Biden abandona y Harris se perfila
Es oficial: Joe Biden ha abandonado la carrera para las elecciones presidenciales de noviembre de 2024. En un movimiento casi sin precedentes en la historia de la política estadounidense, el presidente en curso ha declinado buscar la reelección tras su primer mandato. Por si el vacío de representatividad no fuera magno por sí mismo tras la decisión del entorno de Biden, la cuestión se torna doblemente crítica para el Partido Demócrata por el timing: las primarias de los Dems ya han terminado y, siguiendo la tradición, no se le hizo una interna al presidente, por lo que no hay otra figura con legitimidad interna suficiente para afrontar la nominación.
El caos
Tras anunciar su abandono de la contienda, el propio presidente Biden ha brindado apoyo explícito a su vicepresidenta, Kamala Harris, para que sea ella quien reciba el aval del partido y compita en las presidenciales de noviembre contra Donald Trump, ya oficialmente candidato republicano tras la convención de Milwaukee. “Mi primera decisión como candidato del partido en 2020 fue elegir a Kamala Harris como mi vicepresidenta. Y ha sido la mejor decisión que he tomado. Hoy quiero ofrecer todo mi apoyo y respaldo para que Kamala sea la candidata de nuestro partido este año”, ha dicho en un comunicado en su cuenta de Twitter.
Ciertamente, la continuidad de Biden como nominado demócrata pendía de un hilo desde hace un tiempo; como mínimo, desde el errático debate en CNN contra Donald Trump el 27 de junio. Su edad, sus fallidas intervenciones públicas y su evidente deterioro cognitivo no solo lastraban casi por completo las posibilidades de una victoria en noviembre, sino que incluso ponían en jaque su propia continuidad al frente del Ejecutivo estadounidense frente al ecosistema mediático nacional.
De hecho, la campaña presidencial de Biden peligraba ya incluso desde el punto de vista de la financiación: Abigail Disney, Reed Hastings, George Clooney y otras personalidades del entorno demócrata habían congelado sus aportes económicos. En añadido, el ex presidente Barack Obama, uno de los grandes soportes políticos de la figura de Biden, puso en duda la validez del presidente como candidato a la reelección, sumándose a numerosas personalidades del establishment del partido en una tendencia que se presumía inasumible hasta el inicio de la convención el 19 de agosto.
Las perspectivas
La Convención del Partido Demócrata, que tendrá lugar en Chicago entre el 19 y el 22 de agosto, será el momento clave. Los más de 4.000 delegados que tendrán la tarea de definir al nominado del partido a la presidencia acudían inicialmente a la cumbre con una premisa clara: definir, sin sobresaltos, una segunda nominación de Joe Biden. Tras su abandono, estos mismos delegados pasan automáticamente a regirse por la total libertad de voto y, si bien es esperable que acepten a Kamala Harris como sucesora del presidente Biden y le elijan como nominada ─al fin y al cabo, votar a Harris podría interpretarse como reafirmar el apoyo a la administración Biden─, nada asegura este escenario; si alguna figura de peso en el partido decidiese competir por la nominación, podría ganarse el favor de un número notable de delegados y desbancar a Harris.
En cierta medida, la candidatura de Kamala Harris suscita dudas entre los Dems: su liderazgo polariza ampliamente y existen serios interrogantes en torno a cómo podría performar en los siete estados clave de las elecciones de noviembre (Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, North Carolina, Pennsylvania y Wisconsin). A pesar de que las encuestas muestran que Harris parte con severa desventaja contra Trump, sin duda su candidatura es ya mejor en términos electorales que la de un Biden cuya caída era casi vertical desde hace semanas. En este sentido, la apuesta demócrata por Harris supondría abandonar la senda de la derrota asegurada (la vía Biden) y transitar la vía de la derrota casi asegurada (la vía Harris). La apuesta es nítida: Harris puede ser un revulsivo para movilizar al electorado demócrata (especialmente, el femenino) en torno a la única oferta política del partido: ser “menos malos” que Trump.
El relato trumpista post anuncio de Biden no se ha hecho esperar. Tanto Donald Trump como su candidato a la vicepresidencia, J.D. Vance, han agitado y seguirán agitando el relato obvio: si Biden no está capacitado para una reelección, ¿por qué el Partido Demócrata permite que siga al frente de los Estados Unidos? Esta retórica no solo tiene cierto sentido, sino que será decisiva en términos electorales. El trumpismo está en alza y el oficialismo estadounidense se defiende boca arriba de una tendencia que no le favorece en los estados clave. Los demócratas tienen una leve posibilidad de remontar y habrán de definir su estrategia en agosto, la primera fecha decisiva de los comicios.