánchez no solamente entregó a Antonio García Ferreras toneladas de legitimidad política por el simple hecho de dejarse entrevistar por él. El blanqueamiento se produjo sobre todo por lo que el presidente dijo y también por lo que calló
Como retribución a este importante gesto, Ferreras dedicó buena parte del programa a acusar a la RESCOP, a Podemos y hasta a Sumar —un aliado táctico del amigo de Villarejo— de difundir bulos sobre el carguero Borkum, repitiendo así el infame argumentario de Albares y de Puente —reiterado por el propio Sánchez en la entrevista— que jura y perjura que el destino final de las armas que transporta el buque es la República Checa, ocultando el hecho de que es habitual ofuscar documentalmente el verdadero destino de las armas que Israel utiliza para asesinar palestino, que la República Checa es uno de los principales exportadores europeos de armamento al país sionista y que, incluso, el documento que obra en poder del ministerio de Transportes deja perfectamente claro que la República Checa puede re-exportar las armas al país que desee. Quid pro quo. Sánchez estampa el sello presidencial de "medio de comunicación con periodistas de verdad" en la frente de Ferreras y éste ayuda al presidente a escapar sano y salvo del hecho de que han descubierto a su gobierno prestando apoyo logístico al peor genocidio del siglo XXI.
Quizás nunca podremos disipar la duda de si el amago de retirada de Pedro Sánchez fue algo sincero o, ya entonces, estábamos ante una maniobra táctica de engaño masivo. Pero lo que sí podemos afirmar con toda rotundidad después de la entrevista de ayer del presidente con Ferreras es que todo lo que nos contó aquel lunes a las puertas de la Moncloa es mentira. Sánchez y el Gobierno que preside podrá llenarse la boca de "regeneración democrática" cada vez que les pongan un micrófono delante, pero ya todo el mundo sabe que no van a hacer absolutamente nada. La entrevista de ayer con Ferreras es el cierre del asunto. Es el apretón de manos con el jefe de los mafiosos que garantiza su impunidad. Una terrible noticia no solamente para la salud del debilitado sistema democrático español sino también para el conjunto de la profesión periodística. Lo que dijo ayer Pedro Sánchez entre líneas a todos y cada uno de los periodistas honestos de nuestro país es justo lo contrario de lo que dijo explícitamente: "si mientes, si colaboras con Villarejo, si trabajas con las cloacas, si buscas basura sobre la familia de los representantes públicos, si publicas noticias falsas sabiendo que son falsas, si das aire a lo más corrupto de la profesión, entonces, no solamente no te va a pasar nada, sino que te va a ir muy bien y vas a progresar en tu carrera".