El partido de ultraderecha FPÖ, fundado por nazis, el más votado en las legislativas en Austria
Es importante conocer el contexto del país centroeuropeo, habitualmente calificado de díscolo en ciertos temas europeos, pero supuestamente bajo una neutralidad que le ha permitido, desde fuera de la OTAN, no tener una relación rupturista con actores como Rusia.
El gobierno conservador ha mantenido una política multivectorial durante estos últimos años a nivel interno. El partido ÖVP, de derecha conservadora, ha liderado las conversaciones y coaliciones con la extrema derecha del Partido de la Libertad (FPÖ) y, tras su colapso, con los verdes austriacos.
El líder más importante para entender por qué los conservadores de ÖVP se encuentran así es el ex canciller Sebastian Kurz. Bajo su gobierno estallaron numerosos escándalos políticos y económicos. Por un lado, la filtración de informaciones por el escándalo Ibiza, que implicaba a miembros del Partido de la Libertad en casos de corrupción relacionados con redes clientelares mediáticas, con limitaciones públicas de por medio. Tras la crítica social ante el escándalo, Kurz apostó por romper con la extrema derecha. Además, su líder dimitió y hubo relevos internos del partido.
El hombre que ha tomado las riendas del partido desde 2021 es Herbert Kickl, el que fuera ministro del Interior del gobierno de coalición con los conservadores. Aunque el gobierno de Kurz y sus sucesores ha mantenido un discurso de dureza considerable frente a la migración, incluso sin la extrema derecha, Kickl ha propuesto ir más allá en su programa.
Es notable ver que la propia presidencia ha supuesto una batalla particular contra Herbert Kickl. El presidente en Austria no gobierna, sino que este peso recae sobre el canciller, resultado de la correlación de fuerzas tras las elecciones parlamentarias. Sin embargo, la plaza presidencial ha sido objeto de disputas políticas. El actual jefe de Estado austríaco, Alexander van der Bellen, llegó al poder articulando un cordón sanitario contra el predecesor de Kickl en 2016, que quedó realmente cerca de presidir Austria. Aquellas elecciones hubieron de repetirse y, ya consolidada su posición, fue reelegido en 2022. Van der Bellen, además, ha planteado no ofrecer el mandato de formar mayoría parlamentaria al FPÖ si no se elegía a un candidato más moderado que Herbert Kickl, incluso siendo la primera fuerza del parlamento.
Pero el desgaste de los partidos tradicionales tiene más recorrido que simplemente la articulación de mayorías anti-FPÖ donde estos quedasen como líderes de oposición en la práctica. El canciller Kurz también dimitió después de que se investigase otro escándalo de corrupción vinculado con un trato mediático y su ascenso político. La dimisión fue forzada por los verdes, sus socios de coalición desde que se rompiera con el FPÖ hasta ahora.
El gobierno conservador de Austria ya planteaba endurecer los controles migratorios europeos
Así fue como surgió la figura de Karl Nehammer, el canciller que ha llevado el timón de Austria desde 2021 a las elecciones de 2024. El escándalo de Kurz, su salida de la política, la ruptura del ÖVP con FPÖ y las dificultades económicas durante 2022 y 2023 han lastrado parte del discurso contra la extrema derecha.
Es cierto que el Partido de la Libertad de Austria ha mantenido una línea de extrema derecha, con apuestas firmes en contra de la migración e incluso de la politica de asilo, y calificado de prorruso por su rechazo a romper los lazos con Moscú. Pero si no se mira la foto austríaca completa, este marco podría quedar parcialmente desactualizado.
El gobierno conservador de Austria ya planteaba endurecer los controles migratorios europeos, incluso frente a Rumanía o Bulgaria. Pero además no es extraño en Austria encontrar posturas políticas de diferentes colores políticos, como el actual gobierno azul-verde, que evitan realizar cambios significativos contra la dependencia austríaca del gas ruso. El daño económico de la inflación y del alto coste de la vida de los últimos años ha sido de mayor calado para las aspiraciones de los partidos de gobierno en Europa central que en otros puntos del continente y la energía ha sido un punto crítico en este asunto, por lo que el FPÖ podría emplear la negativa a sancionar el gas ruso como una propuesta para mantener precios más asequibles.
En las elecciones parlamentarias los partidos tradicionales han cosechado uno de los peores resultados de su historia
Con los resultados sobre la mesa, caben multitud de opciones parlamentarias en escenarios sin mayoría absoluta. Ya en las elecciones europeas se vio que, efectivamente, el FPÖ podía convertirse en la primera fuerza pero estaría seguido muy de cerca de los conservadores de ÖVP y de los socialdemócratas del SPÖ. De hecho ambas fuerzas consiguieron remontar encuestas peores dadas sus condiciones de debilidad internas, especialmente tras años de complicaciones en el SPÖ para la sucesión de su liderazgo, pero en las elecciones parlamentarias los partidos tradicionales han cosechado uno de los peores resultados de su historia.
Una pequeña incógnita que podía abrirse era si el Partido Comunista de Austria habría logrado representación después de su fulgurante salida del ostracismo en Salzburgo, pero como se vio en las elecciones europeas, no logró dar el salto nacional más allá de lo suficiente como para ser contemplado en las encuestas. La gran incógnita seguiría siendo, por lo tanto, con los actores que se hallan sobre la mesa, cuál podría ser la forma de gobierno para el futuro canciller.
La otra opción que más se comenta es que los conservadores negocien una nueva coalición con la extrema derecha pero busquen evitar que Kickl llegue al puesto de canciller con otras concesiones
Para empezar, las dos fuerzas destacadas mencionadas tras la extrema derecha podrían apostar por una gran coalición al estilo de la que mantuvieron Angela Merkel y Olaf Scholz en Alemania. Para ello podrían incluso ampliar el alcance del acuerdo incluyendo a los partidos verde y liberal, en sus mejores momentos. En la práctica esto significaría que la primera forma de evitar un gobierno con miembros de la extrema derecha sería un cordón sanitario que podría reforzarles como fuerza de oposición, similar a lo que, salvando las distancias, ocurrió con Giorgia Meloni durante el gobierno de concentración de Mario Draghi. Aunque también podría ocurrir con apoyos externos al gobierno e incluso mediante un gobierno en minoría.
La otra opción que más se comenta es que los conservadores negocien una nueva coalición con la extrema derecha pero busquen evitar que Kickl llegue al puesto de canciller con otras concesiones. No sería algo novedoso viendo los precedentes de Sebastian Kurz que, como se ha visto, gobernó con Kickl de ministro de Interior, pero sí sería complejo siendo FPÖ la actual primera fuerza de Austria. Pero este escenario, más similar al acuerdo de Países Bajos para evitar la llegada al mando de Geert Wilders, permitiría profundizar con ese gobierno en la derechización del gabinete. La política de endurecimiento en los controles migratorios que ya está sobre la mesa probablemente sería el centro de un gobierno aún más volcado con este asunto como el que resultaría de la coalición entre los de Nehammer y los de Kickl. Otro país europeo más donde el debate giraría decididamente hacia estos postulados.