Sumar y Los Verdes alemanes

Desde que los llamados realos derrotaran a los fundis, en Los Verdes alemanes se impuso una lógica que entiende la política como un mercado de demanda dominado por grandes poderes en el que no tiene sentido oponerse ni a la OTAN, ni a las guerras, ni a la energía nuclear, ni al racismo institucional

Yolanda Díaz junto a la co-líder de Los Verdes alemanes, Ricarda Lang, este viernes en Madrid

Sumar

El encuentro entre Yolanda Díaz y Ricarda Lang el pasado 29 de septiembre, en el marco de las jornadas de Los Verdes europeos en Madrid, en las que el partido de Díaz ha ejercido de anfitrión, tiene una significación profunda.

La co-líder de los ecoliberales alemanes sorprendió incluso a su partido con unas polémicas declaraciones hace pocas semanas: “Para evitar que lleguen más y más personas y aliviar realmente la carga de los municipios a largo plazo, ahora necesitamos los acuerdos de migración y repatriación anclados en el acuerdo de coalición”. Estas declaraciones pidiendo que se aceleraran las deportaciones —que firmaría cualquier dirigente de la derecha— no solo son inaceptables por lo que significan en términos de desprecio a los derechos humanos, sino porque se produjeron en un contexto preelectoral en el que Lang quería evitar que su partido fuera visto a contracorriente de un clima social dominante en Alemania, de hostilidad a los migrantes y a los refugiados.

Es precisamente este el punto crucial para entender el gesto de Díaz de fotografiarse y publicitar su encuentro con Lang. No es tanto que Díaz se identifique con ecoliberalismo, sino con su forma de hacer política.

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Desde que los llamados realos derrotaran a los fundis en el seno del partido, en Los Verdes alemanes se impuso una lógica que entiende la política como un mercado de demanda dominado por grandes poderes en el que no tiene sentido oponerse ni a la OTAN, ni a las guerras —cuando estas sirven a los intereses económicos de Alemania—, ni a la energía nuclear ni, finalmente, al racismo institucional si eso perjudica sus opciones electorales.

Lo verde ya no es tanto una crítica a las dinámicas de destrucción climática del sistema económico como una oferta amable y ambigua con la que disputar el espacio electoral a los socialdemócratas.

Esta es la razón por la que la familia verde europea interesa a Yolanda Díaz, del mismo modo que en Italia ha asumido como referente al partido en el que también se referencia el PSOE; el PD de Elly Schlein. Sumar puede ser hoy “verde” y mañana “laborista”, siempre y cuando esos significantes  mantengan su ambigüedad.

Este análisis, en el seno de la izquierda española, no es nuevo. Es el que hicieron los ex comunistas del PSUC para convertirse en ICV (sin dejar de conservar la titularidad de las viejas siglas) y el que hizo Más Madrid. No es que el ecologismo les interese particularmente. Por el contrario, es una búsqueda de una identidad amable que pueda competir mejor con la socialdemocracia precisamente por no ofrecer nada muy distinto

Este análisis, en el seno de la izquierda española, no es nuevo. Es el que hicieron los ex comunistas del PSUC para convertirse en ICV (sin dejar de conservar la titularidad de las viejas siglas) y el que hizo Más Madrid

Las posiciones que mantuvo Yolanda Díaz (con el apoyo del coordinador general de IU) respecto al envío de armas a Ucrania respondían a esa misma lógica de evitar confrontar en un tema en el que Díaz entendía que la mayor parte de la ciudadanía apoyaba el envío de armas. Y lo mismo cabe decir respecto al desinterés en la defensa de la Ley del solo sí es sí, que cambió cuando el caso Rubiales puso de manifiesto que los amigos cincuentones de Sánchez no representaban tanto a la sociedad española como creían en el PSOE y en el entorno de Díaz.

Que el objetivo de Yolanda Díaz es llevar a la izquierda española a la familia verde europea es una evidencia y es algo que gusta a los partidos que más la apoyan —Esquerra Verda (ex ICV) y Más Madrid—, pero podría acelerar el fin de algo que pudiera llamarse izquierda española. Que la familia de la izquierda europea solo estuviera representada en el Estado por Bildu y el BNG no sería una buena noticia.

A nuestro juicio, Podemos y las formaciones políticas del Estado que participan en la familia de la izquierda europea deben asumir, junto a los movimientos sociales, la tarea de hacer que, en el debate sobre Europa, la crítica a la OTAN, a las lógicas de guerra y la defensa de los derechos humanos de las personas migrantes y solicitantes de asilo estén presentes junto al feminismo combativo y transformador. Y además decir que luchar contra la crisis climática no es compatible con la ideología neoliberal y que no puede disociarse de la crítica al sistema económico que la genera. No es solo una cuestión de principios, es también una cuestión electoral.