Una peruana en RTVE

Por mucha violencia y por mucho odio que la élite dominante arroje contra las clases subalternas, la realidad es que hacen falta muchas más Lauras Arroyo en la televisión pública

La periodista Laura Arroyo en RTVE
La periodista Laura Arroyo en RTVE

El pasado martes, la presentadora y analista de Canal Red, Laura Arroyo, participaba en la tertulia política del programa La Hora de La 1, dirigido por Silvia Intxaurrondo. Junto a otros periodistas de diferentes medios de comunicación, Arroyo analizó —entre otros temas de actualidad— la situación en Venezuela después de las elecciones del pasado 28 de julio.

El siguiente fragmento de su intervención se hizo rápidamente viral en las redes sociales: “Yo vengo del sur global y creo que hay una mentalidad colonial que todavía persiste en aquellos que creen que nos tienen que decir a nosotros cómo elegir nuestros gobiernos y lo que corresponde para legitimar nuestros gobiernos. Nosotros podemos muy bien elegir nuestros gobiernos en las urnas y también enfrentarnos a contextos, por supuesto, de autoritarismo o dictadura, como pasa, por ejemplo, en este momento en Perú, insisto, país del que nunca se habla, ni en España ni en ningún otro país de la Unión Europea. Pero sí creo y por eso me gusta la posición de Petro o de Lula, también la posición de AMLO en México, por ejemplo, que han sido claros en plantear que respetando la soberanía y, por tanto, la decisión de los pueblos hay que plantear dos cosas. La primera, que en efecto todo quede muy claro, pero la segunda es no quitar la responsabilidad a un golpismo y a una oposición venezolana que, más allá de lo que podemos pensar sobre las elecciones, es de las peores oposiciones de Sudamérica, de Latinoamérica, no solamente golpista, genocida, sionista, racista y que está llamando también a que en las calles haya una guerra civil. Y para mí eso es muy preocupante, porque si van a ir de demócratas, hay que hablar también de esa oposición que está utilizando estas elecciones para literalmente romper el país más allá de las posiciones u opiniones que tengamos sobre el mismo gobierno.”

Cuando aparece en la pantalla alguien como Laura Arroyo expresando una opinión que no es en absoluto residual en el cuerpo social, de repente, millones de personas se ven representadas en un hecho comunicativo prácticamente inédito

Por supuesto, el principal motivo detrás de su viralización es el hecho de que es prácticamente imposible encontrar en los principales medios de comunicación españoles una opinión sobre Venezuela que sea diferente a la catalogación de Nicolás Maduro como un dictador comunista. Como ocurría con el “a por ellos” durante los momentos más álgidos del procés en 2018, esta ausencia de discrepancia con la opinión oficial del régimen se produce por la coincidencia entre la posición de la derecha y la extrema derecha y la posición de la progresía. En el caso de Venezuela, las derechas políticas y mediáticas simplemente están defendiendo a los suyos. La progresía, por su parte, está sucumbiendo —como es habitual, por otra parte— a la victoria cultural de sus adversarios sin prácticamente plantear batalla. Cuando esta confluencia de posicionamientos se produce en el ámbito mediático, por un lado, parece que todo el mundo piensa lo mismo y, por otro lado, cuando aparece en la pantalla alguien como Laura Arroyo expresando una opinión que no es en absoluto residual en el cuerpo social, de repente, millones de personas se ven representadas en un hecho comunicativo prácticamente inédito.

A esta súbita conexión representativa hay que añadir un segundo motivo detrás de la viralización de las palabras de Arroyo: su difusión masiva por parte de los elementos más reaccionarios en las redes sociales. De nuevo y por la misma razón, en el momento en el que la extrema derecha detecta que hay una voz presente en un medio de comunicación de masas que no está dispuesta a entregar tan fácilmente la derrota ideológica, lanza una campaña de señalamiento y violencia verbal con el objetivo evidente de producir un mecanismo de censura: bien mediante el amedrentamiento de la propia emisora del mensaje discrepante, bien mediante la presión sobre el medio de comunicación que le permite hablar. Así, el periodista del medio propiedad de la fundación de VOX, la Gaceta de la Iberosfera, Unai Cano, fue uno de los primeros en disparar, difundiendo el vídeo con la intervención de Arroyo precedido de la palabra ‘URGENTE’. De este modo, indicaba a sus radicalizados seguidores cuál era el objetivo a atacar al mismo tiempo que dibujaba como “noticia urgente” el hecho de que alguien se atreviera a pronunciar esas palabras en TVE. En estos momentos, su publicación ha sido vista por más de 400.000 personas. El vídeo publicado por Cano era recogido poco después por el activista digital de ultraderecha Emanuel Rincón —radicado en Miami y con casi medio millón de seguidores en X—, quien añadía que la televisión desde la cual Arroyo había proferido sus peligrosas palabras está “financiada por Pedro Sánchez”.

Nada de esto sería posible sin suscriptores

Sin embargo, era la periodista Adais Cásares, del medio de Javier Negre, la que ponía en palabras lo que muchos de sus seguidores estaban pensando: “Una peruana sale en la televisión pública española, que nos cuesta un dineral al año, para lavarle la imagen al chavismo.” Aprovechando el anonimato que permiten las redes sociales, una infinidad de usuarios de la misma ideología que Cano, Rincón y Cásares, repitieron la idea, cada uno según su propio estilo discursivo. “Peruana… debería estar limpiando en alguna casa, atendiendo la barra de un bar o relajando a machos en algún local de carretera de esos de lucecitas”, escribía en X el usuario @jac701. “Una Panchita que debe regresar de donde vino”, añadía @yamir_shie, complementando el debate con el clásico argumento de la deportación porque piensa distinto que yo. “Xq dejaron salir a esa india de Perú”, contribuía @krossmkf, recordando que el problema no es solamente su origen sino también —y muy especialmente— el hecho de que Laura Arroyo sea una persona racializada. Para dejarlo completamente claro, una usuaria llamada @lupduer escribía en Instagram: “cotorra indígena”.

Todo este odio fascista forma parte de lo más repugnante de la condición humana y es síntoma de la degradación moral más absoluta, pero no debemos dejar que eso nos impida ver su funcionalidad política. La extrema derecha violenta sabe perfectamente que los platós de televisión son uno de los principales lugares desde los que se ejerce el poder. Dicho de otra forma, todos los que están intentando expulsar a Arroyo de la pantalla de la televisión lo hacen porque saben —consciente o inconscientemente— que la manera más sencilla que tienen los hombres caucásicos, cishetero, europeos, de derechas y de clase alta, de mantener sus privilegios económicos y políticos es garantizar que solamente hay hombres caucásicos, cishetero, europeos, de derechas y de clase alta en los medios de comunicación (quizás dejando algún pequeño espacio a seres humanos que no compartan alguna de esas características, pero siempre y cuando no se atrevan a impugnar el mensaje hegemónico).

La representación social que se da actualmente en los medios de comunicación de la diversidad real de la sociedad española es muy deficiente y está enormemente sesgada

Lo que ocurre es que, en España, más del 50% de la población es mujer, la inmensa mayoría no es de clase alta, más del 20% no se declara heterosexual según el CIS, más del 10% vota a opciones de izquierdas y el 17% de nuestros vecinos y vecinas han nacido en otro país. Con estas cifras en la mano, podemos afirmar científicamente que la representación social que se da actualmente en los medios de comunicación de la diversidad real de la sociedad española es muy deficiente y está enormemente sesgada hacia la pequeña minoría de la población que se constituye en élite dominante. Por ello, por mucha violencia y por mucho odio que los miembros de esa minoría arrojen contra las clases subalternas, la realidad es que hacen falta muchas más Lauras Arroyo en la televisión pública.

CODA: Para el que esté dándole vueltas en estos momentos al argumento reaccionario de que una reivindicación en términos de cuotas representativas va en contra de la excelencia profesional, lo invitamos a que vea cualquier debate en el que participe Arroyo y compare su capacidad argumental y su rigor periodístico con el de los demás miembros de la mesa. Descubrirá que la mayor parte de las veces —y en este caso sin duda— es todo lo contrario.